sábado, 30 de octubre de 2021

La hermandad de la luna 6.10

En el G4G, Saúl se da por vencido y decide rebotar sobre el pene de Joey, quien mantiene la concentración… hasta que tocan la puerta. Ambos abren los ojos.

“Nuestros invitados”, comenta el velludo y corpulento amante.

Saúl se levanta con cuidado, y así desnudo, va a abrir. Juan, Alvin y Édgar ingresan al espacio. La revelación es el biólogo quien desnudo, efectivamente, luce un hermoso cuerpo esbelto y atlético, velludo, especialmente en la zona pélvica, pero con esa cara de niño bueno, probablemente, todo se le puede pasar por alto. Precisamente, Alvin es tomado como centro para hacer un círculo, donde él alterna besos con Joey a derecha y Édgar a izquierda, y, como si fuesen hormigas, el primero traslada el ósculo a Juan y el segundo lo hace con Saúl; finalmente, estos dos cierran el circuito. Siempre tomando a Alvin como referencia, Saúl y Juan le chupan el pene al mismo tiempo, lo que constituye una nueva revelación: dieciseis centímetros con venas por todas partes, buen grosor, aunque algo desviado hacia la izquierda, irrelevante pero detectable a un ojo clínico. Detrás de los feladores, los musculosos practican primero el beso negro, y cuando consiguen la dilatación, meten sus miembros insistiendo en no moverse; en todo caso, que se muevan los otros dos. Joey y Édgar cierran los ojos. Cuando Alvin los ve, excitado y sonriente, intenta lo mismo y siente fluir esa corriente por su cuerpo medio, y, cuando está a punto de eyacular, los abre, hace conttacto visual con esos portentos masculinos y sonríen mutuamente; los dos chicos le hacen señas para que acompase su respiración. Entonces, Saúl eyacula casi sin tener erección; deja de moverse, pero no pide que le saquen el pene de su ano. A continuación, sobre el sofá, Édgar se sienta y reclina como Joey lo hizo antes con Saúl; entonces, Juan se sienta sobre su pene erecto y se reclina. Alvin también penetra a Juan por el ano, y Joey se sienta casi sobre la cara de Édgar, quien le hace un beso negro mientras Juan se la chupa. Alvin entiende el truco: no moverse o moverse muy sutilmente. Juan termina derramando su semen sobre el abdomen de Édgar.

“¿Sexo tántrico?”, pregunta Alvin a Joey mientras esperan que Édgar se limpie el esperma en la ducha del camerino,donde también están Juan y Saúl.

“No sé cómo se llama”, admite el gladiador. “Solo sé que es alucinante”.

“¿Podremos repetirlo con tu amigo o… contigo?”

Joey sonríe, toma la cabeza de Alvin y lo besa en la boca:

“Cuando quieras”.

Mira un video. 

Tres cuartos de hora después, un minibús se detiene frente al portón de la finca. Tito desciende. Mientras el vehículo sigue su camino a Santa Cruz, el gladiador camina y su celular comienza a vibrar. El número es desconocido, así que no lo contesta. Tito toca el timbre y espera. Su celular vuelve a vibrar. El mismo número. Al fin presiona el ícono de contestar.

 “¿Tito? ¿Tito Carrillo?”

“Sí, ¿quién es?”

“Tito, soy Edú”.

El gladiador disimula su sorpresa.

“Ah, el nuevo amante de Christian Esteves”.

La portezuela del portón se abre. Tito se agacha, saluda a Carlos e ingresa.

“No soy el amante de Christian, Tito; no soy amante de nadie, y no te llamé por eso”.

“¿Entonces me dirás qué le pusiste al huevón de Christian que se desmayó en el GGG?”

“Tito, vale, deja los infantilismos, por Dios. Te llamo porque tengo en mi mano algo que puede interesarte, y que tiene que ver con algo llamado… Cruz Dorada. ¿Te suena?”

Tito se desconcierta, quedando boquiabierto, y Carlos trata de adivinar el gesto.

Mira otro video. 

Quince minutos después, Adán llega a casa, y encuentra la mesa servida con cuatro platos y a Flor preocupada.

 “No encontramos a Owen, tío”.

Por la puerta del fondo, la que conecta al gimnasio, Frank entra y camina hacia la sala comedor.

“Ni rastros”, avisa.

“Voy a buscarlo”, decide Adán, dando media vuelta y abriendo la puerta de la calle.

Cuando está a punto de salir…

“Hola, Frank”.

El aludido se asusta y queda pálido. Lentamente se da media vuelta.

“¿Dónde te habías metido?”, alcanza a articular el joven.

“Yo fui durmiendo”.

Owen, sonriendo, le palmea amistosamente su hombro izquierdo. Flor y Adán miran al pasillo como si hubiese aparecido un fantasma.


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