miércoles, 19 de diciembre de 2012

Casa De-Formación (24): ¡William!

Hunks of Piura

Roberto llega apresurado al cuarto de Alexander.

-          ¿Qué pasa?

-           Toma las llaves de la casa de la playa. Llévate de inmediato a Jon y a Manuel.

-           ¿Y los demás?

-           ¡No podemos perderlos, Roberto! Son nuestras mejores cartas. Haz lo imposible para que se queden, no importa cómo.

-          Roberto sigue perplejo.

-          Igual se queda el Reverendo Rafael.

-          Jonatan y Manuel se han tomado unos minutos después del desayuno para revelarle su decisión.

-           Muchachos, no sé qué decir. ¿Lo han pensado bien? ¿Están seguros de sus sentimientos? Apenas han pasado unas semanas.

-          Jonatan toma la palabra.

-           Precisamente, Reverendo. No queremos que sean más semanas haciendo algo que no vamos a cumplir. Mire, como dicen afuera, hablemos a calzón quitado. Me gustan los hombres. Me gusta Manuel.

-           ¿Y qué harán fuera de aquí? Ustedes son los mejores elementos de esta casa.

-          Manuel habla.

-           Estudiar, superarnos. Somos bien chibolos aún.

-           Miren, chicos. Voy a hablar con el Reverendo alex…

-           Ya lo sabe.

-           ¿Y qué dijo?

-           Nada.

-           Déjenme hablar con él. Prometo que seré muy sensible sobre este tema. Les recomiendo que oren mucho. Pidan sabiduría y claridad.

-          Los chicos se van, y en sólo segundos, la vida completa de Rafael pasa ante sus ojos como una película veloz. ¿Por qué estas vivencias regresan a él?

 

Antes del almuerzo, Rafael sube a ver a Alexander.

-          Ya sé por qué vienes. Tranquilo, Rafo. Déjalo todo en mis manos.

-           Alex, por favor, sé sensible. Sólo están ilusionados. Son chibolos. A todos nos pasa eso.

-           ¿seguro que a todos? ¿a ti también?

 

Ignorante de la tensión en la casa, Pedro asiste a su clase de ballet. Al llegar, encuentra a su maestro vestido apenas por un hilo dental blanco, contorsionándose. Se solaza con la anatomía perfecta del bailarín maduro.

-           Ah, ¿estás ahí? Buenas tardes, se dice.

-           Buenas tardes, profe. ¿Y eso tan nice que está haciendo?

-           Danza moderna. ¿Quieres aprender?

-          Pedro asiente con la cabeza, se desnuda por completo. Debajo tiene un hilo dental rojo.

-          La clase de esa tarde es aprender los pasos básicos de la complicada coreografía. El maestro inevitablemente toca y sostiene la piel de Pedro, para que haga los movimientos correctos. El chico, cuando puede, roza el paquete de su instructor. “Sigue blandito”, piensa.

-           Ay, estamos sudando a chorros, Pedrín.

-           Ay sí, profe.

-           Vamos arriba.

-           ¿Arriba?

-           Sí, Pedrín. Una ducha nos vendrá bien.

 

Jonatan está en la lavandería reflexionando a solas. Darwin lo sorprende, y asusta.

-          ¡Cuidado, huevón! Casi me da un paro.

-           Jajajajaj. ¿qué haces solito? Desde temprano, Manolo y tú andan raros. Bueno, más… “raros”.

-           Ya, ya. No jodas, mierda. Pensando- estoy pensando. Aún no te puedo decir nada.

-           Tú y Manuel son pareja. ¿Cierto?

-           ¿quién te dijo eso?

-           No soy cojudo.

-           Lo quiero como mierda. Eso quiere decir que debo elegir, o el Altísimo o Manuel.

-           ¿Te acuerdas lo que nos dijo Memo luego que lo cachamos?

-           No sé por qué recuerdas eso.

-           No seas cojudo, Jon. ¿Por qué crees que Memo se retiró?

-          Jonatan mira fijamente a Darwin. ¿Será que no hay mucho que pensar?

 

Atrás de la casa, en un segundo piso, en el baño, Pedro chupa el pene de su maestro de ballet. El adulto se contorsiona y gime a su gusto, mientras los labios y la lengua caliente del adolescente rinden culto a sus 16 centímetros de carne dura y gruesa.

-          Vamos a la cama.

-          En el lecho, Pedro debe soportar los 70 kilos de peso sobre sus 59, a la vez que la pinga enfundada con un condón fricciona su culo, el que mueve con una maestría inusitada, como un ballet lascivo, pornográfico.

-          El maestro lo cambia de pose, boca arriba con las piernas al aire, y le zampa su verga de nuevo. Demora apenas un par de minutos. Gime fuertemente y suelta su semen sobre el torso de su alumno.

-           Vete a duchar con cuidado. Pobre de que me ensucies con leche algo.

-          Mientras se ducha, Pedro se masturba. Jadea fuertemente y en cinco minutos se viene. Una gran ráfaga de leche se dispara contra las mayólicas. “¿Y qué tal si la hago de activo?”, piensa, relamiéndose los labios.

 

A la mañana siguiente, Rafael despierta y ve mucha claridad. Ve su reloj. ¡Mierda! ¡Son las siete!

Roberto ya no está. Como puede, se coloca un jean, un polo y se calza sus sandalias.

Llega a la capilla. Alexander ya está dirigiendo la oración, pero sólo lo acompañan Pedro y Darwin

Al final del rito, Alex se le acerca.

-          Tranquilo. Roberto ya está trabajando con los chicos. Te dije que confiaras en mí.

 

Unas horas después, Roberto, Jonatan y Manuel llegan a la casa de playa, perdida en algún punto de la costa, teniendo sólo como referencia a La Silla de Paita.¡qué chévere! Reverendo Rafael, sabía que tenían una casa de playa, pero no que fuera mostraza.

-           Hemos venido a relajarnos, a ser libres, Jonatan. Pónganse cómodos.

-          Roberto abre la puerta y señala a los dos muchachos, dónde se quedarán, además de las salidas de la casa. Los deja solos.

-           ¿Una cama pa’ los dos, Jon?

-           Parece que sí, Manu.

-          Tras dejar sus cosas, los dos abren la puerta de atrás, y ante sus ojos está el inmenso mar. Manuel se emociona.

-           ¿Primera vez que lo ves, amor?

-           ¿Amor? ¡Vamos a verlo, Jon… mi amor!

-          Bajan el desnivel corriendo. El mar en esta parte de la costa piurana suele ser calmo. Jonatan traza un gran corazón con sus zapatillas, y adentro intenta hacer una J y una M.

-           A ver si el mar puede borrar esto.

-          En eso, escuchan dos voces tras de sí. Dos patas totalmente desnudos bajan el desnivel. Uno de ellos es el Reverendo Roberto. El otro es Henry, el chico que semanas antes fungió como guardián del acceso a las casas de playa.

-          Jonatan y Manuel los miran, atónitos, de pies a cabeza, en especial sus penes y culos al aire.

-           Chicos, él es Henry, amigo de acá.

-           Mucho gusto… mucho gusto.

-           ¿Jugamos un partidito?

-           Bueno… ya.

-           Quítense la ropa.

-          Jonatan y Manuel se miran extrañados, pero, por alguna razón, el primero se despoja de todo, dejando ver su cuerpo perfecto de dios griego. Manuel lo imita lentamente. Ahora son cuatro adonis corriendo tras una pelota en una playa solitaria.

 

Esa tarde, Rafael sigue confundido. La lap-top está en el escritorio. Nadie mas está allí. Saca unos discos de video. Los coloca. Otra vez el chico de rostro agradable y cuerpo armonioso, esta vez recibiendo la pinga del mismo musculoso del video anterior. Rafael no duda en creer que es william, quien también recibe por la boca la pinga de otro pata, a quien no se le ve la cara porque es el que graba toda la escena. Los tres están depilados. “¡Me vengo!”, dice el musculoso, mientras saca su gran pija, y desenfunda el preservativo.

El enorme palo grueso de Rafael está a mil, y no tiene recato en masturbarse.

El musculoso bota todo su semen en la espalda baja de William. De pronto, el plano de la cámara se dirige al rostro del activo, quien sonríe satisfecho.

-          ¿quéeee? ¿Jorge?

 

Durante la cena, Rafael está callado, casi no interactúa con Alexander, Pedro y Darwin. Cuando pasa el musculoso Jorge, que regresaba del gimnasio (como era su costUMBRE), se queda mirándolo con un inexplicable sentimiento… como de fastidio.

-          Rafael, ¿te pasa algo?

-           No, Alexander. Quiero tomar un poco de aire. Ya vengo. No se preocupen.

-          Rafael camina sin rumbo por la avenida Grau, cruza el óvalo y mira por unos minutos una de las estatuas que representa un desnudo masculino esbelto. A su alrededor, la gente camina a ver ropa, a comer pollo, a la peluquería, a tomar unas cuantas chelas, al supermercado, a encontrarse cerca de un canal de televisión para ir quién sabe a dónde. Sigue. Ignora la vereda de la catedral y rodea la Plaza de armas, hasta sentarse justo frente a la oficina de correos. Su mirada está perdida, pero viendo, sin ver, la película de su vida.

-           ¿Todo está bien?

-          Rafael despierta, mira a su interlocutor. Un joven bello, esbelto… ¡imposible!…

-           ¡¿William?!

 

(CONTINUARÁ…)

 

Escrito por N-Ass. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com, búscanos en Facebook o deja tu comentario aquí.

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