jueves, 6 de septiembre de 2012

La Parcela (17): Sexo de película

Hunks of Piura

Una de esas tardes, David se encontraba concentrado en la búsqueda de nuevos proveedores. Había conseguido reunir  dos o tres propuestas.

No había nadie más en la oficina, cuando Gabo llegó inesperadamente. Vestía una bermuda pegada al cuerpo que revelaba que no estaba usando ropa interior.

-          ¿Trabajando duro?

-           Claro. ¿Te gustaría ayudarme?

-           Claro, para que termines más rápido… de trabajar.

-          El tono de Gabo era distinto. Aún así, David dejó que se acercara a la computadora y le dejara apoyarle en su búsqueda.

-          El chiquillo no perdió cuanta oportunidad tuvo para rozarse con los brazos, los hombros o las piernas del administrador, inclinándose para marcar su trasero. David, quien al inicio se resistía un poco, se dejó envolver.

-           Terminamos. Gracias por tu ayuda. Ya encontré al proveedor ideal.

-           De nada. Te mereces eso y más.

-           ¿Más? ¿Como qué?

-          Gabo acarició el cuello y el pecho de David, tomó una de sus manos y la llevó hasta posarla en su nalga izquierda. A buen entendedor, pocos gestos.

-          David tomó a Gabo de la cintura, lo sentó sobre sus piernas y comenzó a acariciarlo por todo el cuerpo.

-           Se te paró, Davico.

-           ¿La sientes?

-           Claro… a no ser que sea otra cosa.

-          David sonrió, lo puso de pie, hizo que se reclinara sobre el escritorio y le bajó la bermuda. Ante sus ojos, estaban las redondas y firmes nalgas de Gabo, las que comenzó a besar, y luego a lamer hasta meter su lengua hasta el lampiño ano.

-          Gabo disfrutó ese beso negro como nunca antes se lo habían hecho.

-           Tengo un condón en mi bolsillo. Métemela.

-          David buscó y encontró el empaque plateado, que abrió, extrayendo el forro de látex. Se bajó el pantalón y el calzoncillo, se lo enrolló en sus 16 centímetros de carne erecta, y suavemente comenzó a meterlos en el agujero del culo frente a sí.

-          Cachó por varios minutos con Gabo, y se sintió relajado, sin contar la excitación. Ni qué decir del chico, quien estaba más que complacido. La escena derrochaba tanto erotismo, que era digna de retratarla…

 

Pancho estaba arreglando unas cajas en una de las huertas, cuando llegó Jano.

-          Oye, quiero hablar contigo. Quiero que sepas que lo que viste ese día no significa nada.

-           ¿Te refieres a ti y Raúl? No es problema. Es tu vida.

-           Como que no te cuadró. Escucha…

-          Justo en ese momento, Wilfredo llegaba dando voces.

-           ¡Joven Alejandro, Joven Alejandro! ¡No sabe a quién encontré!

-          Como era su costumbre, Wilfredo relató detalladamente su encuentro con José.

-           Pensé que se había ido lejos. ¿Dices que regresó?

-           Eso dijo, y quedamos en vernos en estos días. Tengo su dirección.

-           Ya pasaron como diez años. Yo tenía 14 cuando se fue.

-          Los tres varones se pusieron a caminar rumbo a la casa grande, donde Nando estaba entrenando. Jano se quedó mirándolo fijamente, mientras hacía una rutina de fortalecimiento de dorsales. Nando lo saludó levantando sus sudorosas cejas.

-          Justo allí les dio alcance David, algo agitado, para avisar que ya había encontrado lo que buscaba.

 

Nando se quedó intrigado por el jolgorio de David. Terminó de entrenar, y por más que pudo, no alcanzó a escuchar nada, incluso cuando estaba bañándose. Regresó al cuarto, donde Raúl estaba leyendo una revista, vestido con uno de sus slips ajustados.

-          Oye, ¿sabes que le pasa a Jano?

-           ¿qué le pasa de qué?

-           Ahora lo vi pasando con Pancho y Wilfredo. Me miraba raro.

-           Ja. Deberías averiguarlo tú mismo.

-           Tú sabes algo… ¿verdad?

-           Sí, pero no diré nada. Sólo te aconsejo ver más allá de tus músculos.

-          Nando se acercó, desnudo, y abrazó por detrás a Raúl.

-           ¿Por qué? ¿Le intereso a alguien?

-           Suéltame, Nando. No jodas, pe.

-          Pancho entró al cuarto en ese momento y se ganó con la escena. Con las mismas, dio media vuelta y se fue raudamente.

-           Parece, Raulito, que los intereses son otros.

-          Nando tomó una toalla y fue tras Pancho. Lo encontró dando la vuelta hacia la oficina.

-           Oye, moreno. Ya dejémonos de huevadas. Sólo estaba jugando con Raúl.

-           ¡No me interesa! ¿qué les pasa?

-           So huevón, ¿qué te pasa a ti? ¿Te gusta Raúl, cierto?

-           ¡No digas cojudeces!

-           Bueno, como quieras, pero a mi no me interesa, si eso te jode. A mi, no me interesa nadie.

-           Se nota, Nando. Se nota. Y lo lamento por ti.

Pancho siguió su camino, dejando al musculoso colorado, semi-desnudo, apenas cubierto por su toalla.

 

Tras bañarse, Jano, sin vestirse, comenzó a ordenar algunas cosas de su cuarto. Moviendo unos papeles, encontró los estuches de unos DVD. No tenían carátula. Puso uno de ellos en su lap-top.

Era Nando, como Benny Vergara, vestido con un slip negro de cuero, flexionando sus bíceps, comprimiendo su pecho, mostrando la masividad de sus piernas.

Jano tomó la lap-top, la puso sobre su cama, y él se acostó sobre su toalla, boca abajo. Mientras Benny se quitaba el slip y comenzaba a masturbarse en la pantalla, Jano comenzó a mover su pelvis como si cachara a un fantasma. Su pinga estaba lubricada por su propio líquido pre-seminal.

Las tomas se concentraban en los 18 centímetros de verga del modelo, sus brazos agitándola, su cara de placer…

Jano comenzó a moverse más rápido, hasta sentir que su caliente semen se regaba bajo su vientre.

En la pantalla del monitor, chorros de leche también se disparaban de la pija de Benny, de Nando, del chico de quien estaba enamorado.

 

Poco después, en el mundo real, Nando estaba leyendo la revista que Raúl hojeaba más temprano, sobre entrenamiento muscular. Raúl descansaba en su colchón. Pancho llegó, más tranquilo.

-          ¿sabías por qué David estaba contento esta tarde?

-           No. ¿Por qué?

-           Encontró un proveedor de agroquímicos más barato, y le pidió permiso a Jano para comprarle y dejar el que usan ahora.

-          Nando soltó la revista, y trató de captar el cuadro rápidamente.

-          Pancho se desnudó y se fue a su colchón. Nando y Pancho dormían en los extremos y Raúl al medio.

-           ¿Qué tienes, Nando?

-          LA conversación despertó a Raúl. Nando, por su parte, trató de elaborar una respuesta rápida.

-           ¿Has hecho un trío alguna vez?

-           No. Nunca.

-          Nando se quedó desnudo, se hizo de lado y comenzó a acariciar a Raúl. Pancho iba a irse.

-           No seas cojudo. Acarícialo tú también.

-          Raúl no sabía que hacer, o mejor dicho, se dejó hacer.

-          Pancho se acercó a regañadientes y comenzó a pasear su mano por los hombros, y las caderas de Raúl. Entre el grandulón gringo y él, le sacaron la sábana y el slip al trigueño, quien tenía la pinga dura.

-          Nando lo punteaba por el culo, mientras le besaba el cuello, y Pancho hacía guerra de espadas con Raúl, pero no se animaba a besarlo, hasta que, sin reflexionarlo tanto, el enlace entre ambos labios fue un hecho; luego, ambas lenguas se buscaron para acariciarse.

-          Los brazos de Pancho comenzaron a monopolizar a Raúl, dando apenas a Nando, las piernas y las caderas.

-          El gringo musculoso, poco a poco, se fue haciendo de lado, hasta abandonar el trío. Sin más interferencia, Pancho giró hasta acostarse encima de Raúl, sin dejar de besarlo en la boca y el cuello, sin dejar de recibir una respuesta que hacía algunas semanas buscaba sin saber la manera.

-          Raúl abrió sus piernas y dejó que las caderas de Pancho rozaran sus sexos con ternura, con pasión. ¿Nando? ¿quién pensaba en Nando? El cupido solo atinó a masturbarse, viendo la tierna escena.

-          Varios minutos después, las leches de Pancho y Raúl se entremezclaban entre sus vientres. Nunca antes, ambos habían sentido un orgasmo tan dulce e intenso como hasta ese momento.

-          Nando sonrió y se fue a las duchas a terminar de corrérsela.

-           Yo, definitivamente, no sirvo para romances… ¿o quién sabe?

 

(CONTINUARÁ…)

 

Escrito por Hunk01. ©2012 Huns of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Contacta al autor a hunks.piura@gmail.com o deja tu comentario aquí.

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