jueves, 29 de agosto de 2013

Cuaderno de Obra (14)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

en el condominio, Eduardo saca a empellones a Jonás, y lo lleva hasta la puerta del apartamento.

-          Eres un perfecto bruto, negro de mierda. ¿Cómo se te ocurre hacer eso con Renzo?

-          Jonás no sabe si molestarse o atemorizarse.  Respira rápido y abre sus ojos más de lo debido.

-           Pero, pero… es que…

-           Él, como yo, es tu superior, Jonás. ¿No pensaste en eso?

-           Puta, inge… Perdón…

-           Lárgate, mierda. La cagaste. Y mañana anda directo a la obra. Wilo me recogerá.

-           Puta, inge. Perdóne.

-           Oe. Levántate el cierre. Se te ve la huevadaza.

-          Tras botar a Jonás, Eduardo va hasta el dormitorio que ocupa Renzo.

-           Perdona, Renzo. Ese hijo de puta se dejó llevar. No sé qué decirte.

-           No. La culpa es mía. Yo le acepté el trago. Yo no tomo trago.

-          Entonces, el joven ingeniero rompe a llorar desconsoladamente. Eduardo pone su gran mano sobre el hombro derecho de Renzo.

-           ¿Por qué todo me sale mal? Gustabo está mal. Su familia no me quiere ni ver. Encima me dejo llevar. No sirvo para esto.

-           Renzo, no digas eso. A todos nos toca momentos jodidos. Yo tampoco estoy feliz: no tengo mi hija.

-           Pero tu hija está bien. La puedes disfrutar. Yo no tengo nada.

-           Carajo, Renzo. Sabes que eso es mentira. Eres uno de los ingenieros jóvenes más talentosos que hay. Sólo son pruebas.

-          Renzo sigue llorando sobre la cama. Eduardo juzga que mejor lo deja desahogarse, pero no se mueve de su lado.

 

En la barriada, tras la revelación de Tito, Juan para en seco.

-           Vinicio reconchasumadre. Sí, sobrino, no soy santo como él dice, pero tampoco soy un delincuente como él. Ya veremos cómo te colocamos.

-           Tío, no le digas nada.

-           Tranquilo, Tito. Vamos a resolver esto.

-          Juan sale del cuarto y regresa a la sala. Su mujer, Irene, nota algo raro en su semblante.

-           ¿Otra vez Beto, tu hermano?

-           No. Vinicio y su modo de manejar el Sindicato. ¿Vamos al cuarto?

-          Irene mira a Miguel, con quien estaba viendo televisión. Ella supone que se trata de alguna cosa grave. Sigue a su esposo.

-          Ya en el dormitorio, ella se aproxima y habla en voz baja.

-           ¿Qué pasó, cholito?

-           Ven, amorcito.

-          Juan toma a Irene por la cintura, la besa apasionadamente, y le acaricia el cuerpo. Su verga no tarda en ponerse dura. Irene responde, pero no deja de extrañarse.

-           ¿Y eso?

-           ¿eso? Eso se llama amor, y te lo quiero hacer, cholita.

-           ¡Oye, calentón!

-          Juan se baja su pantaloneta y su calzoncillo en un solo paso, se toma su verga de 18 centímetros, gruesa.

-           Amor, ¿sabes que cantas lindo?

-           ¿Te gusta cómo canto, amorcito?

-           Claro. ¿No quieres practicar con mi micro?

-          Sin hacerse de rogar, Irene se arrodilla, toma el ‘micro’ caliente en su mano, y comienza a chuparlo.

-           Así, Irene, así, qué rico cantas, ahhh, eso, chúpalo mi amor. ¡Chúpalo!

 

En un motel cercano a la ciudad, un joven y robusto muchacho, como de unos 25 años, está totalmente desnudo, arrodillado sobre la cama. Tiene su boca y su lengua entre las nalgas de un hombre cuarentón, dilatándole el ano a punta de lamidas. Él también tiene detrás a otro hombre de 35, que le lame las nalgas y el ojo del culo.

Entre gemidos, el que encabeza el ‘tren’ logra suplicar.

-          Métemela. Méteme esa verga grande y gruesa que tienes.

-          El muchacho toma dos condones. Se coloca uno, y le da el otro al tercer hombre que le estaba haciendo el beso negro. Comparte el lubricante. Coloca el glande en la entrada del ano, y comienza a taladrar las entrañas del cuarentón.

-           Despacio, papi. Despacio que duele tu pingaza.

-           Claro, como ordene.

-          Cuando logra encajársela, espera para que el trentañero de atrás también se la meta. Jadea fuerte para contener el dolor de la penetración.

-           Listo. Muévete.

-          Con su miembro en un culo, y con su culo atorado por otro miembro, comienza a moverse, así puede excitar a tres hombres a la vez.

-          El procedimiento dura varios minutos hasta que el cuarentón pide algo más.

-           Métanmela los dos… al mismo tiempo.

-          El más joven se acuesta boca arriba sobre la cama, y hace que el alcalde se siente sobre su paloma. Cuando esto se logra, el que actúa como enteramente activo también lo penetra, y comienza a bombear como loco.

-           Así. Rómpanme el culo. ¡Rico! ¡así, rico!

-          Él y el joven se besan en la boca.

-          Entonces, el que bombea ordena que el joven tome su lugar.

-          Ahora el cuarentón y el treintañero se besan, hasta que el joven suplica, a punto del orgasmo.

-           ¡Las voy a dar!

-           Sácala.

-          El treintañero se quita el condón, lo mismo el joven, y ambos comienzan a masturbarse hasta que sus leches se disparan contra la cara del cuarentón, quien también se la corre hasta que se viene sobre su cuerpo. Mientras se va a lavar, el otro activo comienza a cariciarse con el joven.

-           Tienes rico culo. Quiero tirarme otro polvo contigo.

-           Pero la suya duele como mierda.

-           Pero ya te lo abrí.

-           Ya no hay condones.

-           ¿Y qué mierda? Estoy sano.

-          El cuarentón sale del baño.

-           Suficiente por esta semana. Ufff. Qué tal cachada.

-           ¿Qué le dije don Zacarías? En el Sindicato sabemos cómo seleccionar a nuestro personal.

-           Ya veo, Vinicio.

-           Entonces, ¿cómo quedamos?

-           Ah, claro. Hablaré con Obras, Fiscalización y Serenazgo. Pierde cuidado.

-           De veras, don Zaca. Hay un sereno que le tengo un hambre.

-           ¿Cuál? No me digas que Silvio.

-           Sí, creo. Un moreno alto, agarradazo. Se nota que tiene buen paquete.

-          Tranquilo, te lo conseguiré. Nada más que debes conseguirle retardante, porque dura poco.

-           ¿Qué mierda? Ya veremos. Ya sabe, no se meta con el Sindicato, y nos entenderemos.

-           No me meto con el Sindicato, si el sindicato me da lo que le pido. ¿Quedamos?

-          Vinicio y el alcalde sonríen en gesto de aprobación. El otro chico mira la película porno en el televisor del cuarto, mientras juega con sus huevos.

 

(continuará)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

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