jueves, 5 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (19)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

La semana transcurre casi sin novedad. Al tercer día, el cielo se encapota y uno de los albañiles teme lo peor.

-          Va’lluver.

A pesar de que su cabeza está en Lima, Renzo ha notado que el cemento está agotándose más rápido de lo calculado, por lo que teme que sus estimaciones tengan un error. Revisa los reportes en la computadora: todo parece estar en orden.

Al cuarto día, no aguanta más, y se lo comenta a Tito, quien ha preferido mantener la distancia de su jefe.

-           Pero yo no me equivocado.

-           No, Tito. Definitivamente no es error tuyo o mío. Hay algo, mejor dicho, huelo algo, y quiero saber de qué se trata.

-           Si quiere, lo ayudo.

-          Renzo mira a los ojos de Tito: ha aparecido un cómplice.

 

Durante ese día, todas las armazones de fierro que marcan los sitios de las columnas se van instalando una a una, según el plano de la escuela.

Juan y otros vecinos y obreros participan en la instalación. Es indescriptible la emoción en los rostros de todos quienes ven cómo al fin el proyecto barrial de la escuela toma forma.

Juan demuestra liderazgo y compañerismo, por lo que uno de los capataces lo nombra como responsable de las herramientas de trabajo.

 

Eduardo y Jonás pasan la sombría tarde en la casa de campo, tirando con el alcalde Zacarías y el arquitecto Solórzano. Los cuatro en la misma cama.

Primero Jonás le mete sus 20 centímetros de gruesa pinga al alcalde, mientras que Eduardo no deja de dar nalgadas al arquitecto, quien se aguanta sus 18 centímetros.

Tras cierto rato, los dos activos desechan y cambian sus condones, y alternan: Eduardo se la mete al alcalde y Jonás al arquitecto. Luego, Eduardo se acuesta en la cabecera, abre sus piernas y deja que Solórzano se la chupe, mientras que Zacarías se la mete al arquitecto, y Jonás se la mete al alcalde.

En minutos más, la leche de Eduardo salta hacia la cara de Solórzano, quien recibe en sus nalgas la del alcalde, y ambos pasivos comparten la leche de Jonás en sus pechos.

-          qué tal faena, Jáuregui. Y usted, Solórzano, qué rico mueve su culo.

-           Pero nada como la pinga de Jonás, ¿cierto, señor alcalde?

-           Mejor que mis serenos.

-           Qué bueno. Entonces, mañana les llegarán sus porcentajes, a la noche, como siempre. Y la gente que los lleva tiene instrucciones especiales.

-           ¿Cuáles, Jáuregui?

-          Eduardo guiña el ojo al alcalde, mientras se soba su paquete con fuerza.

 

Al finalizar la tarde, Vinicio está solo en la oficina del Sindicato, viendo una revista porno gay, cuando llega Lucas, su pareja sexual de turno.

-          Listo, don Vinicio.

-           ¿seguro?

-          El joven saca un paquete de su mochila. Suena a metal.

-           Perfecto. Mañana no irás a trabajar. Nos veremos hasta la tarde, en la agencia, para viajar a Lima.

-           Claro… ¿a qué hora salimos?

-           Las tres de la tarde. Alístate.

-          Vinicio guiña un ojo, y Lucas cierra de nuevo su mochila.

-           Bueno, nos vemos mañana.

-           ¡Un momento! Aún no he acabado.

-          Vinicio se levanta, cierra la puerta, y comienza a desvestirse.

-           ¿Vamos pa’ la ducha, Lucas?

 

Hacia las nueve de la noche, Juan está medio dormido, cuando Tito pasa hacia la puerta de la calle.

-          ¿A dónde vas?

-           Ahhh… voy a ver a Coco. Quiere que le ayude en un trabajo.

-          Juan sonríe.

-           Con cuidado. No te hagas tarde.

-          Tito no miente. Llega a casa de Coco, un muchacho de 27 años, quien se ha quedado solo cuidando la casa de sus padres, que han salido de viaje.

-          Ambos chicos comienzan a conversar de todo un poco.

-          Tres cuartos de hora después, tocan la puerta de la casa. Tito sale, no sin antes advertir a Coco que esté atento. Un viento fuerte corre en la calle.

-           ¿Vamos, Tito?

-          La otra persona viste una polera con capucha. Ambos llegan cerca de la obra, se colocan detrás de un muro, y esperan.

 

A esa misma hora, Eduardo llega al condominio. Se extraña de hallar todo apagado, incluso la luz del cuarto de Renzo. Le resta importancia y va a su cuarto a tomar una ducha.

 

En las inmediaciones de la obra, las dos sombras esperan minutos, cuando ven llegar una camioneta con los faros apagados.

Cae una gota desde el cielo.

Lo que parecen sombras humanas se mueven de un lado a otro transportando bultos.

Caen más gotas.

El compañero de Tito quiere abalanzarse a ver más de cerca, pero él lo detiene con su cuerpo.

-          ¡No! Todo se cagará.

-          Llueve… y llueve fuerte.

-          La camioneta se va.

-           ¿quién está haciendo esto?

-           No podemos averiguarlo ahora. A lo mejor regresan. Está lloviendo. ¡Vamos!

-          Ambos regresan donde Coco. Cuando llegan, la persona encapuchada se descubre y no oculta su cara de molestia: es Renzo.

-           ¿Quién es, Tito? ¿quién es?

-           No lo sé. Está mojado. Vamos a que se quite esto. Le dará pulmonía.

-          Coco les indica el cuarto de sus padres. Tito y Renzo entran y cierran la puerta.

-          Sin mediar palabra, El más joven se desnuda por completo. Renzo sigue vestido, desconcertado.

-           Sáquese la ropa. Se me va a enfermar.

-          Tito va, y desnuda a Renzo: la polera, el polo, los zapatos, las medias, el pantalón… Tito duda si quitarle la ropa interior… lo hace.

-           Arrópese.

-          Lo acuesta en la cama, y lo tapa con las cobijas.

-           ¿quién fue, Tito? ¿quién nos está robando?

-           Mañana vemos los turnos de vigilancia. Por ahí podría estar.

-          Renzo, por fin, repara en el físico de su asistente. No es la primera vez que lo ve desnudo, pero fue sólo una vez.

-           ¿No te taparás?

-           Usted está en la cama. No… no quiero… incomodarlo.

-          Renzo jala la cobija, se hace a un costado, y golpea el colchón.

-          Tito acepta, se acuesta junto a Renzo.

-           Está temblando, ingeniero.

-           Te parece.

-          Tito se aproxima y lo abraza. Entonces, Renzo siente en toda su piel, la piel de ese chico, y más que el calor, vuelve a encenderse la chispa de esa extraña conexión. Entonces se aferra al cuerpo del muchacho.

-           ¿Está mejor? ¿Ve? Ya no tiembla.

-          Cuando Renzo gira su cabeza para ver los ojos de Tito, encuentra una mirada dulce. Más que cálida. Indescriptible.

-          Ambos respiran fuerte.

-          Sorpresivamente, sus bocas  se sellan no en un beso superficial… Las abren. Se exploran con las lenguas. Llegan las caricias. Sus penes se erectan…

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

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