miércoles, 5 de marzo de 2014

The Bar's Boys (6)

Por: Nug Huyur

 

Capítulo VI: El baño.

 

 Son las doce de la noche. Un patrullero ha llegado al costado del bar, la policía detiene al Faite, es subido al patrullero. Osvaldo, Cris, Anthony e Hipólito, ingresan al bar. En el estéreo se escucha a Cristina y los subterráneos con “Tú por mí yo por ti”, en el bar hay movimiento, las conversaciones vienen y van, en la barra hay muchachos sacando plan a otros muchachos. Romeo, entregando los pedidos de los mozos y en la caja alguien cancelando lo consumido. Los cuatro amigos, han cogido una mesa. Osvaldo, se va al baño, se enjuaga la boca y escupe, se mira al espejo pero el reflejo solo muestra las heridas externas, no muestra la desilusión, el orgullo quebrado y el amor dolido. Quién lo mandó a enamorarse de un tipo así. De un don nadie, él un ingeniero agrónomo, socio de una de las empresas más importantes de la provincia. Que había logrado el respeto de sus compañeros, tanto para su opción, como el evitar las burlas. Sin embargo, las hormonas habían nublado su juicio, y unas cuantas palabras lo habían hecho caer con un tipo como El Faite. Se terminó de enjuagar las manos. En eso, se abrió la puerta, ingresó Hipólito mientras Osvaldo se mojaba la cara otra vez, no lo perdía de vista por el espejo. Hipólito se puso a orinar. Osvaldo se ganó con el pene de Hipólito. Es guapo en todo, pero y el Faite, a la mierda con él, Hipólito es mejor y más guapo que el Faite, pensó. Hipólito terminó de orinar, se acercó al lavadero contiguo. Osvaldo cogió su pañoleta e intentó amarrarla, pero no podía. Hipólito lo vio por el espejo.

  • Te queda bien esa pañoleta, te hace ver más guapo – coqueteó Hipólito
  • Gracias – contestó medio sonrojado Osvaldo y apropósito renegó aparentando no poderse amarrar la pañoleta - ¡Rayos!
  • A ver ven te ayudo – se ofreció Hipólito.

Tomó la pañoleta, la acomodó sobre la cabeza de Osvaldo y la amarró bien. Puso sus manos en los hombros de Osvaldo y olió su perfume, sintió algo que ni el mismo podía explicar, Osvaldo era consciente de su táctica.

  • Sabes, hueles rico – dijo Hipólito
  • ¿Tú crees?

Hipólito lo giró, sin decirle más. Lo besó, Osvaldo no se resistió. Era tan intenso, que Osvaldo se dejaba guiar, las manos de Hipólito seguían sus instintos, lo llevó contra la pared.  Pasó sus manos por su pecho, por su barriga, por sus tetillas. Osvaldo estaba muy excitado, por su cintura, estaba a punto de deslizar una de sus manos hacia sus nalgas. Pero de pronto y sin saber por qué, Hipólito se arrepintió, separándose.

  • Espera, espera, esto no está bien, Osvaldo
  • Pero que dices, Hipólito, si vamos muy bien, yo te gusto y tú a mí, ¿Qué más hay que pensar?
  • Osvaldo, ¿No entiendes nada, verdad? no te he salvado por esto, no por sexo.
  • Pero eso no importa, - dijo Osvaldo mientras avanzaba hacia él - ¡Au! – dijo Osvaldo y fingió un fuerte hincón en la costilla. Y calló de rodillas.
  • ¿Estás bien?

Hipólito se acercó a Osvaldo, y este aprovechó, le tomó por asalto y le robó un beso. Hipólito casi se cae, pero pone sus manos en el suelo y mantiene el equilibrio, en eso, logra cogerse del lavadero y se pone de pie junto con Osvaldo, ya en pie, delicadamente separa a Osvaldo de él.

  • Osvaldo, no quiero hacerte daño, pero esta no es mi idea de conocer a alguien, no así.
  • ¿Entonces porque me besaste?
  • Porque te lo merecías, porque eres guapo, y no hay persona en el mundo con el derecho suficiente para dañarte, o malograr tu vida y dejar de creer en ti, en la posibilidad de ser feliz.

Un silencio inundó el lugar, se separaron, y Osvaldo se entristeció, Hipólito se acercó a él, le tomó por el rostro y lo levantó.

  • ¡He, guapo! No estés triste, mira lo único que te pido es tiempo, ya tienes algo de mí, mis besos.
  • Besas rico – dijo después de sonreír
  • Ves, así te ves mejor, una sonrisa en tus ojos y en tus labios, ven te invito una cerveza, conozcámonos un poco más y luego si se da bacán, sino al menos seremos amigos, ¿Qué dices?
  • Sí, está bien

Hipólito abrazó a Osvaldo y luego salieron del baño conversando, Anthony solo sonrió.

  • Nuestro amigo no se pierde tiempo, ¿verdad? – dijo Cristian
  • Así veo amigo, aunque esos dos se hacían ojitos desde afuera.

Al llegar Osvaldo e Hipólito, se encontraron con las miradas de Anthony y de Cristian.

  • Será mejor que no piensen mal – advirtió Osvaldo
  • ¡Salud, Anthony! – chocaron los vasos Anthony con Cristian
  • Pidieron una jarra, ¡Qué bien! – se emocionó Osvaldo.

Se inició la conversa y la jarra de chela a girar, se acabó la primera,  y la segunda, entonces Anthony,  quien aún no estaba tan huasca como Cris u Osvaldo, el cual en más de alguna vez le había hecho ojitos a Hipólito, y el disimuladamente le había correspondido.

  • Bueno y ya que estamos en confianza, que les parece si contamos nuestra primera vez – propuso Anthony
  • Me parece genial – Dijo Osvaldo emocionado
  • Ya pero ¿quién empieza? – habló Cristian
  • ¡Yo! – se ofreció Hipólito
  • A ver, a ver, pero si el ejército es… - argumentó Cristian
  • Sí, el ejército forma hombres, valientes y bien varoniles, jajajaja – dijo Hipólito – pero no muchachos, es todo lo contrario, el cuartel me demostró eso y muchas cosas más, aunque no lo crean, todo empezó cuando….

 

Continuará….

 

© 2014 Hunks of Piura Entertainment. Ésta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

 

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