martes, 14 de enero de 2014

Anselmo (14)

ACONSEJAMOS DISCRESIÓN DEL LECTOR: Algunas escenas que presentamos a continuación son inapropiadas.

 

Por: N-Azz

 

“dos cervezas en la 2, una en la 4, caipi,,, caipi,,, campiña o algo así en la 7, en la 9 preguntan si Zulú da servicios hoy, y en la 10 quieren dar ron”.

“¿Quieren   qué?”, preguntó don Martín, evidentemente confundido.

“Dar ron”, gritó Anselmo, en medio de la música techno a todo volumen.

“¿No será dark room?”, intervino Kike.

“Creo que es eso. Les dije que le preguntaran a usted”, dijo Anselmo mirando a don Martín.

“Ya… ¿Puedes repetir todo otra vez?”

“Sí. Dos cervezas en la 2, una en la 4. caipi-no-sé-qué  en la 7…”

“¿Caipiriña?”, aclaró Kike.

“¡Eso!”, exclamó Anselmo sonriendo.

“Mejor apúntalo porque ya me mareé”, arguyó don Martín, evidentemente frustrado, y alcanzándole un pedazo de papel y un lapicero.

Anselmo escribió con cuidado. Demoró medio minuto, y devolvió el papel a su padrino. Martín, mejor dicho, don Martín admiró la legibilidad de la caligrafía de su ahijado. Entonces, le dio las primeras tres cervezas para comenzar a despachar.

Anselmo salió rápido.

“Necesitamos una libreta”,  reclamó don Martín a Kike.

“¿Para Baco?”

“No. ¡Para mi!”

Un parroquiano algo gordo y con traje negro salía del corredor que conectab al hogar de los muchachos. Detrás venía Zack.

“¿Y cómo va Baco?”

“¡Tiene cerebro de elefante!”. Gritó don Martín.

“¿Eso es malo?”, dudó Zack.

“no ves Discovery, ¿no?”, se burló su jefe.

“¿Recuerdas que cortaste el cable?”. replicó Zack, mientras depositaba dinero en la caja.

Era jueves por la noche, a las once, y el local no tenía las diez mesas llenas.

Anselmo, en su identidad de Baco, llevó las dos cervezas de la 2.

“Eres nuevo, ¿no?”, inquirió un hombre con un mameluco azul con un logotipo donde se leía Muelles de Paita.

“sí”.

“¿Cómo te llamas?”

“An… digo, Baco”.

“ah, Baco. Estás fuerte, ¿ah?”, comentó sonriendo mientras le daba una leve nalgada, encima de su alicrado traje negro de una pieza. Al golpe, sintió el glúteo firme del adolescente.

El hombre brindó con su amigo, quien vestía con el mismo uniforme y el distintivo que aludía a al puerto norteño.

“¿Puedes apreciarme una copa?”

“Ya pues”.

Anselmo recibió un vaso con cerveza. ¡Qué horrible sabía esta bebida! Igual, la apuró, recordando el consejo de Max de no beber más de un vaso, si no, tendrían que hacer una serie extra de abdominales todos los días… y dolía mucho ese ejercicio.

“¿No te gustó?”

“Ya, déjalo, o si no, se va a poner igual de panzón que tú”, dijo el otro hombre, que era  más delgado y algo simpático.

“Claro”, finalizó el primero, dando otra nalgada, ahora un poco más fuerte a Anselmo. Tras el golpe, sobó su mano brevemente sobre el músculo duro del camarero.

“Permiso”, dijo el chico, retirándose, y sintiendo las mejillas calientes, pero de vergüenza.

Al pasar por la 8, lo detuvo el hombre de traje negro, que antes parecía haber salido de la casa con Zack. “¿Sabes si mi amigo se fue?”

“No señor. Creo que está con Febo”.

“OK. Tráeme un whisky en las rocas”.

“Sí señor”.

“ah, ¿quién eres tú?”

“Baco”.

“Baco”, repitió el hombre. “OK”.

En la 9, un chico delgado, evidentemente amanerado llamó a Anselmo. “amigo, ¿sabes si Zulú dará servicios hoy?”

“Sí. Espera un momento”.

“Ay. ¡Pero ya llevo una hora!”

“Le avisaré a don Martín”.

“Y… mas bien, ¿tú no quieres darme servicios?”, le dijo acariciándole el pene sobre su body, y sin ningún escrúpulo.

Anselmo no supo qué hacer. Sentía que lo miraba todo el mundo, en especial un chico blanco, alto y aparentemente rubio, que estaba sentado en la barra.

“Dígale a don Martín”.

“Ah ya. Pero si no puede zulú, prefiero que tú me lo hagas”, insistió el joven, con zalamería, y con la mano presionando el miembro del chico nuevo.

“Ya pues”, dijo Anselmo, saliendo hacia la barra.

Don Martín no estaba atendiendo allí; sólo Zack y Kike.

Anselmo le comunicó el pedido al primero. . “Voy a avisar”, dijo Zack.

Por su parte Kike: “Descansa Baco”. Anselmo no se sentía cansado. “Descansa”, insistió su amigo. Anselmo lo miró extrañado. Kike le hizo un gesto hacia su entrepierna: estaba erecto.

El joven de la 9 coqueteaba con la mirada hacia la barra.

“Le gustas”, dijo Kike. “Pero eres intocable. Quédate aquí, a lo mejor consigo otros diez dólares”.

Kike salió hacia la mesa, habló con el joven por unos segundos. El parroquiano hizo evidentes gestos de negación e incomodidad. Kike regresó,y al llegar a la barra, el joven se levantó de su mesa, y se fue.

 “Quiere contigo o con Zulú”, dijo Kike.

Don Martín entró: “¿Dónde está el de la 9?”

“Ya se quitó”, dijo Kike.

Don Martín se enfureció: “Ese hijo de puta de Zulú me va a escuchar”. Dio media vuelta y se fue por el pasillo.

Zack regresó a la barra, al encuentro de Anselmo. Ahora Kike iba por las mesas.

“¿Qué pasó ¿Por qué no tomas pedidos??”

“Un chico me lo tocó y se me paró. Kike dijo que descansara”.

“Sí, descansa un poco”, dijo Zack sonriendo y mirando de reojo la entrepierna donde se destacaba el pene duro de Anselmo, más aún cuando la exigencia era que, debajo del uniforme, los camareros no debían llevar ningún tipo de ropa interior.

Zack se acercó un poco más. Le habló al oído: “¿Estás seguro que tomando valeriana, el culo me dejará de doler?”

“¿Tomando? ¿No te las estás poniendo?”, le replicó también al oído.

“¿No son para tomar?”

Anselmo se rió. “No. Son para colocárselas atrás”.

“¡Mi coreografía es el sábado!”

“¿Coreografía?”

Zack sonrió: “Ya verás”.

Kike regresó. “Baco, mejor toma las órdenes tú. Tienes más memoria que yo”.

Anselmo salió raudo.

Zack levantó la mirada, y un rayo de luz cayó sobre sus neuronas. “Ah, ¡los elefantes  son buenos por su memoria!” Volteó donde Kike, quien hacía un gesto de aprobación compasiva.

Entonces, don Martín salió molesto: “Zack, ¡hay que reemplazar a Zulú!”

“¿Qué le pasó?”

“¡No quiso atender a la Amanda por que diz’que se le malogra la clientela!”

“Pero no puedes botarlo”.

“¿Cómo que no!”

Zack dirigió la mirada a Anselmo, y luego la regresó a Martín: “Lo pones de patitas en la calle, y todos nos vamos a la mierda… comenzando por ti”.

Don Martín sólo atinó a cerrar los puños.

El chico alto y rubio en la barra acababa su cerveza. En pocos minutos más, tras pasarle la voz a Kike, se iría.

 

 (CONTINUARÁ…)

 

© 2012, 2014 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí. SIEMPRE PRACTICA SEXO SEGURO.

Texto producido con el Método Writting Fitness. Más información aquí.

2 comentarios:

  1. q buena tu historia man , ya me enganche esperoq sigas escribiendo ,saludos desde Lima xau.

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  2. Gracias. Qué bueno que te guste. A quienes siguen esta serie, les sugerimos no perder ningún detalle porque donde menos se lo piensen, está el desenlace. si quieren repasar la historia desde el inicio, presionen en la etiqueta "Anselmo" al final del episodio.

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