miércoles, 12 de diciembre de 2012

Casa De-Formación (23): Erecciones y elecciones

Hunks of Piura

-          Alex, ¿qué tienes?

-          Rafael se preocupa al ver el rostro pálido de su superior.

-          ¿Cómo es posible que se hubiera olvidado de la cámara en la cocina, a la vista de todo el mundo? ¿Y si, por casualidad, Rafael hubiera revisado el contenido de la memoria?

-           Tengo que ir al baño, Rafo. A-a-a-anda a ver a los chicos en la sala.

-          Veloz, Alexander trepa la escalera y va a su cuarto. Saca un manojo con todas las llaves de la casa, sale, mira a todo sitio y se escabulle en el cuarto de Rafael y Roberto. Para su buena suerte, la cámara está sobre el escritorio del cuarto; pero eso no le quita la angustia: ¿Rafael habrá descubierto el contenido?

-          Súbitamente, la puerta del cuarto se abre.

 

Jorge está acomodando su ropa en su cuarto.

-          Hola Coquito.

-          El musculoso reconoce la voz. Al voltearse, saluda sonriendo.

-           ¿Qué hay Pedrito?

-           Nada, darling. ¿Cómo te fue el fin de semana?

-           Bien. Tranquilo. Entrenando, tú sabes.

-           ¿Y…. las fotos?

-           Se las mandé a mis amigos afuera, a ver qué dicen. A lo mejor tienen futuro en el porno. Pero tú debes sacar más cuerpo.

-           ¿No te gusto así?

-          Es que… tú sabes… esa gente tiene sus exigencias.

-           Entiendo.

-          Pedro sale del cuarto, algo desalentado. Jorge regresa a arreglar sus cosas, como si nada hubiera pasado.

 

Mientras Roberto ingresa a su cuarto, alexander está sudando frío. Aferra la cámara en una de sus manos, como si alguien se la fuera a quitar.

-          ¿Qué tienes?

-           ¿qué haces aquí?

-           Vengo al baño.

-          Alexander jadea. Sabe que si el secreto se descubre, todo se vendrá a la mierda, y él será el único culpable.

-           No pienso regresar a ese infierno, Roberto.

-           ¿Qué infierno?

-           Tienes que ayudarme.

 

A la hora de dormir, Manuel mira fijamente al techo, mientras Jonatan entra, la cintura cubierta por una toalla. Al ver a su compañero en esa posición de abstracción, sonríe.

- ¿Hay payasos en el techo?

- Sí. Creo que sí.

Ambos sonríen ahora.

-          ¿Apago la luz?

-          Manuel asiente con la cabeza. El cuarto se queda a oscuras.

-           Jon, ¿aún sientes eso que me dijiste el sábado?

-           ¿qué te dije el sábado?

-           ¿No lo recuerdas? Bueno, no importa.

-          Manuel gira hacia un costado y se acurruca para dormir. Jonatan sigue de pie, se quita la toalla. Debajo no tiene nada. Se queda inmóvil unos segundos.

-          Manuel se pregunta si aquella salida valió la pena, si no se estaba ilusionando de una manera extraña, cuál es la razón por la que había dejado su casa en la sierra para venir a ésta, buscando la salvación de todo el mundo. Entonces siente un peso a su costado, sobre su colchón, y unos brazos fuertes que lo rodean desde la espalda, además de un pecho cálido que se estrecha contra su espalda desnuda.

-           Carajo, Manu. ¿Por qué desconfías de mi? Te quiero, huevón. Te quiero.

-          Manuel trata de girar hasta quedar frente a frente con Jonatan. Se abraza fuertemente a él.

-           Yo también te quiero. No quiero separarme de ti.

-           ¿en serio? ¿estás seguro de eso?

-           Seguro.

-          Te quiero, Manu. No sé qué más decir.

De pronto, lo impensable. Las bocas de ambos se juntan. Se abren. Se exploran. Las manos de Jonatan recorren el suave cuerpo firme de Manuel hasta toparse con su slip. Lo baja y palpa las duras y abultadas nalgas. Manuel lo imita.

-          De pronto, los dos cuerpos desnudos sobre una misma cama. Juntos. Jonatan está encima de Manuel. Los penes erectos, babeando. Un beso interminable. Un abrazo sin fin. Un calor creciente.

-          De pronto, la habitación se llena de magia. Al diablo todo lo demás, y los votos. Los labios de Jonatan exploran el cuello de Manuel, quien le corresponde acariciándole el cabello.

-          De pronto, ¿el amor? ¿Ambos están haciendo el amor?

 

Rafael está acostado, desnudo, sobre su cama, mirando al techo. Tiene sus manos tras de su cabeza. Reflexiona.

En eso, entra Roberto.

-          Pensé que estabas dormido.

-           Sí. Ya estoy a punto.

-          Roberto comienza a desnudarse.

-           Oye Roberto, ¿Tú cogiste la cámara que estaba aquí?

-           ¿Qué si yo la co…? ¡Cla-claro! Yo lo hice y se la di a Alex… ¿P-p-por qué?

-           Por nada. Por cierto, Alex estaba raro. ¿Le esttará pasando algo?

-           Estee… sí, estaba mal del estómago, creo. ¿Por qué?

-           Nada. Me preocupó.

-          Roberto suda frío, y se mete a duchar.

-          Al salir, Rafael estaba casi dormido. Casi, porque su miembro estaba erecto. Roberto no dejó de solazarse viendo las grandes proporciones de aquella verga blanca, venuda, gruesa. ¿Cuánto medirá la de su compañero? Tranquilamente no bajaba de 21, quizás 22 centímetros. ¿Será cierto que los delgados la tienen más grande?

-           ¿Roberto?

-           ¿Ah?

-          Rafael se despierta sobresaltado. Sonríe.

-           Oye, ¿y eso?

-          Los ojos de Rafael señalan la pinga erecta de Roberto.

-           ¿eso? Eso… no es nada. ¡No es nada!

-           Ya. Ya. Tranquilo. Apaga mejor la luz.

-           Disculpa.

-          Otro cuarto que queda en oscuridad.

 

Antes que salga el sol, Darwin se levanta totalmente al palo. Su cipote adolescente está húmedo y palpitando. En la cama del costado, escucha la respiración de Pedro.

Baja de la cama, se acerca con cuidado, oye unos pasos afuera y se detiene. Cuando se alejan, levanta con cuidado la sábana y deja al descubierto la piel desnuda de su compañero. Sin previo aviso, se acuesta encima de él, y hace lo posible para que su pene ingrese al ano de Pedro.

-          ¿Qué haces?

-           Estoy arrecho. Ya, déjate cachar.

-           Pero, ahorita no.

-          Demasiado tarde. El miembro de Darwin inicia el taladramiento de las entrañas postreras de Pedro, y comienza el movimiento.

-           Mueve tu culo.

-          Pedro intenta liberarse infructuosamente de su penetrador, y el forcejeo hace que haya mayor estimulación. Al final, no le queda otra que ceder.

-           Así. Así. Sigue moviendo el culo. Me gusta. ¡Ahhhhh!

-          El semen de Darwin inunda el ano de Pedro. Con el pene flácido, regresa a su cama, se acuesta boca arriba, sin taparse.

-           Estuvo rico, Pedrito.

-          El aludido comienza a llorar.

 

Manuel y Jonatan bajan a hacer su rutina de ejercicios junto con el Reverendo Alexander.

-          ¿Listos, muchachos?

-          Jonatan se adelanta.

-           Reverendo… queremos hablar con usted.

-           Los escucho. Díganme.

-           Queremos… retirarnos.

 

(CONTINUARÁ…)

 

 

Escrito por N-Ass. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido o semejanza con la nombres, lugares y situaciones es pura coincidencia. Contacta al autor: hunks.piura@gmail.com, búscanos en Facebook o deja tu comentario aquí.

Escrito por N-Ass. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com, ubícanos en Facebook o deja tu comentario aquí.

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