domingo, 1 de mayo de 2022

ASS (27A): Es como estar en una porno

Edú y Marcano comprenden por qué el sexo entre dos patas no se explica; solo se siente.

 


El cuarto de Marcano, ubicado a tres cuadras de la plaza principal de San Sebastián, suele ser frío a no ser por un par de cervezas negras y una inesperada visita que ahora yace bajo su piel, totalmente desnudo igual que él. Es Edú. Ambos se besan y acarician sobre el colchón tirado al piso que sirve como cama, en medio de maletas y cajas que sirven a manera de armarios, una laptop más allá sonando con algunas bachatas, la luz apagada. Es domingo por la noche.

La lengua de Marcano saborea el perfumado cuello de Edú mientras comienza a recorrer hasta el centro de su pecho y luego cada una de sus tetillas que comienza a mamar con dulzura. Edú gime con los ojos cerrados mientras acaricia el cabello ñuto de su amante quien ahora desciende por sus bien marcados abdominales hasta llegar a su recortado vello púbico.

Marcano toma la pinga de Edú, la masajea suavemente, y de inmediato se agacha a mamarla. Edú jadea al sentir el cosquilleo. Marcano pasea su lengua por los 18 centímetros duros y gruesos hasta caer en las lampiñas bolas y mamarlas con mucho cuidado.  Sin que se lo pidan, el invitado levanta las piernas y sin mencionar nada anima a que el anfitrión siga recorriendo con su lengua hasta llegar a su ano.

El beso negro es de lo más intenso y tierno que hay. Es una rara suavidad viril que se extiende desde el ojo del culo hasta el último poro de su piel. A tientas, Marcano busca la cajita de condones, abre uno, se lo pone sobre sus 21 centímetros ya erectos y comienza la penetración. Edú siente que el falo ingresa en sus entrañas, pero más allá del escozor o la opresión, no siente dolor, y no porque tenga su hueco ya desvirgado; es un raro estilo que tiene este hombre de poseerlo. Marcano se inclina de nuevo y mientras se mueve, reanuda sus besos con Edú.

“Hazme tuyo”, le susurra.

“Ya eres mío”, le responde.

Tras algunos minutos en esa posición, Marcano hace que Edú se aferre de su cuello con fuerza y se incorpora hasta arrodillarse junto a él cuidando de que su miembro no se salga del orto.

“Cabalga”, le indica.

Edú comienza a rebotar mientras frota su pene erecto contra el vientre de Marcano. Los besos no cesan. Los rebotes se hacen cada vez más intensos hasta que el pasivo cae en éxtasis. Ambos jadean y respiran profundo. Con mucho cuidado, Marcano extiende sus piernas y se sienta para luego acostarse boca arriba. Edú sigue quedando encima cabalgando su verga, e inclinándose para seguir besando a su amigo. En esos momentos, Marcano aprovecha para bombear bien el ano.

“Me vengo”, casi ruge el activo.

Edú siente cómo el pene dentro de su culo comienza a palpitar, mientras el activo entra en un estado de máxima relajación y placer.

“Ah, carajo. Te amo”

Minutos después, , ambos descansan bajo la gruesa cobija que cubre el colchón.

“¿en serio me amas?”, sonríe Edú.

“Me dejé llevar, vale. Sí me caes bien, excelente, definitivamente coger y charlar contigo es chévere, pero nada… me dejé llevar”.

“¡Cachas con alguien más?”

“No, aunque no te negaré que a veces hay clientes que te llaman por una reparación o una instalación y, bueno… la carne llama a la carne… tú sabes”, ríe Marcano.

“¿Sabes que cuando cachamos con Julio me sentía en una porno? ¿No te ha pasado que a veces tus fantasías son superadas por… cómo explicarlo?”

“Nada, pana. El sexo no se explica, solo se siente y ya. Explicarlo le quita la magia”.

“Tienes razón… el hecho es que me sentía en una porno”.

“¿Has visto mucho porno?”

“Hasta ahora. No me jode aceptarlo”.

“¿Has hecho porno alguna vez, pana?”

“He bailado calato en discos, he trabajado como escort, he posado calato para fotos, pero hacer porno asícon otro pata,no, no he tenido el gusto”.

“O sea, que si te ofrecen, aceptarías”.

“Sí, pero ya tengo 30. A esta edad ya no te contratan”.

“Gracias por sentirte en una porno”, sonríe Marcano. “Lo tomo como halago”.

“Tú tienes traza de actor porno,claro que el mameluco engaña, pero calato y todo, pareces uno”.

Marcano sonríe, se destapa, se levanta del colchón, jala la laptop, busca algo y se lo muestra a Edú: una porno gay. Dos patas musculosos, al menos atléticos, cachando.

“¿Eres tú?”, se sorprende edú.

“Así financié mi viaje hasta acá hace tres años”.

“¿Cuánto te pagaron?”

“250 dólares por video. Hice tres o cuatro. Con el cuarto ppude dejar dinero en casa mientras viajaba acá. Con video y medio me pude mantener al llegar mientras me buscaba trabajo hasta que entendí que acá nadie te contrata por lo que sabes hacer: tú tienes que crearte tu trabajo”.

“¿Ya trabajabas como electricista en Venezuela?”

“No. En realidad soy ingeniero mecánico-eléctrico. Es una larga historia”.

“¡Larga como tu pinga o como la mía?”

Marcano besa a Edú.

“Larga como la de ambos”.

Marcano vuelve a recorrer el cuello, el pecho, las tetillas, el abdomen y el pubis de Edú, pero esta vez se concentra en mamar bien el pene del chico mientras idea algo: se sienta en cuclillas sobre la cara de su amigo dejándole sus nalgas bien abiertas.

“Chúpame el culo, vale”.

Edú no espera tanto y separa más esos dos enormes glúteos y mete lengua. Marcano se inclina para seguir chupando el pene de su amante. Tras cierto tiempo, vuelve a buscar a tientas la caja de condones, abre uno y lo coloca casi con los labios y los dedos a Edú.

“Clávame, pana”, le pide.

Marcano se acuesta sobre el colchón boca arriba y edú se arrodilla para meterle su pinga tratando de ser cuidadoso también. Lo bueno es que ésta se desliza sin tanto problema. Comienza a cimbrarse mientras lo besa en la boca. Se mantiene en esa posición por largos minutos.

“Ponte en perrito”, ahora pide él.

Marcano se pone en cuatro patas y Edú lo penetra haciendo chocar su pubis contra esas grandes nalgas. A la mierda si el sonido se escapa del cuarto: Hasta donde saben ambos, no hay nadie más en ese piso. Edú termina apoyándose en la espalda de Marcano y ambos terminan uno encima del otro sobre el colchón.

“Las voy a dar”, anuncia edú, y tras un minuto o dos, su semen se dispara contra el preservativo mientras sigue dentro de Marcano. “Esto también fue otra porno”, le sonríe casi sudando.

“Menos mal que mi vecino no está”.

“¿A qué hora viene?”

“Ya debería estar aquí, pero creo que llega mañana por la mañana. Quizás esté en Chiclayo”.

“¿Es policía?”

“No. Fisioterapéuta. Trabaja en el hospital del seguro social. Si hubiera estado en su cuarto, hace rato que hubiésemos hecho un trío, vale”.

“¿Ya has cachado con él?”

“Con el cuento de probar nuevas técnicas de masajes, sí, dos o tres veces. Tiene buen culo y lindo carácter. Te va a caer bien”.

“Sí. Sí he cachado con fisioterapeutas. Son más arrechos igual que los enfermeros, los médicos, los policías. Parece que el uniforme les eleva la lívido”.

“O podría ser el fetiche sexual, pana”.

“Otra porno”, ríe Edú.

De pronto su celular suena. Sale del colchón y busca el aparato entre su ropa regada en el suelo.

“Quizás tu patrón preguntando dónde estás”, bromea Marcano.

”No, número desconocido”.

Edú contesta de todos modos.

“¿Sí, ¿diga?”

“¿Es el teléfono de Edú, amigo de Pedro?”

“Sí”, duda el atleta. “¡De parte?”

“Soy Flavio, amigo de Alejo y Miguel. ¿Tendrás un minuto de tu tiempo?” 

Y para terminar, te dejamos con una porno.

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