sábado, 14 de mayo de 2022

Proyecto Lujuria 8.3: ¿Alejandro es tan confiable como su verga y culo?


Cuando acaba la función de ese domingo, Evandro y Alexis ya están vestidos para dejar el teatro mientras Osmar recién está en bata de baño tras demorarse atendiendo a algunos espectadores que le pidieron fotos.

“¿Te esperamos o te vas con tu… fotógrafo?”, ironiza Evandro.

“Avancen, chicos. Termino esa cosa hoy”.

“Ten mucho cuidado, Os. Ya sabes qué sospecho”.

“Tranquilo, Evan”, sonríe Osmar. “Ya sé qué pasa si meto los dedos al tomacorriente”.

Alexis y Evandro salen del vestuario. En menos de veinte segundos entra Zaira. Cierra la puerta.

“¿Lleno total?”, sonríe Osmar.

“Sí… seguimos con gente comprando entradas para mañana y pasado mañana”.

“Son buenas noticias, ¿no?”

“Para todos, creo… aunque…”

Osmar recién se percata de que Zaira lo mira con mucha seriedad.

“Lo que tengas que decirme, dilo, Zai”.

La directora se tira su cabello tras los hombros, busca una silla, se sienta:

“Osmar… ¿es cierto que Alex y tú… ahora son… amantes?”

El actor deja de limpiarse la cara y la mira desconcertado.

 


“Ah, esas bolas son frecuentes en este mundo”, tranquiliza Alejandro mientras Abraza a Osmar en la cama.

Tras la función en el teatro, el fotógrafo ha recogido al actor y han vuelto al condominio.

“¿en serio no te importa?”, pregunta Osmar.

“Desgraciadamente en esta industria, el chisme es parte del negocio. O lo aceptas y lidias con él, o te cagas en un vaso con agua. Tienes que bañarte en aceite, no distraerte, agarrar tu ola y surfear. Además, si fuese cierto, ¿por qué me traerías justo aquí? Encima, ya sé que tu supuesto ‘amante’ en realidad cacha con el otro chico”.

“Lo estás trivializando, Ale”.

“Y tú le estás dando mucha importancia. Por último, si fuese cierto, ¿qué tiene que meterse Zaira banquells en tu vida? Todos son adultos, ¿no?”

Osmar guarda silencio, como procesando toda la información.

“Antes de conocerte, se rumoraba que tú eras amante de Evandro Cruzado, pero ya te das cuenta que es falso”.

Osmar mira a los ojos de Alejandro:

“¿Dónde escuchaste ese rumor?”

Alejandro duda, se traba:

“Por… por ahí”.

“¿Por ahí, Alejandro…? ¿Por ahí…? Evan está casado, tiene dos hijos…”

“Alexis Rodríguez igual, y se separó y está rehaciendo su vida. Y también vas a oír de mí que anduve con fulana, con zutano, qué se yo. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, Osmar”.

Alejandro le da un beso en la boca.

“¿Tienes ganas de hacer el amor…? Traje la vaselina”.

Osmar se queda pensativo varios segundos:

“Mejor durmamos… Mañana tengo que madrugar al gym”.

Ambos se desnudan y se meten bajo las cobijas. Alejandro abraza a Osmar por la espalda:

“Mañana será mi primer día de re-entrenamiento, sonríe mientras da un beso en el cuello a su amante.

Osmar sigue procesando toda la información. Casi ni se percata que una pinga dura se acomoda en medio de sus dos enormes nalgas.

 


A las cinco y media de la mañana, el instructor llega, como de costumbre, al Steel Fit Gym. Lo acompaña Alejandro. Evandro llega unos minutos después tras trotar desde la residencial.

“No me digas que por fin te mudaste a Jesús María”, celebra el actor.

“Podría ser”, sonríe el fotógrafo. “¿Conocerás de un minidepa, con un cuarto, su cocina, acá cerca?”

“Pensé que estabas más cómodo en Lince por eso de irte lateando al diario”.

“Por acá me sale más cerca porque la redacción está tirando más a Santa Beatriz”.

“Prueba por san Felipe, Olavegoya; aquí en el mismo Salaverry hay pero deben estar carísimos”.

Ambos continúan su entrenamiento y el instructor no pierde de vista la forma cómo ambos interactúan.

La rutina de Alejandro acaba a un cuarto para las siete, tras la que se va a la ducha. Osmar se da un salto y lo alcanza. Para su buena suerte, no hay nadie más cerca.

“No me contaste que te conoces con Evandro, vale”.

“Ah”, duda un poco el fotógrafo. “¿Nunca te conté?”

El agua fría y el jabón dan un brillo especial a su marcada piel trigueña desnuda.

“No. No me has contado”.

“Lo conozco de años… de… de las comisiones… él trabajó en novelas… de ahí… ¿Por qué?

“Por nada, chamo. Curiosidad”.

Osmar da media vuelta:

“Oye, ¿te recojo esta… noche?”

Osmar vuelve a girar sobre sus talones:

“Yo te aviso, vale”.

El instructor regresa a la sala de máquinas mientras Alejandro resopla bajo el agua de la ducha, y no de frío. Entonces, se percata que no está solo.

“Hola”, dice sorprendido.

Gibrán está contemplándolo en el pasadizo de las duchas:

“Así que tú eres la nueva conquista de Osmar”.

Alejandro se enjuaga bien, cierra la ducha, se seca y sale:

“Permiso”.

Gibrán se queda salivando viéndole el cuerpo marcado y el culo redondito, mucho, mucho, mucho más que el suyo. La pinga se le para bajo el short.

Cuando regresa al vestidor, Gibrán se encuentra con el fotógrafo poniéndose la ropa; pasa de largo lanzándole una sonrisa coqueta. Alejandro prefiere darle la espalda.

“Cabro de mierda”, susurra el surfista, quien en ese momento decide que llegó la hora de una reunión de emergencia.

 

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