sábado, 16 de abril de 2022

Proyecto Lujuria 7.2: evandro parece estar enamorado de Osmar


Tras cenar ligero, Osmar recién se aparece en el condominio de Jesús María a las ocho de la noche.

“¿Dónde has estado todo el día?”, le sonríe Gibrán.

“Por ahí”, muestra sus dientes un Osmar muy coqueto, quien se mete a su cuarto mientras Alexis sale ya vestido del de Gibrán.

“Te  ves guapo”, comenta el inquilino principal.

El actor sonríe.

Suena el timbre y Gibrán se levanta a atender. Osmar sale con una toalla anudada a la cintura en dirección al baño.

“Vamos a llegar tarde”, le avisa Alexis.

“Avanza sin mí; me ducho en un segundo y salgo en un taxi”.

“Hoy domingo cobran más caro”.

“Avanza igual”.

Osmar entra al baño.

“Evandro está abajo”, anuncia Gibrán.

“Ya bajo”.

“Está subiendo”.

“Puta madre ese huevón”, , refunfuña el actor.

En la ducha, Osmar se relaja bajo el agua tibia mientras recuerda con agrado toda la velada de ese día. ¿Cómo así se dejó seducir por Alejandro, o quién sedujo a quién? ¡Qué importa! Hay planes, hay vida, hay luz. Mientras tanto, se enjabona los pectorales, los abdominales, los brazos, los costados, la espalda, el culo, al medio de él, su pija y sus huevos, sus muslos, sus pantorrillas, sus pies.

En diez minutos ya se está secando y abre la puerta del baño. Evandro está justo allí. Osmar se abre paso y avanza a su cuarto; el otro actor lo persigue.

“Os, dejemos esta estupidez, ¿quieres? La cagué, lo reconozco, pero…”

Osmar se mete a su cuarto y casi tira la puerta en la nariz de Evandro. Alexis se le acerca:

“Mejor vamos: ya es ocho y cuarto”.

Evandro toca la puerta:

“Osmar, te esperamos abajo”.

“¡Déjenme en paz, carajo!”, reclaman desde dentro.

Alexis hace un gesto de retirada; Evandro frunce la boca. Ambos se van.

Al salir a la calle, detrás del Yaris hay un Corolla blanco station wagon con un chofer esperando en su asiento y otro en la puerta del copiloto con toda la pinta de surfista. Evandro lo reconoce:

“¡Alejo! ¿Qué haces por acá?”

El fotógrafo lo saluda efusivamente con un abrazo:

“Espero a un amigo”.

“Ah, qué coincidencias”.

“Avancemos”, le recuerda Alexis desde el fondo.

“Te veo luego. ¿Cuándo nos tomamos unas chelas?”

“Cuando quieras, causa”.

El Yaris arranca y justo al fondo Osmar inicia el recorrido desde la puerta del condominio hasta la puerta de la calle. Alejandro lo ssaluda con una cogida de manos muy disimulada:

“¿Vamos?”

“Vamos”, responde el actor.

 


Al término de la función, primera en la que Evandro no experimenta una erección en vivo, los tres chicos se juntan en el vestuario para ponerse su ropa usual (ya sin la especie de supervisión por Zaira).

“¿Los llevo de regreso a casa?”, invita Evandro.

“Avancen ustedes, chicos. Yo voy aparte”.

Evandro mira a Alexis, quien hace un gesto de no buscar más problemas; pero el primero topa los abdominales de su amigo. Osmar termina de prepararse y sale. Evandro espera un poco y da otro toque en el culo a Alexis.

Al ganar la calle, ven a Osmar tomando un taxi con Alejandro.

“¿Y de dónde se conocen?”

“Yo qué sé, Evan”.

“¿Y a dónde se van a esta hora?”

Con sigilo, los siguen en la ruta que va al cuarto de Alejandro en Lince. Los ven subir.

“¿en qué huevada andarán estos dos?”, se pregunta Evandro otra vez.

“¿quieres dejar de jugar al detective? Regresemos al condo”.

“¿Podrás averiguar algo?”

“Evandro, por favor. Osmar ya tiene treinta y tres años, no es nada tuyo, tú ya tienes un compromiso con dos retoños. ¿Quieres tener un poco de sentido de la realidad, huevón?”

esto es tener sentido de la realidad, Alex. Si quieres irte, vete; si no, aguanta”.

Alexis abre la puerta del asiento trasero y baja.

“¡Oye!”, grita Osmar. “Sube. Tienes razón… Regresemos a casa”.

  

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