Cuando el sol comenzaba a despuntar por las crestas puntiagudas de la cordillera circundante, en uno de los cuartos de la casa, en la parcela sin nombre, Wilfredo se mantenía todavía aletargado, cubierto por una sábana blanca delgada hasta la altura del pecho.
Un gallo lejano lo despertó, saltó sobre la cama, y se asustó de ver claridad a través de la ventana. Le dolía la cabeza. Se quitó la sábana de encima y descubrió su cuerpo desnudo, delgado y marcado.
Vio a su costado, y comenzó a zamaquear a su sobrino, con quien compartió la cama esa primera noche.
- ¡Gabo! ¡Gabo! ¡Ya, levántate!
- Un rato máaaassss...
- ¡Ya, arriba!
de un tirón, Wilfredo le quitó la otra mitad de la sábana. Gabo estaba acurrucado, casi durmiendo boca abajo, desnudo. sus nalgas abultadas resaltaban en esa delgada y trigueña esbeltez.
Fue cuando al cerebro de Wilfredo llegaron ráfagas de memoria. La noche anterior, su sobrino había llegado a la parcela, para ayudarlo; pero, el dolor de cabeza no se debió a la presencia del recién llegado, sino a una celebración especial: 18 eneros gastando un par de botellas de cañazo con los compadres del pueblo.
Gabo flexionó su pierna, e hizo más jugoso su trasero, pero se resistía a dejar el colchón. Wilfredo se sentó de nuevo sobre la cama, y contempló la desnudez de ese familiar, veinte años menor. Casi inconscientemente, su mano callosa se levantó y fue a posarse sobre las suaves corvas del post-adolescente. Paseó sus dedos, y otra ráfaga vino a su mente: llegar como sea, aunque nunca supo de qué manera, al cuarto, quitarse la ropa.
de pronto, su dedo índice comenzó a separar de a pocos la raja entre las nalgas, hasta buscar el mismísimo ojo del culo. Gabo comenzó a estremecerse levemente, y poco a poco, fue poniéndose boca abajo.
La pinga de Wilfredo comenzó a llenarse de sangre, y a ganar ancho y longitud. Entonces recordó fugazmente que la noche anterior, su sobrino estaba acostado boca abajo, con las piernas abiertas, sobre su hombro, penetrando aquel agujero con 20 centímetros de carne dura, instrumento de placer mutuo.
Y aquel instrumento, esta mañana tibia, está nuevamente demandando acción. Mientras el índice derecho de Wilfredo conseguía penetrar en el caliente ano de Gabo, comenzó a masturbarse con su mano izquierda.
- Au, tío. Con cuidado.
- Je. Anoche querías que te metiera los huevos.
Gabo levantó su tronco, y vio cómo su tío se autocomplacía, sólo que esta vez podía ver detalles que anoche no. ¿Pudo su culo recibir semejante falo?
- Chúpamela Gabito.
- ¿Ahorita?
- Ya pues. De una vez que más tarde ya no habrá tiempo.
- Pero estoy cansaaado.
- Ya pues... Mira cómo le sale su ¿agüita'.
Una gota de líquido preseminal, efectivamente, asomaba por el huequito del glande. gabo, mientras tanto, ocultaba con mucha eficiencia, su pene erecto bajo su cuerpo, un nada despreciable miembro de 16 centímetros.
- Ya pues... chúpala.
Finalmente, Gabo se movió hasta la cadera de su tío Wilfredo, abrió su boca y comenzó a succionar. El activo se recostó sobre la cama, cerró sus ojos y disfrutó la mamada, mientras el índice penetrador ahora se deslizaba por el medio de la espalda de su pasivo compañero.
- Así, qué rico. Métetela toda en tu boca. Así.
La noche anterior, Wilfredo y Gabo obviaron ese paso, y tras desnudarse fueron directo a la cachada hasta que el último mililitro de semen fue absorbido dentro del ano juvenil.
Gabo chupaba la pinga con gran maestría.
- ¿Quién te enseñó a chuparla así, Gabito?
El chico sonrió, y continuó haciendo el sexo oral, esta vez asaltando el escroto y las dos bolas de su tío.
- Seguro que fue el negro ese de tu barrio... ah... así...
Wilfredo se acomodó en el centro de la cama, abrió el cajón de una apolillada mesita de noche, sacó un forro y se lo puso.
- siéntate.
- Pero así me va a doler.
- Al contrario, Gabito. Así te entra mejor, sin dolor.
El chico mojó su mano con saliva, se la untó en su orificio, y se puso la verga lista para taladrar su recto. Fue bajando poco a poco, haciendo muecas de dolor, hasta que logró asentar sus nalgas en el velludo pubis de su tío.
- Muévete.
- Me duele.
Wilfredo comenzó a agitar su cadera, a agarrarse de las caderas de Gabo, y a incrementar la velocidad de su penetración, replegando sus piernas.
Los dos comenzaron a gemir.
Gabo se ladeó hasta quedarse de nuevo boca arriba y repetir la pose de la noche anterior, dando a su tío toda la iniciativa del coito.
- ¿Te gusta?
- Sí, tío. Cáchame rico.
Wilfredo se reclinó y lo besó en la boca. Movió su cadera más fuerte y más veloz.
- Ponte en perrito.
El sobrino cambió de posición, y le ofreció su dilatado ano al hermano de su madre.
- Au, tío. ¡Despacio!
- Estoy arrecho, Gabito, Gabito, Gabito, ahhhh, ahhhh... ¡Ahhhhh!
Las caderas de Wilfredo chocaban las nalgas de Gabo, a medida que su pene le decía a su cerebro que se preparara para el clímax. Éste llegó cinco minutos después: Wilfredo sacó su miembro, casi arrancó el condón, y disparó su semen sobre la espalda de Gabo.
- Vamos a bañarnos.
- Ya, tío.
Coge la toalla, pero ¡cuidado con mancharla con la leche!
Los dos salieron desnudos rumbo a las duchas estilo cuartel para quitarse el primer sudor de la mañana. En eso sonó la campana. Wilfredo vio al sol: era algo tarde, pero ¿que tenía que hacer Jerry, el cocinero, a esta hora, si él podía preparar el desayuno?
- Anda bañándote. Voy a abrirle a Jerry.
Corrió al cuarto, se puso un short deportivo encima, y corriendo fue a atender la puerta, cruzando el patio interior de la casa, el pasadizo principal, y la sala (donde vio el reloj: ¡un cuarto para las siete de la mañana!).
- ¡Mierda, es tarde!
Corrió el espacio entre la puerta principal y el portón de entrada. Abrió la rejilla. afuera un chico blanco fornido y otro trigueño atléttico estaban de pie, mochila al hombro.
- Buenos días. Somos Fernando y Raúl.
Wilfredo se quedó de una pieza... y su pieza todavía no recuperaba su tamaño normal, cuando la excitación está ausente...
- Yo no espero a ningún Fernando.
Las miradas de desconcierto se cruzaronn, mientras Wilfredo, disimuladamente, agarraba un pedazo de varilla de construcción a la esquina del portón...
(CONTINUARÁ...)
©2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido o semejanza con nombres, lugares o situaciones es mera coincidencia.
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este inicio esta mas caliente de lo que esperaba, hace mucho que no leia algo asi aqui en HoP, pense que con el inicio de este relato el climax nos iba a hacer esperar un poco mas, por lo visto el escritor no duda en contarnos lo cachondo de esta historia e ir directo al grano.
ResponderEliminarGracias, Ned. Realmente apreciamos el comentario, porque nos permite saber qué es lo que les gusta, y en ese sentido les queremos pedir algo: no repriman su gusto... ¡pidan y se les dará! (claro, siempre dentro de la política CCC-caleta, caliente. cuerpón- del blog)
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