viernes, 15 de junio de 2012

La Parcela (4): Nando y Raúl

En la oficina de la parcela, las manos temblorosas de Jerry habían dejado caer el contenido del envoltorio.
- ¿qué pasa jerry? Mucha paja te estás haciendo.
- Dis-dis-disculpa.
Wilfredo levantó lo caído: una libreta de espiral.
- El joven Alejandro me dijo que la uses para registrar quiénes comen, cuándo, y esas cosas, para que luego te paguen a fin de mes.
- Claro.
Jerry sudaba frío.
- ¿qué pasa Jerrycito?
- Nada.
- ah, ya sé.
Jerry miró a los ojos de Wilfredo, atemorizado. El ´guardián cerró la puerta de la oficina, se aflojó el cordón de su pantaloneta, y se la bajó, junto con su calzoncillo, hasta medio muslo. Comenzó a acariciarse la pinga.
- Esto es lo que te hace falta, ¿no?
- ¿Qué?
- Desde anoche me la estás buscando. Quieres que te cache. aprovechemos.
El miembro de Wilfredo  comenzaba a crecer hacia los famosos 20 centímetros en medio de su pubis velludo. Comenzó a acercarse a un petrificado Jerry.
En el dormitorio de Nando y Raúl, los dos muchhachos seguían desnudos.
Nando se limpiaba el vientre lleno de semen con una considerable cantidad de papel higiénico.
- Asu, huevón, has botado como mierda de leche. ¿Desde cuándo no cachas?
- Hace quince días, después que salimos de la disco.
- ¿Con quién?
- Contigo, pues, huevón. ¿Y tú, desde cuándo no cachas?
- Desde ayer por la tarde.
- ¿Y te ordeñó bien?
- Un par de veces... pero no te preocupes: yo también lo ordeñé bien.
- ¡Ya vas!
- ¡No es floro! ¿De dónde crees que salió lo del pasaje para acá, y las... provisiones?
- Bueno...
- Pero ya quiero dejarme de huevadas. Y ésta es mi oportunidad.
Raúl se acababa de limpiar el blanco fluído.
- Mejor me voy a bañar.
- ¡Nos vamos a bañar! De una vez, que quiero que me ayudes a hacer los cuadros.
Cada uno se puso una toalla acabada de comprar, anudada a la cintura, abrieron la puerta y se fueron a la contigua, donde estaba la ducha.
Ellos ingresaban y Gabo salía. Raúl cruzó su mirada con la del chibolo, quien se fue raudo al cuarto de Wilfredo.
- Parece que le gustas a la bebita, Raulito.
El trigueño se rió, dando un leve puñete en el hombro de Nando.
En la oficina, mientras tanto, Wilfredo se acercaba con su verga erecta a un indeciso Jerry, quien miraba el rostro arrecho del guardián, y el falo babeante que estaba a sólo centímetros de sí.
El teléfono sonó.
Como si alguien lo hubiera visto, Wilfredo se levantó pantaloneta y calzoncillo, se frotó las manos y contestó la llamada.
- ¿Aló?... ¡Joven Alejandro!... Bien, bien... Si, ya están en su cuarto... sí, sí... También, acabo de dárle...
se volteó a buscar a Jerry, pero éste había aprovechado para abrir la puerta de la oficina y escapar hacia la cocina, donde se refugió agitado. No estuvo allí mucho tiempo y salió en dirección al cuarto de Nando y Raúl. Tocó, sin resultado.
En la puerta del costado, apareció Gabo.
- Están bañándose los dos juntos.
- ¿Los dos juntos?
- Sí... parece que son pareja.
Jerry miró a Gabo con cara de asombro.
Al anochecer de ese día, Wilfredo fue a interrumpir el trabajo de Nando y Raúl en la oficina, quienes se liaban entre papeles cuadriculados tamaño oficio y una calculadora científica.
- Ingenieros, ya está la merienda.
- Gracias, don wilfredo. Cuadramosésto último y vamos. Gracias por avisar.
Raúl se asomó a ver al cielo.
- Ya es casi oscuro. ¡Cuatro horas de trabajo!
- si Jano tuviera compu, nos demoraríamos media, a lo mucho.
- ¿Le dijiste eso?
- No sabía que esto no tenía más que un teléfono fuera de moda.
Raúl sonrió.
Terminaron unos diez minutos después. Nando se estiró mostrando su musculatura.
- Ordena los papeles, Raúl. Me adelanto a cenar.
- Ya.
Una vez que el trigueño atlético terminó, y se iba a apagar la luz, jerry se apareció en la puerta.
- Al tiempo, Rulo. ¿Te acuerdas cuando te decíamos Rulo?
- Tenía 15 años, y el pelo más crecido.
- ¿Recuerdas cuando fuimos al canal con los chicos luego de jugar voley?
- Fuimos a concursar a ver quién la daba más lejos; luego los chicos nos dejaron solos, y fue... mi primera vez... contigo...
- Eras el más aventajado de todos... Oye, ¿tú y ese Fernando... son... pareja?
- ¿Por qué dices eso?
- Bueno, llegaron juntos, duermen juntos, trabajan juntos... se duchan juntos.
- No te entiendo.
- No hace falta. Mira, yo quería pedirte algo muy encarecidamente.
- Sí... dime.
- Yo sé que lo que hice con Gabo estuvo mal.
- Normal, Jerry. Es tu vida.
- Por favor, no vayas a comentar nada de eso a nadie.
- Tú sabes que yo no soy chismoso.
- ¿qué quieres decir?
- ¡Nada, huevón!
Raúl palmeó el hombro delgado pero torneado de Jerry, quien evitó como pudo la muestra de afecto.
- Hasta mañana.
Raúl se quedó confuso en la puerta de la oficina.
Al llegar a la cocina, sólo estaba Nando saboreando la cena.
- Oye, desde mañana, planchas, sentadillas, ranas, barras... si seguimos comiendo así, vamos a terminar chanchos.
- Ajá... ¿y el resto?
- se quitaron a jatear. Tú sabes que la gente del campo jatea temprano.
- Pero apenas son las siete.
La luz eléctrica iluminaba la fachada de la casa grande en la parcela. Nando la aprovechó para pasear buscando un lugar donde pudiera hacer sus ejercicios, pero se quedó con el cobertizo de la parte posterior. Encontró una ruma de sacos de polietileno, los sacudió bien, y le colocó una franela que encontró por ahí. se desnudó hasta quedarse en boxer, y comenzó a hacer abdominales, luego planchas, sentadillas, y toda una rutina de isométricos.
Raúl pasó hacia las duchas, y cuando salió de ellas, Nando no llegaba ni a la mitad de su rutina.
Cuando ésta acabó, entró a las duchas, abrió una de las llaves y se quitó el sudor. Tomó un pedazo de jabón que allí dejó esa tarde, y se rodeó de fragante espuma. Pensaba, pensaba y pensaba, mientras sus manos acariciaban su amplio pecho y grandes brazos, su abdomen duro y cuadriculado, su cintura pequeña, sus grandes nalgas, macizos muslos y gordas pantorrillas.
Al secarse, y verse en el espejo con la débil luz, notó que la barba comenzaba a poblar su rostro. Cada dos días tenía que rasurarse. Esta noche no lo haría.
al regresar al cuarto, la luz estaba apagada, pero pudo ver la silueta de Raúl, desnudo, parado en la ventana, viendo hacia el cielo.
- ¿Lloverá?
- No. ¿quieres ver las Tres Marías?
- A ver.
Nando se acercó por la espalda de Raúl y le arrimó su cuerpo.
- ¿Cuáles son?
Raúl le señaló  los tres puntos de luz, pero Nando, en vez de verlos, comenzó a besarle la nuca, y a bajar con sus labios toda la médula espinal, lentamente. Al llegar a la raja del culo, se desvió a cada nalga, y las besó y lamió. Raúl se estremecía y se aferraba fuerte de los fierros de la ventana.
Nando se puso de pie y arrimó sus 17 centímetros en medio del culo de Raúl.
- Gracias por ayudarme. Te pasaste.
- Somos compañeros, ¿verdad?
- Más que eso, Raulito. Tú lo sabes.
El trigueño se removió todo, mientras su pene marcaba sus 18 centímetros de largo y un considerable grosor.
Nando besó sus orejas, y hablaba susurrando.
- ¿Te cacho?
- Sí.
Cuando el blanco musculoso y velludo regresó al asalto de la espalda de Raúl, traía la pija forrada en un condón, y un pomito de lubricante.
- Para el culo.
Raúl le ofreció su trasero, y Nando fue introduciendo su dura verga en el interior del ano de ¿su compañero?, ¿su amigo?, ¿su amante?
Agarrándolo de las caderas, Nando trató de que las suyas danzaran ofreciendo lujurioso placer a un chico que tenía una mezcla de sentimientos en su interior, pero algo clarísimo: ese cuerpón, fantasía de cualquier hombre o mujer con gusto por un 'hunk', le atraía mucho.
Jadeando, Nando incrementó la velocidad en el culo de Raúl, quien sin dejar de mantenerlo parado, y aferrado a los barrotes de la ventana, se cimbraba tratando de sentir la penetración al máximo.
Raúl comenzó a masturbarse su aventajado miembro.
el jadeo se incrementó hasta que su semen se disparó contra la toalla que estaba colgada, secándose en el filo de la ventana. Ahogó un gemido, aviso de su orgasmo.
- ¿qué pasó?
- Ya las di.
- ahora me vengo.
Nando hizo un brusco movimiento, y hundió su pene de golpe en el culo de Raúl.
- Las di.
- sí. Siento cómo late.
- me voy a bañar.
Raúl lo siguió.
Esa noche, los dos durmieron desnudos, compartiendo el mismo colchón, abrazados.
Y así amanecieron, sudorosos.

(CONTINUARÁ)

©2012 Hunks of Piura Entertainment. esta es una obra de ficción: los nombres, situaciones y lugares son pura coincidencia.
Escribe: hunks.piura@gmail.com o deja tu comentario aquí.

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