sábado, 11 de junio de 2022

Proyecto Lujuria 9.1: evandro y Alejandro cachan rico en la ducha


A las seis y cuarto de la tarde, Alejandro entra en su dormitorio alquilado.

“Pasa”, invita.

Evandro ingresa tras él. La puerta se cierra.

“Todo está casi igual”, dice mientras gira su cabeza en ciento ochenta grados.

Alejandro deja las llaves en un enorme cenicero de vidrio con motivos turísticos de Montego Bay, Jamaica, un recuerdo de uno de sus viajes periodísticos que terminó siendo cuasiturístico, y que conserva sobre el archivador de metal; va a su cama y se comienza a desnudar:

“Me disculparás, pero ha sido un día pesado: necesito una ducha”.

“Yo también”, secunda Evandro sin ninguna intención. “Especialmente luego de lo que me contaste: ducha con masaje, de ser posible”

Alejandro ríe un poco:

“¿Recuerdas ese gym de mala muerte en Ventanilla”.

“La ducha no tenía lluvia, era un chorro”, sonríe Evandro. “Y en invierno era una tortura bañarse ahí”.

“Acá al menos tengo de esas termas brasileñas de resistencia”.

“Todas las termas tienen resistencia, Alejo”.

“No jodas con tus tecnicismos”.

El fotógrafo ya está calato con una toalla al hombro y camino al baño. Abre la cortina de la ducha, la cierra, abre la llave del agua, regula la palanca de temperatura y entra.

“¿Qué piensas hacer?”, pregunta alzando la voz un poco.

Nadie responde.

“¿Evandro?”, confirma el surfista. “Sigues ahí?”

Cuando está a punto de salir para ver si no se ha desvanecido en el aire o el suelo, casi se estrella con el actor, totalmente desnudo y con un paquetito plateado en su mano derecha:

“¿Podemos?”

Alejandro ssonríe. Ambos entran en la ducha.

Tras la cortina no hay diálogo, excepto el de dos cuerpos húmedos y cansados que comienzan a prodigarse caricias y besos. Hay jadeos, gemidos, hay lujuria al por mayor.

Evandro mete su pinga rrecta, gorda y babeante, pero protegida por un condón, en el ano de Alejandro. Gozan sin hacer tanto malabar, aunque el fotógrafo tiene un estilo muy peculiar de mover la cadera y masturbar el pene que sigue en sus entrañas hasta ordeñarlo todo.

Como cierre, Evandro coge el pene de Alejandro, lo soba fuerte aprovechando la lubricación del jabón hasta que la eyaculación se produce.

“¿qué harás ahora?”, pregunta Alejandro terminándose de vestir.

“Tengo que ingresar esos datos en el diagrama de flujo… las cosas no van a resultar como esperaba”, responde el actor también terminándose de poner la ropa.

“Oye, y perdona que me meta en esto, pero… ¿eres feliz con Laura?”

“Por favor, no me remuevas culpas, ¿quieres?”

“¿Y Osmar?”

“Ya veremos”. Evandro guiña un ojo.

Se acomoda la casaca y verifica que su cabello no esté húmedo aunque sí peinado con su raro copetito.

“Lo gracioso de todo esto”, reflexiona Alejandro, “es que acabamos de serles técnicamente infieles”.

“No jodas con tus tecnicismos”, sonríe Evandro.

Ambos terminan riendo. Un nuevo abrazo. Otro beso en la boca. ¿Es un nuevo adiós?

  

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