Es bueno ducharse tras entrenar; es mejor si todo termina en un trío.
Aunque es media mañana de lunes, en el
gimnasio al lado de la parroquia, que realmente se llama AS (pero más se le
conoce como “el gym de la parroquia”), la cantidad de alumnos se redujo a su
mínima expresión: uno haciendo piernas y el otro haciendo hombros. Ambos están
concentrados viéndose en los espejos que se intercalan a las pinturas de los
ángeles, y Miguel los vigila desde la puerta que separa el gran patio techado
donde están las máquinas de potencia, de una sala que ahora quedó como antesala,
que funciona realmente como recepción y sala de calentamiento (con un par de bicicletas
estacionarias).
Una canción de
Chino y Nacho suena en la radio… y Miguel se pregunta por qué si el Chino
Miranda ha posado prácticamente calato, no lo hizo mostrando su verga al palo.
¿No que los venezolanos se enorgullecen de sus dotes? Quien está ejercitando
hombros es, precisamente, un venezolano que se gana la vida en San Sebastián
haciendo instalaciones eléctricas seguras y reparando electrodomésticos. Además
de su buen cuerpo, en especial buen culo y buenas piernas, es evidente que
debajo de su short baila una rica verga y un par de generosos huevos.
el chico que está
ejercitando piernas, mejor dicho más culo (y vaya que si tiene un rico culo)
que piernas, termina de entrenar y se acerca a Miguel todo sudoroso:
“Listo”.
“Anda a ducharte,
Paco”.
“No, gracias.
Mejor me ducho en mi jato… solo espero que hayan juntado agua”.
Al mismo tiempo,
el venezolano que estaba ejercitando hombros termina y también se acerca a
Miguel:
“Listo, pana,
gracias. Oye, ¿podrás darme un masaje?”
“Claro, Marcano.
Dúchate y te los hago. ¿Trajiste toalla?”
“No, pana…
¿podrás…?”
Miguel sonríe:
“Normal, Marcano.
Anda a la ducha y ya te la alcanzo”.
El venezolano va
a la antesala y de ahí a un pasillito que lo lleva al baño de la ex casa
abandonada. Miguel y Paco se quedan solos en el gran patio techado.
“¿en serio vas a
masajear a ese chico?”
“Claro, Paco. Y
encima, se deja masajear calato”.
“No jodas”.
Marcano no se
caracteriza precisamente por ser la persona más pudorosa de San Sebastián. Se
desnuda en el baño con la puerta abierta dejando al descubierto la maravillosa
anatomía que Dios le dio, especialmente ese par de grandes glúteos que coronan
otro par de gruesas y fuertes piernas, y delante, debajo de un vello púbico
rasurado, un pene dormido de unos 12 o 13 centímetros descansando sobre un par
de hinchadas pelotas.
Aunque pensando
más inocentemente, quizás Marcano haya obviado cerrar la puerta porque solo
está Miguel y se supone que Paco ya se va a su casa. Se mete a la ducha y deja
que el agua rrefresque su escultural cuerpo. Gira para que el líquido se
distribuya por toda su piel. De pronto, Paco llega a la puerta y traga saliva
al ver tal monumento de hombre. Marcano le sonríe:
“Hola, pana”.
“ehh… voy… voy a
la lavander… voy… voy por la toalla”.
“Gracias, pana”,
le sonríe Marcano.
Casi al segundo,
Miguel pasa frente a la puerta ya sin polo:
“¿Qué tal está el
agua?”
“De la puta madre,
vale… ¿quieres bañarte?”
“Si no eres
egoísta”.
“qué va, vale. Ya
nos hemos bañado juntos, ¿no?”
Al ingresar a su
cuarto, y quitarse el short y la tanga que se puso esa mañana, y dejarlas sobre
su cama, Paco entra desde el pequeño espacio que se usa como lavandería con una
toalla extendida:
“¿¿Vas a
masajearlo calato?”
“Algo mejor que
eso”, le sonríe.
Cuando Marcano
está untándose el jabón, Miguel entra totalmente desnudo con Paco, también en
pelotas.
“Estoy de
oferta”, bromea con Marcano: “Pague uno y dúchese con dos”.
El venezolano se
ríe:
“Como en la
antigua Roma”.
Los tres chicos
se acomodan como pueden en el metro cuadrado de mayólica blanca y comparten la
ducha. El roce de sus pieles es inevitable.
“Perdona”, dice
Paco a Marcano”.
“¿Por qué, pana?”
La verga ya parada
del chico, unos 16 centímetros, cabezona, parece haberse atascado entre las dos
nalgas del otro alumno quien se a quedado frente a frente con Miguel con sus
penes flácidos también rozando.
“¿Tú crees que
esté contraindicado tener sexo luego de un masaje”, pregunta Marcano a Miguel.
”Al contrario:
nada mejor que un buen masaje erótico antes de una buena sesión de sexo”.
“¿Incluso sexo de
a tres?”, sonríe Marcano.
“Incluso”, sonríe
Miguel.
Paco sigue
atónito y con su pene erecto aún atascado entre las dos nalgas de Marcano, y a
punto de disparar su semen allí mismo entre ellas sin hacer nada más.
Marcano y Miguel,
entonces, sin más preámbulo, se abrazan y se besan profundo en la boca, lengua
incluída. El venezolano se separa de esos labios, gira, y con su verga ya al
palo, besa a Paco quien trastabilla incluso para juntar sus labios.
Cuando ambos se
separan, Paco mira a la entrepierna de Marcano:
“A la puta… es
enorme”.
“21 centímetros”,
sonríe el venezolano. “¿La quieres chupar?”
Paco, sin
confirmar nada, se arrodilla sobre la mayólica y comienza a mamar el gran
pene. Miguel se pone al costado: sus 18
centímetros también están a toda su extensión.
“Chúpasela a él
también”, pide Marcano.
Paco obedece. Tras
un minuto de mame, Miguel toma la mejilla de Paco:
“Ponte de pie”.
El chico se
incorpora mientras los otros dos se miran a la cara y se guiñan un ojo;
entonces ambos se arrodillan y se alternan succionando el miembro de paco quien
no puede creer nada de lo que allí está pasando:
“Las voy a dar,
chicos. Ya no aguanto”.
Miguel toma el
pene de Paco y junta su mejilla a la de Marcano. Pajea el falo y deja que el
semen se dispare en ambos rostros.
“La puta”,
suspira Paco en pleno orgasmo.
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