miércoles, 16 de enero de 2013

SOT-2013-003: El enfermero de Año Nuevo

Hunks of Piura

29DIC2012

10:08

Un ruido en la pared del costado me despierta, como si alguien estuviera mobiendo cosas. Soy un policía recién graduado, tengo 20 años, y me han destacado a una ciudad cerca del mar aquí en Piura. Soy de Trujillo, y acepté esta primera responsabilidad para ir haciendo méritos en mi hoja de servicios. Por eso, incluso, acepté hacer dos guardias seguidas con la esperanza de que me den libre el 31 y poderme escapar a Máncora, que está a una hora y media de camino.

Alquilo un cuarto donde tengo lo básico: mi cama, una tele, mi cómoda con ropa, unos DVD.

Esta madrugada regresé como a las 4:00, y todo lo que quiero es dormir.

Me coloco una toalla a la cintura, pues estoy desnudo (siempre duermo así), y salgo a ver qué pasa.

Hay cajas en la puerta del costado. Deduzco que alguien se está mudando, pues ese cuarto ha estado descoupado por dos meses. Justo sale un muchacho blanco, joven, quizás unos 20 a 22 años, vistiendo un polo manga cero y un short de tela. se le nota fibroso, por lo que creo que hace deporte.

“Hola”, me dice, mientras recoge y entra unas cajas. Nos presentamos. Se trata de un enfermero que viene a hacer su año de prácticas. Adentro del cuarto, hay otro muchacho que conozco de vista, y que efectivamente trabaja en el hospital de la ciudad. Nos saludamos a lo lejos, y regreso a mi cuarto, juzgando que no necesita mi ayuda.

Me quito la toalla y me recuesto en mi cama. Mientras vuelvo a quedarme dormido, escucho vagamente que comentan sobre mí. Si algo me gusta de este cuarto es que hay tal silencio, que, de vez en cuando, sientes el ruido de la calle, o de los otros cuartos, por lo que puedes dormir tranquilo.

“¿Has visto el cuerpazo que se maneja ese tombo?”, escucho que alguien pregunta. Aparentemente el nuevo vecino. ¿Será…? Pero eso no tiene nada de raro, hasta en el trabajo me han comentado sobre mi contextura: soy trigueño, alto, fornido, y con el cabello corto, me veo más atractivo aún, lo reconozco. Incluso, entreno en el gimnasio de vez en cuando, al punto que una vez el instructor me pregunto si quería concursar en una competencia de fitness, pero mi comando no lo autorizó, diciendo que ésas son mariconadas.

 

18:22

Regreso a mi cuarto luego de jugar un partidito de fútbol, y tomar sólo una cerveza, como para aplacar la sed, cuando lo encuentro sentado en el suelo al costado de la baranda del balcón, pues vivimos en un segundo piso, leyendo.

Se para a saludarme.

“¿Y qué planes para el 31?”, le pregunto.

“Tengo guardia. Además, nos ponemos en alerta roja”, me explica.

Afortunadamente, yo creo que el 31 me iré a Máncora. Incluso ya quedé con un colega para irnos en su carro.

Quedamos en ir a cenar juntos a la pensión que tengo. Luego voy a ver a una chica que estoy enamorando, para invitarla a pasar año Nuevo conmiho, y ver si acepta algo más.

 

31DIC2012

10:36

Mi comando me manda una nota de urgencia, diciendo que tendré que hacer guardia esa noche. Voy a ver a mi superior, pero me dice que tienen que desplazar personal porque tienen que resguardar un evento, y hay información de Inteligencia de que será algo ‘movido’, y en todo caso, me ofrece mas bien ir a reemplazar a alguno de mis compañeros que irán allá. Le digo que prefiero quedarme en la Jefatura.

A última hora le aviso a mi amigo que no iré, y el teléfono de la chica está apagado.

 

1ENE2013

4:20

Terminado mi turno, me voy acon un compañero a una fiesta cerca de mi cuarto. Tengo rabia y frustración, y comienzo a beber sin sentido.

 

7:32

Regreso a mi cuarto. En la puerta me topo con mi vecino, el enfermero. Abre la puerta del edificio. Entramos. Me pregunta cómo me fue. Como estoy evidentemente borracho, trato de hablar lo menos posible. Él sube las escaleras delante de mí, y puedo ver cómo sus nalgas danzan rítmicamente debajo de su pantalón de tela. parece que no se hubiera puesto ropa interior.

Entro a mi cuarto, y me desvisto, como es mi costumbre, para ir a dormir. Justo cuando me voy a desplomar sobre mi cama, tocan mi puerta. Sin cubrirme, abro. Es el enfermero. “A lo mejor quieres tomarte esto. Es bueno para la resaca”. Siento sus ojos explorándome de arriba abajo. “Entra”, le digo. Aún sigue con su uniforme puesto. “Siéntate”, le invito. Me pongo a buscar una botella de agua. “espero que no te escandalices de ver a un hombre calato”, le sigo diciendo. “Tranquilo. Siempre los veo, aunque…” me intriga que no haya terminado la frase. “Aunque qué”, le replico. Se queda callado. Me tomo la pastilla, y me pongo de pie frente a él, quien está sentado sobre mi cama. “Aunque no de un cuerpo tan bonito como el tuyo”.

“¿Te gusta?”

El enfermero se sonroja. Me sonrío.

“¿Tú haces deporte?”

“Algo de voley. A veces salgo a correr, planchas, abdominales, esas cosas”.

“¿Voley? Debes tener buenas piernas entonces”.

“No creo”, me dice siempre sonriendo.

Sin pedir permiso, comienzo a tantearle sus muslos. Los tiene duros.

“Puta, huevón. Las tienes como roca”.

“Tú también tienes bonitas piernas”.

“Tócalas si quieres”.

“¿Puedo?”

“Claro. A confianza”.

El enfermero comienza a pasear sus manos por mis muslos, los costados, los abductores, pero evita rozarme mis testículos. Luego salta a mi pantorrilla. Al sentarse de nuevo su suave cabello me roza mi pene que omienza a crecer.

“No has revisado bien mis abductores”, le digo.

“Sí lo hice”.

“Revísalos todos”.

Vuelve a pasar sus manos por ellos, y me roza mis testículos. Me volteo.

“Toca”, le digo.

Ahora me acaricia mis femorales, y mis glúteos.

“Tienes bonita espalda”. Me comenta.

“Pero me estás tocando el culo”, le respondo.

“Disculpa”.

Me volteo. Mi pene está erecto.

“¿Y ahora qué opinas?”.

“Tienes bonito… bonitos pectorales y brazos… y abdominales”.

“¿Y mi huevo?”

El enfermero me sonríe, y se pone a verlo.

“Es grande y grueso, aunque algo arqueado”.

“O sea no te gusta”.

El enfermero me mira y se vuelve a sonreir.

“Tócame. Soy tu paciente”.

Tímidamente, el muchacho comienza a masturbarme. Algo de líquido pre-seminal se asoma en la punta. Comienzo a respirar hondo. Es una sensación bien placentera.

“¿Tienes condón?”, me pregunta.

Le saco uno, me lo pone, y comienza a chupármelo. Jadeo.

Tras unos minutos, se pone de pie, y comienza a desvestirse. Compruebo que sí tiene ropa interior, pero es un boxer bien chiquito. Se lo saca, se pone en cuatro en mi cama, y me ofrece sus blancas y redonditas nalgas. Comienzo a penetrarlo suavemente. Mi pene tiene unos 18 centímetros, más o menos. Lo bombeo así por unos minutos, hasta que le pido que se acueste boca abajo en mi cama.

“Levanta tu culo”, le ordeno. Lo hace, y se lo meto con fuerza. Él gime de dolor, creo. Ahora lo bombeo con más fuerza. Todos mis sentimientos se agolpan en ese instante: la frustración por no haber cumplido mis planes, la excitación que me causa esa chica que conocí, la injusticia de pasar mi Año Nuevo trabajando. De pronto veo, cómo en mi espejo de pared, y yo estoy encima del enfermero ‘metiéndole huevo’, como se dice vulgarmente. Él lo disfruta. Puedo ver su cara que me dic que quiere más y más.

Le beso la nuca, y me levanta más su trasero, además de agitarlo.

Doy un rugido y le suelto mi semen. Jadeo fuertemente a medida que mis testículos se vacían.

 

12:16

Despierto. El enfermero está durmiendo a mi costado, desnudo. Yo también lo estoy. Lo despierto.

“¿Tienes hambre?”, le pregunto.

“Un poco. Quizás un ceviche”, me dice.

“Ya pues. Cambipemonos”.

Se pone su ropa. Va a abrir la puerta de mi cuarto.

“¿Oye, ¿algo pasó aquí?”, le pregunto.

“¿Aquí? Nada. Estábamos… cansados. Nada más”, me responde sonriendo. Termina de vestirse y sale.

El resto del día no hemos vuelto a hablar del tema, aunque hemos ido a la cama un par de veces más.

 

Recopilado por SOT. ©2013 Hunks of Piura Entertainment. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com o deja tu comentario aquí.

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