viernes, 6 de julio de 2012

La Parcela (8): Preparen músculos, disparen penes

Segunda tarde de Jano como gerente de su parcela. Después de almuerzo hizo una reunión en la oficina para armar una lista de requerimientos.
La junta duró apenas media hora, al término de la que todos se retiraron, excepto Nando, quien carraspeó para llamar la atención de su benefactor. Jano sonrió y se le acercó palmeándolo en el recio y redondo hombro.
-         ¿Qué hay Benny?
-          No me digas así. Estéee… mira, yo sé que recién comenzamos pero quería pedirte algo.
-          Nando, mira, si es dinero, por ahora aún no tenemos…
-         No, ¿cómo se te ocurre? Es otra cosa. Mira, tú sabes que yo, es decir, Raúl, el otro chico y yo estamos acostumbrados a estar en forma… y… ¿tú crees que podamos sacar a crédito un mini-gym? Ah, y, bueno… no sé si será posible tener camas.
Mira, lo de las camas, tendrá que esperar hasta que podamos hacer un primer envío y con lo que nos paguen, podemos comprarlas. Ya había pensado en eso.
-          ¿Y el… gym?
-          Eso es más fácil. Yo tengo uno en casa. ¿Por qué no lo traemos?
-          ¡habla serio!
-          Sí, Be… digo Nando. Lo que sí, voiy a necesitar manos para traerlo. ¿Por qué no vienes y me acompañas para embalarlo y ponerlo atrás, bajo el cobertizo?
Nando se alegró y pidió unos minutos para regresar al cuarto y arreglar sus cosas.
En el camino se cruzó con un desahogado Gabo, pero como si hubiera pasado un mosquito. El chico se quedó inmóvil viendo la amplia espalda del fortachón entrando velozmente a su dormitorio, juró indiferencia y continuó su camino a la cocina.
En el cuarto Pancho (quien estaba descansando sobre su colchón con los huevos al aire) y Raúl (en un slip ajustado, a rayas)celebraron una de las noticias.
-         ¿Y las camas?
-          Poco a poco. Nada más acuérdense quién les está consiguiendo las cosas.
Nando guiñó un ojo, cogió su mochila y salió disparado hacia la camioneta.
Pancho se rascó los testículos y celebró:
-         ¡Nando Presidente!
-          Oye, ¿y tú no tienes ropa interior?
-          Sí, pero me incomoda usarla.
-          Ah, ¿sí? ¿Por qué?
-          No sé.
Sin más discurso, el grueso miembro de Pancho comenzó a hincharse. Raúl vio cómo se concretaba la erección en silencio, hasta llegar a sus descomunales proporciones. Debajo de su slip, el pene de Raúl también pugnaba por libertad. La camioneta sonó al fondo, arrancando, y luego el crujido del portón metálico.
-         ¿Cuánto te mide?
-          No sé. ¿Por qué?
-          Es grande.
-          ¿Y a ti?
-          La última vez eran 18.
-          ¿a ver?
-          ¿quieres… verla?
-          ¡La tienes parada ya!
Efectivamente, el slip de Raúl poco pudo hacer para contener su pinga, cuya cabeza asomaba por el elástico de la cintura. Pancho la miró esbozando una sonrisa amable.
-         Sácatela y comparemos.
-          ¿Estás cojudo?
Pancho miró fijamente a Raúl, y cambió su semblante.
-         sí, estoy bien cojudo. Vamos a bañarnos mejor.
Pancho se anudó una toalla y salió hacia las duchas. Raúl se quedó meditando esas palabras y al fin pudo liberar todo su pene, lo miró un rato, lo masajeó suavemente, meneó la cabeza negando una tontería, se anudó su toalla, y fue a bañarse.
En la cocina, Jerry terminaba de preparar la cena con ayuda de Gabo, cuando Wilfredo entró.
-         Gabo, anda a ver qué están haciendo los ingenieros.
-          Ya.
Cuando el muchacho desapareció, Wilfredo se acercó a un tenso Jerry.
-         Anoche cachamos rico, ¿cierto?
-          Ay, Wilfredo, no jodas.
-          Tienes rico culo.
-          ¿Como el de Gabo?
-          ¿Ya te lo habrás comido?
-         Jerry se ruborizó, tragó saliva, e inspiró profundo, sin voltear el rostro.
-          Anoche, cuando me la metías, me dijiste ‘Gabito’. Y… tu sobrino tiene buen culo, te diré.
-          ¿Para qué hacerme el cojudo contigo? Sí, ya me lo comí, y sí, es rico. ¿Tú también lo quieres probar?
-          Ay, Wilfredo. No hables cojudeces.
-          ¿Sabes lo que me dijo el joven Alejandro? Que te puedes quedar esta noche si quieres. ¿Qué dices? Podemos cachar los tres: tú, yo y Gabo.
-          Estás loco. ¿qué dirán los ingenieros?
-          El ingeniero Fernando cacha con el ingeniero Raúl, y parece que ese tal Pancho también le entra.
-          No creo. Se le ve bien macho… y lo que hagan Nando y Raúl me tiene sin cuidado.
En las duchas, Pancho acavava de bañarse y ya se estaba secando. A su costado estaba Raúl, enjabonado. Durante todo el tiempo, ambos ni se miraron y estaban en silencio.
Pancho se anudó la toalla, estaba saliendo cuando frenó en seco.
-         Raúl, discúlpame por lo que te dije en el cuarto.
-          ¿Lo que me dijiste?
-          Sí, eso de comparar las vergas.
-          Ah, normal.
-         Una vez que Pancho salió de esa habitación, Raúl tomó su pene, y comenzó a acariciarlo, cerrando los ojos, imaginando qué hubiera pasado si se sacaba el slip y comparaba su falo con el del moreno. Raúl comenzaba a autosatisfacerse. cuando abrió sus ojos para ver sus 18 centímetros, notó sin remedio que Gabo estaba extasiado viendo el espectáculo.
Gabo se quitó la toalla y mostró su delgado cuerpo con sus 14 centímetros elevados a su máxima expresión.
Se miraron fijamente a los ojos.
Un silbido los desconcentró, y una sombra oscurecía la pared.
 Raúl le dio la espalda a Gabo, y oyó un palmazo, seguido de un ¡ay! agudo, luego alguien se colocó desnudo en la regadera del lado.
- ¿Qué tal, ingeniero Raúl?
-          Qué-qué-que tal Wi-Wilfredo.
Dándole siempre la espalda, se enjuagó y salió raudamente de allí.
Wilfredo, entonces, se volteó a ver a Gabo, quien seguía inmóvil y con la verga parada.
-         Deja de incomodar a los ingenieros. Ven.
Gabo entró a la ducha y Wilfredo comenzó a enjabonarlo. Hizo que le diera la espalda y le llenó las nalgas de espuma. Le arrimó su dura pija y comenzó a sobársela en medio de la raja.
-         ¿Te gustaría cachar con Jerry y conmigo más tarde?
-          ¿Con Jerry? No sé.
-          Dice que tienes buen culo.
Gabo se volteó violentamente, abriendo los ojos, y con las mejillas coloradas. Wilfredo sonreía socarronamente.
-         Aquí va un adelanto.
Gabo sintió cómo la pinga dura de su tío penetraba su ano una vez más, con mucha facilidad, debido al jabón y a las penetraciones de los últimos días.
Mientras Wilfredo jadeaba , movía su cadera con cierta velocidad.  Gabo se sostuvo de la pared, y dejó a su tío dar rienda suelta a su instinto. Sus 14 centímetros se pararon de nuevo, y comenzó a masturbarse, recordando los otros tres amantes de los últimos días: el cocinero, Pancho y el indiferente Nando. Jadeó profundamente y eyaculó profusamente, lo que contrajo su ano.
Wilfredo sintió el estrangulamiento de su miembro.
-         ¡Au, cojudo!
Cuando se la sacó, debido al dolor, Raúl estaba en el muro de separación contemplando la escena.
-         Perdonen. Yo-yo-yo…

(CONTINUARÁ…)
©2012 Hunks of Piura Entertainment. Siempre practica sexo seguro. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es mera coincidencia.

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