viernes, 15 de abril de 2022

La hermandad de la luna 10.4

En las oficinas de Cruz Dorada, Christian está sentado gastando la cuarta revista institucional en la sala de espera en Gerencia. . Hace media hora que la secretaria se ha despedido preguntándole si necesitaba algo y él le dijo que no, tras haber llegado poco antes de las cinco. Chiquito entra y camina rápido hacia la oficina de Ismael Nava.

“Disculpa”, Christian se pone de pie, pero el hombre lo deja con la palabra en la boca e ingresa veloz.

“Carajo”, balbucea el abogado y regresa al sofá de cuero.

Busca en su celular el número de Elga y está a punto de marcar cuando se abre la puerta de la oficina de Nava y éste sale rápidamente con Chiquito. Christian se levanta y le da alcance, pero el guardaespaldas lo bloquea.

“Ahora no lo puede atender, doctor”, le dice empujándolo con el antebrazo.

“¡No puedes tratarme así, oye!”, reclama Christian.

Nava sigue su camino hasta la salida y le hace una seña a un guardia de seguridad que reemplaza a Chiquito y retiene al abogado.

“Caballero, tranquilícese, o llamo a la Policía”.

“?Oye! ¿Tú sabes quién soy yo?”, se infla Christian.

“Lo siento, caballero. Está en propiedad privada y debe tranquilizarse o llamo a la Policía”.

Christian trata de salir del edificio pero el guardia se lo impide.

“¡esto es secuestro!”, amenaza.

“Conserve la tranquilidad, caballero, por favor”.

Chiquito y Nava abordan una de las camionetas de Cruz Dorada y dejan el estacionamiento. Cuando Christian por fin es liberado, corre hasta la camioneta que está conduciendo, pero el otro vehículo ya se perdió en medio del tráfico.

Mira un video aquí. 

Cuarenta minutos después, Tito y Flor llegan a la casa y encuentran a Adán y Frank sentados en el sofá. Al fondo, el AMW no ha suspendido su atención.

“Acabamos de cruzarnos con la camioneta de ellos a mitad de camino”, informa el gladiador.

Adán toma una bolsa plástica blanca que está en el suelo, a un costado del sofá, y se la lanza a su primo.

“¿Fueron de compras?”

“Más o menos”, responde el cuerpo de luchador. “Es un regalo para el biólogo”.

Tito abre la bolsa: prendas manchadas en sangre. Mira a Adán, sorprendido.

“Es uno de los sujetos que vino a molestar a Flor”.

“¿Cómo lo consiguieron?”, se asombra Tito.

“Olvidaste que fuiste un comando de estirpe?”, guiña un ojo su primo.

Tito sonríe y cierra la bolsa; comienza a buscar en su celular, en tanto que Flor se libera de su mochila.

“¿Y dónde está el alumno nuevo, tío?”

“Viene más tarde”, responde Adán.

“Y espero que sano y salvo”, murmura Frank.

Flor no entiende nada.

  

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