Tras la reprimenda de don Javier, su padre, el Javier mozo fue a su escritorio y comenzó a trabajar. El joven que horas antes fue a ver a Rutilio, en su caseta de vigilancia, le trajo unos papeles.
- Soy Sandro, joven. Seré su asistente.
- OK. ¿Todo esto tengo que hacer?
- Sí, joven. Órdenes de su papá.
- ¡Qué pesado!
- A las ocho y media de la noche, Javier dejó su oficina y salió en su auto. Al pasar por la caseta de vigilancia, , buscó a Marcos. Ya no era Rutilio quien lo atendía, sino otro vigilante algo mayor.
- ¿Y el chico de la otra caseta?
- Él trabaja hasta las cinco, joven.
- ¿Y a qué hora entra?
- A las ocho.
- Javier suspiró descontento.
A esa misma hora, Marcos comenzaba su rutina en el gimnasio. Danilo lo supervisaba cada cierto tiempo, pues tenía que atender al resto del alumnado.
- Tarde, campeón.
- Comencé a chambear hoy.
- Bien ahí.
A las diez, ya no quedaba gente en el establecimiento, y Marcos terminaba su rutina. y Sudaba a chorros.
Danilo barría más por hacer tiempo que por pulcritud.
- Ya acabé.
- Puta, campeón. Estás mojadito. Enfríate un poco.
La breve ropa de entrenamiento se pegaba a la piel de Marcos y dejaba casi nada a la imaginación del instructor.
- Unos meses más, , y comenzaremos a entrenarte pa’l concurso.
- Marcos sonrió.
- Oye, Marcos, ¿por qué no te vas a bañar? Aquí tenemos duchas. No es bueno que salgas así sudado.
- ¿Puedo?
- Claro, anda allá a la derecha, y a confianza. Sólo estamos los dos.
- Marcos abrió una puerta sin pestillo ni seguro, entró, se desnudó y abrió la llave. Un providencial jabón le sirvió para retirar el sudor. Estaba enjabonado, cuando sorpresivamente Danilo entró a la misma habitación, completamente desnudo.
- ¡Disculpa, campeón. Pensé que habías terminado!
- Normal. Ya acabo.
- ¡No, no! Normal. Tómate tu tiempo.
- Marcos sonrió. Danilo comprendió que su maniobra estaba frustrada.
- No te vayas.
- ¿No te incomodo?
- No. Ven.
- Danilo sonrió y no resistió la invitación. Avanzó hasta el cuadrado de cerámica de la ducha, y se puso tan junto a Marcos que no dudó en rozar su cuerpo.
- Voy a hacer que tengas el mejor físico de Piura, Marcos.
- También debes concursar.
- Tendría que depilarme todo. Soy velludo.
- Efectivamente, Danilo tenía la piel blanca tapizada de vello castaño, pero vello al fin. De pronto, vio cómo Marcos comenzó a enjabonarle su amplio y voluminoso pecho. Danilo se dejó hacer.
- Entretanto, para Marcos, la experiencia no era nueva, aunque para nada se trataba del frágil Lichi. Pero Lichi lo abandonó, y era hora de dejarlo ir.
- Danilo y Marcos se miraban sonriendo, hasta que el primero se percató de que las dos pingas estaban erectas.
- ¿Y esto?
- Danilo meneó su cadera e hizo chocar su falo contra el de Marcos.
- Eso no es nada.
- Danilo repitió la maniobra de nuevo, de nuevo y de nuevo. Marcos se estrechó con él en un abrazo, y de inmediato ambos se besaron profundamente en la boca.
- Minutos después, sobre una de las bancas de pecho, Marcos estaba acostado dejando a su instructor mamarle la pinga, haciendo que se la comiera con toda su boca. Sin cambiar de posición, Danilo le puso un condón e hizo que se la metiera por el culo, cabalgándolo, jadeando, disfrutando. Las luces de la sala estaban apagadas. Apenas si entraban unos reflejos de la iluminación de la calle.
Para Danilo, era difícil distinguir en los espejos de pared entera a aquellos dos macizos amantes en plena acción; luego fue el mismo Danilo quien se acostó boca abajo sobre la banca, y siguió recibiendo la pija de su alumno, a quien exigía bombearlo con mayor rapidez.
- En media hora, Marcos soltaba toda su leche sobre la espalda de Danilo, y recién fue consciente de la complicidad de aquellos espejos que los reflejaban tímidamente por los cuatro costados.
- Tras ducharse de nuevo, salieron casi escondiéndose de la noche.
- Tú primero, Marcos. Ah, y esto no pasó. Ni una palabra a nadie.
- Tranquilo.
Al día siguiente, como a las ocho y cuarto, Javier llegaba a la fábrica. Hizo lo indecible para atraer la mirada de Marcos, pero él estaba atendiendo a varias personas que estaban ingresando por su caseta. Rutilio terminaba de inspeccionar su auto.
- Adelante joven… ¿joven?
- ¿ahora qué?
- Disculpe, joven. Puede seguir.
- Javier hizo un ademán de incomodidad y siguió.
- Cuando la gente terminaba de pasar por el puesto de Marcos, notó que Rutilio le guiñaba los ojos. La mueca era harto comprendida por el novato.
Arriba, en las oficinas, don Javier revisaba los diarios cuando entró su hijo.
- O de veras es el fin del mundo, o Papá Noel existe. O soy muy persuasivo, o te caíste de tu cama, hijo.
- Ay, papá, no molestes.
- Javier se encerró en su oficina, y mandó a llamar a sandro.
A las nueve y media, otra vez, sandro fue a ver los registros de incidencias donde Rutilio.
- Oye… y… ¿qué sabes de ese chico?
- ¿Mar… Cuál? ¿ese vigilante? ¿Y por qué?
- Digo… para saber.
- Nada. Pero, si quieres, te puedo conseguir datos.
- excelente.
- Eso costará.
Rutilio guiñó un ojo, escribió un número en un papel y se lo dio a Sandro.
- Vamos al telo de la vez pasada. Te tendré todos los datos que necesitas. Llámame.
- Sandro recibió el papel de mala gana, y se fue. Rutilio sonreía pendejamente, y de reojo miraba a un diligente Marcos, concentrado en llenar unos registros de acceso en la otra caseta.
En la oficina de Javier, sandro hacía firmar algunos documentos.
- ¿averiguaste?
- Sólo tengo el nombre. Me lo dio Kelly, la secretaria de su papá. Su compañero es muy… hermético.
- Por lo menos tengo el nombre. Si puedes saber más, me lo dices… Ah,y ni una palabra de esto a nadie. Te sabré compensar.
- Descuide, joven.
Javier salió justo a las cinco para coincidir con el fin de turno de los dos vigilantes, pero Marcos ya no estaba. Rutilio inspeccionaba su auto.
- ¿Y el otro chico?
- Tuvo que salir para hacer un papeleo, joven… ¿Algún… encargo?
- Nada que le incumba. Gracias.
- El auto arrancó y Rutilio se quedó con la sonrisa del pendejo más pendejo.
Una hora después, en los vestidores de la empresa de vigilancia, Rutilio se dio maña para esperar a que Marcos entrara a bañarse, y que no hubiera nadie más. Se desnudó y entró a otra de las duchas al extremo de la habitación.
Marcos estaba terminando de asearse, cuando sin previo aviso, Rutilio abrió la cortina y se metió en el cubículo. Marcos, al ver al musculoso blandiendo su enorme verga en crecimiento, temió lo peor.
- Tengo información privilegiada que te puede interesar, Marcos.
- Rutilio posó sus manos sobre los recios hombros de su compañero.
- Está confirmado que el hijo del dueño tiene interés en ti. Y yo puedo hacer que los dos se junten.
- No jodas.
- Ya te dije, Marquitos: cambia tu vida, no seas cojudo.
- ¿Y a cambio?
- Rutilio bajó sus manos por los brazos, el abdomen hasta posarlas y mmasajear el flácido pene y los huevos de Marcos.
- Tú dirás, soldadito.
- Marcos se quedó mirándolo por unos segundos, directamente a los ojos, sin una expresión.
- En un solo movimiento, alzó sus manos y empujó a Rutilio contra la pared del cubículo, haciendo remecer los otros contiguos.
- ¡Vete a la mierda!
- Mientras Marcos salía, desnudo y mojado, Rutilio maquinaba dentro de la ducha.
- Ya verás, reconcha tu madre.
(CONTINUARÁ…)
Escrito por Hunk01. Ü2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com, búscanos en Facebook o deja tu comentario aquí.
Interesante
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