viernes, 16 de noviembre de 2012

El Vigilante (3): Nido de pasión

Hunks of Piura

Cuando Lichi salió del salón Parroquial, su padre lo esperaba. Fueron juntos hasta su casa, en silencio. Lichi no cruzó palabra con su progenitor.

Allí, durante toda la tarde, se la pasó casi encerrado en su cuarto, sin ganas de nada, y recordando una y otra vez, la noche de pasión con Marcos. Era un hecho: estaba enamorado.

Le atraía la actitud firme del exsoldado, y le parecía un sueño que un tipo de un físico, que alguna vez vio en un gimnasio al que entró de casualidad, fuera su pareja.

La lluvia de esa noche incrementó su melancolía.

 

A la mañana siguiente, un joven llegó a buscarlo al salón Parroquial. Era un muchacho que vestía un bibidí, bermuda y zapatillas de tela. Era moreno y fibroso. Lo había visto antes en unm barrio algo peligroso, por lo que su presencia lo inquietó.

- Traigo un mensaje de Marcos. Dice que mañana saques algo de ropa. Él te recogerá en la puerta de atrás de la parroquia, a las diez y media, antes de que salgas. Si no estás a esa hora, ya fue.

- ¿Dónde está?

- No te preocupes. ¿Irás?

- Dile que sí.

Cuando regresó a casa –escoltado por su padre-, sacó mucha papelería que la transportó en las manos.

-          ¿Y esos papeles?

-           Son unos materiales que debo traer mañana.

-           ¿Y no pudiste sacarlos en una bolsa?

-          Lichi no respondió.

 

A la mañana siguiente, no fue complicado salir de su casa con una mochila. Su padre lo dejó en el salón Parroquial.

Toda la mañana, Lichi no dejó de ver el reloj. Nueve. Nueve y media. Diez. Diez y diez. Diez y cuarto. Diez y veinte. Cinco minutos antes de la hora pactada, agarró su mochila y salió hacia la puerta trasera. Vio hacia atrás. Nadie lo seguía. La abrió con sigilo.

De inmediato sintió un tirón en el brazo y fue forzado a entrar a un mototaxi cerrado.

 

Al anochecer, Marcos y Lichi llegaban a una puerta de madera, y un cerco de alambre de púas, al que le seguían una hilera de algarrobos, overales y faiques.

Casi oculta, una choza los esperaba. Allí adentro, un mobiliario básico: unas sillas de plástico, una repisa, y tras la cortina, una cama y otra cómoda.

Una torrencial lluvia cayó esa noche. El airecito que produjo fue ideal para despojarse de la ropa, meterse en el lecho, y demostrarse la pasión que los embargaba.

Arrodillados sobre la cama, ambos se besaron y acariciaron sin cesar. Lichi comenzó a recorrer el cuerpo de Marcos con sus labios, bajando por su pecho y su abdomen lampiños, hasta llegar a su pubis. Allí, en medio de una mata considerable de vello, la verga parada de Marcos se erguía. Lichi la masajeó, y poco a poco se la fue metiendo a la boca. No quería apurar el momento. Estaban más que solos. Tenían todo el tiempo del mundo. Marcos acarició la cabeza de su amante, y tímidamente movió su pelvis. Donde sí puso su ímpetu fue en acariciar la espalda del catequista.

-          Tengo condones.

-          Lichi sonrió en la oscuridad ante el aviso de su enamorado. Sin dejar de estar en cuatro extremidades, giró. En poco tiempo sintió los 17 centímetros de carne dura comenzando a ingresar a su culo.

-          El mismo Lichi separó sus nalgas y empujó hacia atrás con tal de favorecer la penetración.

-          Cuando ésta se concretó, Marcos comenzó a moverse cadenciosamente, aferrándose de las caderas de Lichi, agachándose de vez en cuando para besarle la espalda y arrancarle fuertes gemidos.

-           Así. Sigue, Marcos. Hazme el amor.

-          Marcos comenzó a gemir. Eso era un concierto erótico a dos voces, con el acompañamiento de las innumerables gotas de lluvia percutiendo sobre el techo de zinc.

-          Lichi se puso boca arriba y levantó sus piernas. Marcos metió su pene erecto y se movió con más fuerza, mientras besaba el cuello y la boca del chico.

-           Marcos, te quiero. Te quiero, mi amor.

-          Marcos jadeaba y gemía. En cuestión de minutos, el orgasmo fue inminente.

-           ¡Las voy a dar!

-          Lichi sintió cómo el miembro de Marcos palpitaba dentro de su ano.

-          Tras ello, ambos se abrazaron, desnudos, y se acariciaron, hasta quedarse profundamente dormidos.

-          La lluvia continuó hasta casi la mañana siguiente, cuando los dos saludaron al nuevo día, haciendo el amor. Esta vez, Lichi se sentó sobre la verga de Marcos, la metió entre sus nalgas, y comenzó a cabalgar.

-          De vez en cuando, se agachaba para besarlo, dándole oportunidad para que le bombeara el orto.

-          A las siete de la mañana, la lluvia había terminado. Sin vestirse, Marcos y Lichi abrieron la puerta trasera de la casa y pasaron a la cocina.

-          Compartieron su primer desayuno, no como dos jóvenes más, sino como pareja.

-          Sus huellas se confundían en la tierra húmeda, al igual que sus corazones…

 

(CONTINUARÁ…)

 

Escrito por Hunk01. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con personas, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com, búscanos en Facebook, o deja tu comentario aquí.

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