domingo, 8 de mayo de 2022

ASS (27B): Penes de oro

Miguel cree que Edú y Marcano han pasado la prueba al aire libre; pero uno de los tres puede que ya no siga.

 


La tarde siguiente, lunes, Miguel se abre paso entre el bosque que tapiza la falda del cerro San Sebastián, relativamente cerca de la ciudad.

“Aquí está bien”, indica señalando un lugar desde el que se tiene una fantasmal vista del valle algo difuminado por el polvo que levanta la brisa de la tarde. Tras él, dos varones también se abren paso.

“¿Por acá no fue donde descubrieron esas pingas de oro?”, recuerda edú.

“Sí, pero fue un poco más arriba”, confirma Miguel.

“¿Pingas de oro?”, se extraña Marcano.

“Los antiguos tallanes ttenían una obsesión por la fertilidad porque dependían de que el río crezca y llueva en verano para cosechar alimentos, así que hacían penes de oro y los ofrecían a este cerro, y parte de la ceremonia incluía cachar entre ellos”.

“¿Cachar entre hombres?”, sonríe Edú.

“¿Qué tiene?”, responde Miguel. “La homosexualidad es tan antigua como la humanidad. ¿Con quién comenzamos?”

“Conmigo”, responde Edú, quien se adelanta hasta un faique.

“Calatéate de una vez”, indica Miguel.

“¡No me tomarás primero con ropa, luego con bóxer, luego calato?”

“La sesión completa te la hará Willy. Recuerda que ahorita necesitamos tomar pruebas, no tenemos mucho tiempo de sol disponible y no quiero que la ronda nos encuentre aquí calatos”.

Edú se queda desnudo aunque sin quitarse las zapatillas y las medias. Se ubica, y Miguel, sacando una cámara pequeña de su bolsillo, comienza a encuadrarlo y retratarlo.

“Bien ahí. Gira y ponme duro tu culo”, instruye el artista.

Edú se pone de espaldas y agrega tensión a sus redondas nalgas mientras Miguel comienza a tomar las fotos.

“Gira de nuevo. Pon dura tu pinga”.

Edú acata y comienza a sobarse el pene para conseguir una erección. “¿No quieres ayudarme?”, sonríe a Marcano, quien está detrás de ambos viendo el paisaje y viendo la furtiva sesión.

“Ya va, pue’”.

Su compañero se acerca, se arrodilla sobre el suelo de tierra y comienza a practicarle sexo oral. El rostro de Miguel se ilumina.

“Desnúdate, Marcano”.

“¿“¿de una vez?”

“Hazme caso, chamo”, sonríe Miguel.

Marcano se quita toda la ropa quedándose también en medias y zapatillas.

“Chúpasela de nuevo”.

Marcano reanuda el sexo oral a edú mientras Miguel fotografía todo.

“Hazle beso negro; Edú, tú pajéate”.

Los modelos siguen las instrucciones del fotógrafo: Marcano toma las dos firmes nalgas de su amigo, las separa, saca su lengua y comienza a lamer ese ano y besarle las nalgas.

“Ahora inviertan papeles”.

Marcano deja de meter su lengua entre las nalgas de Edú, se levanta y ahora ofrece su largo pene semi-erecto a su amigo quien se lo chupa hasta ponerlo más largo, gordo y duro. Posteriormente, da media vuelta y deja que Edú le bese y lama el inmenso culo. Miguel sigue fotografiando incluso desde ángulos muy invasivos, como debajo de la entrepierna del venezolano.

“Sería chévere que se metieran la verga por el culo”, piensa en voz alta.

“Tengo condones”, avisa edú.

“¿Tienes lubricante?”, consulta Marcano.

“No. Me olvidé”.

“Yo creo que sí tengo”, recuerda Miguel. Se revisa los bolsillos y encuentra un ccojincito.

Primero es Marcano quien mete sus 21 centímetros al culo de Edú, se mece lentamente para evitar que la foto salga movida; luego es Edú quien penetra a Marcano igual de lento.

“Listo, chicos”, avisa Miguel. “Ya tengo las fotos”.

“¿Y tú no quieres cachar?”, sonríe Edú masajeándose su pene nuevamente erecto.

“Ya no hay condones”, sonríe Miguel.

“Hay uno”, recuerda Marcano.

“¿Tienes una moneda?”, consulta edú.

“Sí”, avisa Marcano. “¿Para qué la quieres?”

“Cara: tú se la metes; sello: yo se la meto. ¿Hecho?”

Tras echar suertes, Marcano se pone el condón y le mete su pene a Miguel mientras éste se la chupa a Edú. Marcano, quien ya estaba excitado por el asunto de hacer la sesión, ponerse la verga dura y mostrarla, dejársela chupar y meterla antes a su amigo, no aguanta más y deja que su orgasmo explote sin censura.

“Me vengo, pana… ¡me vengo!”

Miguel siente cómo el pene del chico palpita dentro de su ano mientras Edú saca el suyo de la boca del artista.

“Vámonos que ya va oscureciendo”.

A Miguel le extraña la actitud de Edú pues pensaba saborear su semen, pero considerando que el sol comienza a ocultarse, le parece una buena idea. Al llegar a la base del cerro, la moto de Marcano los espera junto a la casa de un conocido (quien está enteradísimo de lo que pasó en el cerro). Tras agradecer, los tres se montan en el asiento y regresan a la ciudad.

Con los baches, Miguel aprovecha para pegar su pene erecto a las enormes nalgas de Marcano, quien conduce el vehículo. Los tres regresan al gimnasio del AS.

“Ese Marcano es una máquina, huevón”, comenta Miguel a Alejo en voz baja. “Subió el cerro como si nada, se deslechó, bajó, condujo la moto y encima viene a entrenar”.

“Está perfecto para hacer porno, entonces”, sonríe el instructor de turno.

A la mañana siguiente, edú y Marcano van a Piura para pasar el control médico que exige Enrique antes de cachar en cámara. El doctor Talledo se sorprende de la anatomía perfecta del venezolano, en especial su gran pene, sus enormes bolas y sus inmensas nalgas.

“Perfecto, Tomás”, le sonríe. “No hay problemas contigo, en todo caso esperemos qué dicen las pruebas de sífilis, gonorrea, herpes y clamidia, pero al menos VIH, estás limpio”.

 “Ah, casi no me llaman Tomás”, sonríe el chico. “Más me llaman por mi apellido: Marcano”.

Talledo sonríe de vuelta mientras le acaricia la verga y el culo.

Tras salir Marcano, llega el turno de Edú, quien se calatea y se pone en posición de fiel musulmán para que el médico lo revise. Luego, espera sentado en la camilla.

“¿Nunca te has tamizado para ITS, infecciones de transmisión sexual?”

“Pero no tengo nada, doctor

Talledo respira un poco. Espera. Al fin habla:

“Eduarddo… tu prueba rápida de VIH salió… positiva”.

Edú se turba un momento:

“¡No será un error?”

“Por eso te haremos una más precisa que la prueba rápida… Mientras tanto, por precaución, sí deberías contactar a las personas con quienes has tenido sexo, en especial sin protección, para avisarles que también se chequeen”.

Edú prefiere guardar silencio mirando al vacío… o quizás a una lámina de un pene y sus testículos colgada en la pared. 

    

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