a raíz del testimonio que compartimos con ustedes de un chico que descubrió que se sentía a gusto practicando sexo homosexual, y que luego comenzó a experimentar temor de que, siendo activo, pudiera volverse pasivo, compartimos este nuevo testimonio que nos llega de uno de ustedes, y que valdría la pena que analicemos.
Yo también tuve una experiencia así, en la que tuve que pensar mucho sobre lo que tenía que hacer.
Hace mucho tiempo, tuve una pareja diez años mayor que yo. Cuando empezamos, las chupadas y el beso negro eran mutuos. Nunca he tenido problemas en hacer eso, al menos no con mi pareja, pero yo siempre era el activo, porque siempre fui el que penetró.
Mi pareja me pidió que me dejara penetrar. Yo lo pensé mucho, y fue una decisión personal, mezclada con curiosidad y amor.
Es un gran paso que se da, porque no sabes si después te gustará, qué se sentirá, el remordimiento y todos los prejuicios y complejos asociados a la penetración.
al final, se dieron las cosas, y yo fui decidido a probar, porque si no pruebas algo, no puedes decidir si te gusta o no.
Llegó el gran momento. Lo hice.
La experiencia no fue tan dolorosa como lo había imaginado. Él me dio seguridad, fue despacio, y, sobre todo, tuvo mucha paciencia.
Particularmente, fue una experiencia muy bonita, por decirlo así. LUEGO DE ESO, EL SEXO FUE DIFERENTE.
Cuando terminé con él, alguna vez lo probé con un amigo, y nunca fue lo mismo.
Cuando volví a tener pareja, lo hice ttiempo después de haber iniciado la relación, y me di cuenta que he asociado mucho el placer de una penetración con el sentimiento hacia la persona.
Hay algunos que disfrutan una penetración físicamente, pero habemos otros que la disfrutamos más con la mente que con el cuerpo, por decirlo así.
El problema viene cuando le dices a alguien que alguna vez te penetraron, e inmediatamente salta a sus mentes: "a éste le gusta la pinga". Eso es lo malo en esta gran sociedad. Inclusive en los gays, hay un tipo de machismo entre los penetrados y los penetradores, por decirlo así.
Cuando un activo se deja penetrar por las razones que sea, inmediatamente cae sobre él el estigma del 'volteado', del 'que se voltea', o si no, dicen 'cuidado, ése te va a estafar'.
Y, es más, lo hacemos porque nosotros lo queremos.
El haberlo hecho una vez, no quiere decir que nos agrade, o que lo tenemos que hacer siempre, obligatoriamente, o tener que escuchar las típicas frases: "pero si ya lo has hecho", "si te la han metido, entonces te gusta".
Sea por las razones que sea, lo que uno hace para buscar su placer en el sexo, debe ser exclusivo y sólo del momento. No debemos tomar éso como un estigma o una marca.
Es por eso que muchos activos tenemos miedo de entregarnos plenamente a nuestra pareja, o de experimentar nuevas cosas.
Y esto es lo que alimenta el prejuicio dentro de los mismos gays. Pedimos que se nos respete, pero no nos respetamos entre nosotros, y nos etiquetamos en base a nuestra opción sexual.
Opina al respecto aquí mismo o en hunks.piura@gmail.com
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