viernes, 11 de febrero de 2022

La hermandad de la luna 9.1

Tras levantarse a correr por la finca, Tito toma un baño y regresa a la caseta de vigilancia. Apenas han pasado cinco minutos después de la seis de la mañana. Carlos está mirando su celular y su expresión no denota tranquilidad.

“¿Quién falleció?”, bromea el gladiador.

“Owen”, murmura el capataz casi sin advertir la pregunta.

Tito se alarma y sale disparado a buscar su bicicleta. Carlos se da cuenta de su torpeza y va corriendo tras él.

“¡No es eso!”, le alarga el celular.

El gladiador mira el contenido:

“¡Por la reconcha de su madre, carajo!”, se enfurece.

Mira un video aquí. 

Tito llega como un rayo al gimnasio. Ya está abierto. Los alumnos del primer turno entrenan con cara de circunstancia mientras Owen revisa el celular de uno de ellos. El gladiador y el instructor se miran muy serios: las noticias son malísimas. Tito encarga el AMW a Adán, quien tampoco luce cómodo, y hace ingresar a Owen a la sala de su casa.

“Albergan a terrorista en Santa Cruz”, lee Flor. “Uno de los miembros más recientes de nuestra comunidad, el entrenador personal Owen Mgombo, estaría implicado en una acusación por terrorismo planteada por la justicia de la República Sudafricana. Según documentos a los que Santa Cruz Directo tuvo acceso, Mgombo habría participado en actos de sabotaje contra empleados de la empresa GC Ventures en la Provincia del Cabo, Sudáfrica, junto a otros veinte subversivos, los que fueron condenados a treinta y cinco años de prisión hace diez años. Hasta donde pudimos tener conocimiento, el mencionado sujeto no habría recibido beneficios para salir libre, por lo que su presencia en nuestro país y nuestra comunidad serían irregulares. Mgombo, como dijimos, es el instructor de un gimnasio en nuestra localidad, y se ha ganado el aprecio de sus alumnos por su carisma y aparente experiencia en el deporte de las pesas. Se desconoce cuál será la respuesta de las autoridades”.

“¿Y esas cosas en inglés?”, pregunta Tito, muy serio.

“Son auténticas, papi. Dicen que Owen es un activista anticorp, que protagonizó varias protestas y actos de sabotaje, y que en ese atentado en particular fallecieron veintiséis personas entre gerentes y empleados. Dice que usó una bomba subterránea activada a distancia cuando el ómnibus pasaba sobre ella. La foto es suya, el diario existe, la noticia existe”.

Adán voltea la cara hacia Owen:

“Te pregunté quién eras y me dijiste que no tengo nada de qué preocuparme. Entonces, ¿esto?”

Yo no negarte yo fui y soy activista anticorp, pero ese caso no terminó así: la justicia sudafricana lo revisó y una decisión es esperada”.

“¿qué quieres decir?”, trata de entender Tito.

“Do you mean that a veredict is waited, that there’s no veredict yet?”, pregunta Flor.

“Yes, I do,” responde Owen.

“So you should be still jailed, don’t you?”

Tito mira a su hija y al instructor algo fastidiado. Flor toma aire:

“Técnicamente, papá, Owen debería estar en la cárcel aún”.

“¿qué haces aquí, entonces?”, le cuestiona el gladiador.

“Los activistas anticorp protestar a nivel mundial contra abusos de corporaciones, y Golden Cross, Cruz Dorada, ser una de ellas. Es cierto que nosotros bloqueado entradas, conducido manifestaciones, dar declaraciones de prensa; pero nosotros nunca atentar contra vida de trabajadores porque ellos tener vidas y familias”.

“Entonces, si ustedes no activaron esa bomba, ¿quién lo hizo, Owen?”

“Ellos mismos, Tito”.

“En las impresiones que aparecen aquí no dice nada de eso”, interviene Flor.

“Porque Cape Town Torch es un medio comprado por Golden Cross. Si tu conseguir The Light Seeker, tú poder conocer la otra mitad de historia”.

“Lo busco y ya”, resuelve Flor.

“el website no existir ya porque Golden Cross acusarlo por noticias falsas”.

“¿Y ganaron el caso?”, pregunta Tito.

“Nosotros sospechar Golden Cross compró fiscal y juez”.

“¿Y es fácil escapar de una cárcel en Sudáfrica?”

“No saberlo”.

“¿Cómo te escapaste tú, Owen?”, Tito comienza a perder la paciencia.

“Yo nunca escapar de ninguna cárcel en Sudáfrica, Tito. Yo nunca fui en Sudáfrica. Yo venir de Inglaterra, pero yo haber nacido en otra parte”.

“Jamaica”, interviene Flor poniendo pausa a una búsqueda infructuosa en su celular.

“El pasaporte”, recuerda Tito.

“¿Haber ustedes visto mi pasaporte?”

Al ser descubiertos, Flor y Tito se miran avergonzados.

Mira otro video aquí. 

Elga también termina de trotar alrededor de la finca, y al regresar a la casa grande encuentra a Frank barriendo el porche.

“Buenos días”, lo saluda con una sonrisa seductora.

“Buenos días”, le responde el muchacho con una amplia sonrisa también.

“¿Habrá agua arriba en mi baño?”

“Ahorita subo a ver”.

Elga entra a la casa y Frank pide permiso a Carlos, quien contempla todo desde la caseta de vigilancia y suspira. En realidad, reza. La mujer llega al dormitorio y comienza a desvestirse. En veinte segundos, Frank toca la puerta. Ella lo recibe en ropa interior.

“Vengo a ver lo del agua”.

“Claro, pasa”.

Elga se quita el brassiere y la braga; sin que se lo pidan, Frank se saca la chaqueta y la camiseta y pide permiso. La mujer hace un gesto de victoria al ver el torso musculoso y velludo del muchacho. Busca una toalla y escucha que adentro abre la ducha. A los pocos segundos, Frank sale con el jean mojado.

“Parece que no hay problema”, informa.

“¿Me lo juras?”

“Claro; si quiere, la probamos”.

“Sí, buena idea”, se emociona elga.

Frank sonríe, se descalza por completo y se quita ahí mismo el pantalón y el bóxer evidentemente húmedos. Dentro de la ducha, la escena de la víspera se repite. Él la baña a ella, ella a él. Se enjuagan el jabón, se abrazan y besan con pasión. Ya secos, él se acuesta sobre la cama mientras ella le recorre el cuerpo a besos hasta tomar su pene cabezón con los labios y chupárselo diligentemente, las bolas también. La lengua traviesa de elga quiere ir más abajo y Frank cree que es hora de experimentar cómo se siente el estímulo allí donde su hombría entre comillas le dijo por diecinueve años que un hombre no puede sentir placer. ¡Y vaya que se siente rico! ¿Cuándo Frank iba a pensar que terminaría en una cama con las piernas levantadas al aire y dejando que alguien, quien sea, use su lengua para generarle placer en el ano? En retribución, él deja que Elga se siente en su cara y dar rienda suelta al sexo oral en su vulva mientras ella no sabe qué hacer con sus senos, más aún cuando él le aferra cariñosamente la cadera y la cintura o pasea sus gruesas manos por sus suaves y firmes piernas. Lo siguiente que hará esa mujer será cabalgarlo extasiada mientras él no cesa de recorrerla con las palmas y las yemas de sus dedos. De vez en cuando hace el intento de incorporarse (gracias a sus buenos abdominales) y le mama los senos. Finalmente, la propia Elga se mete el pene de Frank a su ano y termina de cabalgarlo hasta que la cara del muchacho le revela que el orgasmo se ha producido. Ella se inclina a besarlo.

“¿Crees que puedas revisarme la ducha más tarde?”

“Siempre que lo necesites”, le responde Frank seductoramente.

Ella sonríe.

Mira un video más aquí.  

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