sábado, 23 de octubre de 2021

La hermandad de la luna 6.9

En la casa de Tito, en Santa Cruz, Frank se ha vuelto a acostar con Flor, quien permanece bajo su cuerpo. La sábana y la colcha están sobre el suelo. Tras el coito frustrado por la puerta que se había golpeado al costado, más temprano, los dos jóvenes pudieron encender su líbido de nuevo y disfrutar de una larga sesión de sexo sin mayores pretensiones más que disfrutar. El clímax ha ocurrido hace segundos.

“Sácate el condón antes que tu pene se ponga blando”, pide Flor.

“Primero tengo que sacarte mi… bueno, mi….”

“¿Tu pene de mi vagina, Frank?”

“Qué poco romántica eres, ¿no?”, sonríe él.

“Las cosas por su nombre, querido mío”.

Frank se incorpora hasta quedarse de rodillas y saca el preservativo de su pene aún duro, le hace un nudito, y, bajándose de la cama, primero prende la luz, y luego lo coloca en el cesto de la basura.

“Si hiciera esto en mi casa, mi vieja ya estaría agarrándome a escobazos”, comenta el muchacho, quien luce su espectacular figura sin nada que lo tape.

Flor, quien tampoco se queda atrás, hablando en términos de anatomía llevada a la perfección, se le acerca, también desnuda y le besa la espalda salada debido al sudor.

“Vamos a bañarnos y luego a preparar la cena, si no, tío Adán se terminará comiendo la mesa”.

Frank ríe y gira para darle un beso en la boca.

“Oye, ¿y Owen nos habrá escuchado?”

“¿Por qué te preocupa si nos escuchó Owen?”, se extraña Flor.

“Mmmm. No sé. Tu viejo, fijo, nos vio”.

“Y siendo mi papi, no hizo nada; menos Owen”.

“Igual, no lo he escuchado toda la tarde desde que vinieron del gimnasio”.

Quizás esté ahí descansando. Bañémonos, hagamos la cena, y lo buscamos para comer”.

Frank la besa de nuevo.

Mira un video 

En el dormitorio junto a la caseta de vigilancia en La Luna, Owen está acostado sobre la cama y la ocupa toda irremediablemente; Carlos está sentado sobre su pubis, con todo su pene erecto metido en su ano sin hacer más nada que tomarse de las manos y mirarse a los ojos, sonriendo, iluminado por la pequeña lámpara de emergencia que está sobre el suelo. Ambos acompasan su respiración tratando de sincronizarla, sintiendo como una especie de corriente fluye deliberadamente en todo el medio de sus cuerpos. El pene de Carlos está erecto y goteando el coloide líquido preseminal sobre el liso y suave vientre de Owen. Gimen muy despacio, casi imperceptiblemente cuando espiran.

Mira otro video. 

En la salita del G4G, Joey prueba una variante, sentándose con la espalda algo arqueada pero apoyada en el sofá, y Saúl sentado sobre su miembro erecto, también en silencio, tratando de controlar la respiración, aunque aún no consigue poner duro su miembro.

“No siento nada”, reclama Saúl con cierta dulzura.

“Shhh. Concéntrate”, le pide Joey.

Mira otro video más.

En la finca, Owen se pone en cuatro patas manteniendo su espalda en una horizontal lo más perfecta posible mientras Carlos le mete la lengua entre  los glúteos y le lame el ano, con los dedos medio e índice izquierdos le masajea el perineo, y con la mano derecha hace suavemente lo mismo con su pene duro. Los dos respiran despacio y profundo procurando conservar la misma energía que fluye por el medio de sus cuerpos físicos. Luego, Carlos levanta su tronco y con toda la paciencia del mundo, lo penetra mientras le acaricia las caderas y la espalda como si en sus dedos tuviese plumas muy suaves. No hace el baile pélvico, pero siente cómo conecta con la otra persona. Es un increíble intercambio de placer, felicidad y plenitud.

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