jueves, 7 de marzo de 2013

Paolo: Gym Alone

Hunks of Piura

Escrito por Paolo

 

Ese día me había levantado más  arrecho que nunca. La tenía dura como roca y no sabía por qué, tanto que tenía que caminar medio agachado para que no se notara el bulto en mi boxer, ya que siempre duermo en boxer.

Tenía que salir al baño. No quería que mi vieja se diera cuenta que su hijo la tenía dura.

Me metí al baño, y me la comencé a jalar. ¡Puta madre, qué rico se sentía! La tenía más roja y cabezona que nunca.

Me la comencé a jalar más rápido y con más fuerza. Sentía cómo ya se estaba llenando de leche. ¡Puta! Me iba a venir con fuerza. Estaba seguro de eso. Y me iba a venir bastante. Todos los deportistas nos venimos bastante, por el tipo de alimentación que tenemos. Así que si quieres harta leche, cacha con un deportista.

Bueno, ya estaba por venirme, sentía ese cosquilleo tan placentero, tenía la pinga recoontrarroja y venosa, ya estaba sudando… en unos segundos me iba a venir con fuerza en el lavatorio. Iba a dejar toda mi leche allí.

Comencé a respirar más intensamente, procurando no hacer ruido, para no llamar la atención … cuando de pronto mi vieja toca la puerta del baño, diciéndome que me apure, que lo necesitaba urgentemente, “¿o qué estás haciendo?”, me preguntó en un tono suspicaz, por lo que tuve que salir al toque nomás.

Me quedé arrecho, tomé mi desayuno y me fui al gym, aún con la pinga dura, y con las ganas de cachar con cualquiera.

 

Estuve haciendo abdominales, pero el movimiento hacía que me diera ganas de venirme. Dejé de hacerlo y me puse de frente a entrenar.

Me fui a hacer press con barra, y, felizmente ese día, sólo estaba el instructor, ya que, al echarme, se notaba un bulto duro que a veces se levantaba. No le presté más atención, y seguí mi rutina.

Minutos después, el instructor me dijo que se iba a almorzar un toque, que me quedara  encargado.

A mí me daba lo mismo, así que sin decir nada y sólo afirmando con la cabeza, acepté.

El instructor se fue y me quedé completamente solo en el gym.

No habían pasado ni diez minutos, cuando un muchacho nuevo llegó. Nunca lo había visto antes, y tampoco le presté importancia porque en ese momento no estaba de buen humor.

El muchacho sabía su rutina, así que no me dijo nada.

Al comienzo, no lo había observado bien, pero tenía buen cuerpo y olía bien. Poco a poco fue llamando mi atencióncómo templaba sus músculos.

Estaba con un polo amarillo manga cero. No era musculoso ni guapo, pero se le veía bien, además, para la arrechura.

Me acerqué hasta él para hacerle la conversación. Puse mi mano sobre su bíceps. Estaba duro y sudado. Tenía ganas de lamerlo. Olía muy bien: esa mezcla de macho, sudor fresco y desodorante que me pone.

Quería romperle el polo y comenzar a follar ahí mismo. La pinga, que ya me había bajado un poco, se me volvió a poner dura, y más al primer roce. No sabía qué hacer.

Puse mi mano sobre su brazo sudado, haciéndome el huevón. El pata no me rechazó. Yo le dije que estaba haciendo mal el ejercicio, que si lo hacía de otra manera, el músculo trabajaba mejor.

“¿Ves?”

“Sí”, respondió.

Me comenzó a contar que venía al gym después de tiempo, que hace un par de meses estaba más agarrado, que tenía los cocos recontramarcados.

“Como para revista”, me dijo riendo.

“¿En serio?”, pregunté haciéndome el huevón.”Pero supongo que todavía te debe quedar algo, ¿no?”

“Sí, algo”, respondió levantándose un poco el polo, y dejándome ver sus cocos que estaban medio marcados, como decía.

“Yo te veo bien”, le dije poniendo mi mano en su abdomen, el que se encontraba sudado.

“Antes estaba mejor”, respondió . no quitó mi mano de su abdomen. ¡Puta madre!yo la tenía recontradura, ya se la quería clavar. Me estaba costando respirar y contenerme quería arrancarle el polo y ponerlo en cuatro.

“¿Y tienes los oblícuos?”, pregunté llevando mis manos hacia los lados de su abdomen.

“Algo”, respondió, mirándome a los ojos y sonriéndome. “Pero tenía los bajos bien marcados”.

Inmediatamente, yo bajé mi mano hasta la parte más baja de su abdomen

“¿Éstos?”, pregunté.

“Sí”, respondió mientras yo acariciaba su abdomen bajo, y lentamente metía uno de mis dedos entre su ropa interior. Toqué sus pendejos . éste me miraba y no me decía nada. Seguí bajando lentamente y toqué la punta de su pene. Lo tenía algo duro, se le estaba comenzando a parar.

Acaricié la punta de su pinga con mi dedo. Sentí cómo se estaba poniendo dura rápidamente.

Ya no me aguantaba más, así que le dije: “¿Por  qué no te quitas el polo?”

éste no dijo nada, e inmediatamente lo hizo. Pude ver su cuerpo delgado pero definido, y con algo de pelos en el pecho. Estaba bien formado. La pinga la tenía más dura que un palo de escoba.

Entonces el me dijo: “Tú también quítate el polo”.

No esperó a que dijera nada, e inmediatamente  puso sus manos alrededor de mi cintura, y me sacó el polo.

Nos quedamos ambos sin polo, nos miramos un segundo, y de inmediato lo empujé a la pared, y lo comencé a besar. Metía mi lengua en su boca mientras me sobaba contra su muslo.

Él gemía de placer.

Le mordí el cuello mientras acariciaba su pinga. Ahora la tenía tan dura como la mía.

Ya no me aguanté las ganas y me saqué mi pinga dura, roja y venosa.  Le dije: “Chupa”.

Éste no esperó a que se lo repitiera y la comenzó a mamar desesperadamente. ¡Dios! ¡qué bien la chupaba! La metía toda en su boca. Luego la sacaba y me chhupaba sólo la punta. Yo empujaba su cabeza con más fuerza contra mi vientre.

Le decía: “No pares”. No paraba .

Luego lo separaba de mi pinga : “¿Te gusta mi pinga, no?”

“Sí, sí, sí”, me decía.

Se la pasé por la frente, se la bajé por la nariz, y cuando estaba a punto de meterla en su boca , lo empecé a cachetear. Podía ver cómo se desesperaba por chuparla y me encantaba.

Dejé que me la chupara, y comenzó a hacerlo con más fuerza y más rápido.

Ya sentía que me venía: “Ya me vengo”, le dije.

“Yo también”, me dijo, sacando su pinga.”Hay que venirnos juntos”.

Se puso de pie, comenzó a pajearse con fuerza. Yo también lo hice.

Segundos después, él se vino, gimiendo de placer.

Él estaba a mitad de su orgasmo, cuando me vine también. Mi leche cayó sobre la suya, en el suelo.

Un olor a lejía , sudor y pinga reinaba en el ambiente.

¡Puta madre! ¡Qué rica mamada!

 

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