sábado, 26 de marzo de 2022

Proyecto Lujuria 6.3: Osmar posa desnudo en la ducha del gym


Al terminar la obra esa noche de domingo, Zaira entra sorprendida:

“Lleno total, muchachos… y se quedó gente afuera”.

Alexis, Osmar y Evandro se miran algo boquiabiertos.

 


A la mañana siguiente, lunes, algunos alumnos y casi todas las alumnas del turno en que Osmar trabaja en el gimnasio se acercan a felicitarlo, a tomarse selfies, a sonreírse más que de costumbre. Luis Miguel Pérez, o simplemente Luismi, es el dueño del Steel Fit Gym y el relevo del modelo, quien no tiene ningún tapujo en fotografiarse en su celular justo cuando su ahora instructor estrella se está duchando (y él desnudo de la cintura para arriba). La recortada imagen sensual (para no violar eso de las normas comunitarias)se semiviraliza siempre con la etiqueta #Lustentupiel a la que agrega #SteelStarTrainer.

 


Esa noche se repite el lleno en el teatro. Lo mismo el martes.

El miércoles, Zaira pasa un mensaje a los celulares de sus talentos: “Quiero saber si tienen disponibilidad para agregar una función sábados y domingos 7:15 pm.”

Los tres actores, reunidos ensayando al desnudo en la sala de Gibrán, se miran otra vez. Apenas van a deliberar cuando entra otro mensaje: “¿Aceptan extender la temporada otro mes más?”

Alexis y Evandro miran a Osmar.

“No me digan que depende de mí”.

Entonces, solo suena la alarma de mensajes en su celular: “¿Aceptas dar entrevistas a un par de revistas?”

 


A la mañana siguiente, jueves, una reportera y un fotógrafo están en el Steel haciendo una nota a Osmar.

“¿Y no es incómodo actuar sin ropa frente al público?”, pregunta la periodista.

“Depende del actor; en mi caso, no. El cuerpo es nuestro instrumento de trabajo, así que para mí es lo más natural”.

“¿Harías otros desnudos en el teatro o la televisión?”

“Si se justifican y pagan bien, ¿por qué no?”

“Y de tus compañeros de reparto, ¿con quién es más complicado hacer los desnudos?”

“Con ninguno. Hay mucha confianza entre los tres”.

El fotógrafo no deja de obturar. Cuando la entrevista acaba, la periodista consulta al reportero gráfico si le falta alguna imagen:

“¿Podríamos recrear la toma de la ducha?”

Osmar duda un poco.

“Espérame un momento”, previene la reportera, quien hace una llamada yéndose a un lado del salón de máquinas.

“Bonito gimnasio”, comenta el fotógrafo.

“Gracias. Y… ¿cómo te llamas?”

“Ah, Alejandro Albújar”. El reportero gráfico muestra su credencial. La foto no enseña las arrugas del portador, pero eso no deja de lucirlo muy guapo, especialmente con una barba que hace un par de días no se afeitó y un cabello crespo ni corto ni largo.

“¿entrenas?”

“Cuando me da tiempo. El trabajo en el diario absorbe mucho; pero cuando tengo vacaciones, me largo a surfear al norte, de paso que visito a mis viejos”.

“¿Eres del norte?”

“De Negritos, Piura”.

“Piura. Estuve allá haciendo esa campaña”.

“Sí conozco la zona. Es…”

La reportera regresa:

“Doscientos cincuenta dólares por posar desnudo en la ducha. Si tienes e-wallet, te los pago de inmediato y luego regularizamos”.

“¿Los tres?”, se asusta Osmar.

“No”, sonríe la chica. “Vas con Alejo solamente”.

No pasan ni cinco minutos, y el instructor físico vuelve a quedarse en pelotas frente a un fotógrafo mientras posa en el vestidor del gimnasio. La cámara dispara varios flashes por minuto. En uno de esos segundos en que el aparato retoma energía para volver a disparar, Osmar nota que Alejandro  se acomoda algo en la entrepierna, y una especie de bulto se forma al lado derecho de la bragueta del jean celeste. El fotógrafo carraspea:

“Disculpa”.

“Descuida”, sonríe Osmar.

“¿Puedo decirte algo y no te molestas?”

“Fresco, chamo”.

“Me encanta todo tu cuerpo, pero… ese culo esde campeonato”.

Osmar se queda mirando perplejo a Alejandro sin saber si sonreír o sonrojarse, o mejor optar por ambas.

“Disculpa, no era mi…”, se apresura el gráfico.

“No”, susurra sonriendo el modelo. “Me gustaría verte desnudo alguna vez también”.

Ahora Alejandro se sonroja, carraspea. Se toma unos segundos para la próxima toma. El pene de Osmar, a pesar del agua fría, se pone erecto.

“Tenemos… que ocultar… eso”, aclara su voz Alejandro, la cara caliente, las mejillas rojas, sonriendo cómplicemente, señalando al falo duro y levantado con su mirada mientras el suyo se sigue notando bajo el jean.

Entonces, Osmar gira un poco más, y su culo se luce más redondo, más musculoso, más rico.

  

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