jueves, 26 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (34)

Creado por N-azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

Casi a la una de la mañana, Renzo llega al departamento que comparte con Gustavo.

-          ¿Dónde estabas? Me tenías preocupado. Dejaste tu celular.

-          Renzo se asusta. Al fin puede tomar una bocanada de aire.

-           Perdóname. Se me fue el tiempo.

-           No pude dormir pensando en lo que decidirías.

-           No hay nada que decidir. Voy a seguir contigo. Cuando comenzamos decidimos ser incondicionales. Lo seguiremos siendo.

-          Gustavo, quien sólo viste una bata de dormir, se pone de pie, se acerca a Renzo, lo abraza y lo besa cálida y tiernamente en la boca. Entre caricia y caricia, logra desatarse el nudo de la bata y deja que caiga al suelo: se queda completamente desnudo.

-           Te amo, Renzo.

-          Minutos después, los dos, desnudos se acuestan sobre la cama. En realidad, Gustavo lo hace sobre Renzo. Al contacto de ambas pieles, sus penes ya están erectos.

-          Se revuelcan suavemente, se acarician toda parte del cuerpo que tienen a su alcance, se siguen besando e intercambiando saliva.

-          Gustavo mueve sus caderas, frotando su miembro duro contra el de su pareja. La velocidad se incrementa. Los jadeos de ambos se hacen más intensos. Entonces, ambos sienten cómo una cálida y pegajosa humedad se apodera de sus pelvis y bajos vientres.

-           Te viniste.

-           No podía resistirlo más.

-          Ambos se besan, se duchan juntos.

-          Cansados, se acuestan desnudos y se abrigan bien. Lo que resta de la madrugada, Renzo duerme sobre el pecho de Gustavo.

 

Apenas amanece, Eduardo recibe una visita inusual en su apartamento.

-          Pasa, Vinicio.

-          Ambos se sientan.

-           ¿Cómo es eso de que están metiendo las narices en el negocio, Jáuregui?

-           Nada. El imbécil del guardián que pusiste de noche no tuvo cuidado de hacer un doble registro del material, y el kárdex real llegó a manos del residente.

-           El culoncito limeñito. Es un sobrado de mierda. Típico burguesito.

-           Ya déjate de esas huevadas socialistas. Aquí no hay socialismo de mierda que valga. Vamos a cambiar la estrategia de trabajo, pero quiero ponerme de acuerdo contigo antes. Por eso te mandé llamar.

-           Bueno, despide al residente.

-           Ni cagando. Eso nos va a poner la lupa encima. Mas bien pasó algo mejor: se quedó sin asistente.

-          Eduardo guiña un ojjo a Vinicio.

 

En casa de Juan, el día comienza en silencio. Cuando regresa de bañarse y se alista para ir a la obra –ha mudado toda su ropa al cuarto de Miguel-, su hijo lo mira mientras se viste.

-          ¿Y volviste a ver a ese chico?

-           Trabaja en mi cuadrilla. Pero no ha vuelto a pasar nada, si a eso te refieres.

-           ¿Y qué decidiste? ¿Heterosexual, bisexual, homosexual?

-           ¿Cómo?

-           ¿Cuál será tu… opción?

-           Miguel, mi opción es sacarme la mugre por tu mamá y por ti, y no hacerles daño. ¿De acuerdo?

 

en un hermoso bosque, lleno de trinos melodiosos, Renzo avanza completamente desnudo. Se complace con el frresco ambiente, hasta que una luz le llama la atención. Entre dos árboles la encuentra y sale hacia a ella. Para su sorpresa, lo que se extiende es un infinito y gris desierto bajo un cielo encapotado. Cuando voltea a refugiarse en el bosque, éste ya no está. El desierto lo rodea a donde quiera que mire.

Entonces, lo impensable: Renzo comienza a hundirse en la arena. Se desespera, busca de qué aferrarse. No halla nada.

Cuando está a punto de ser engullido por la tierra… despierta.

Está solo en su cama.

-          ¡Tavo! ¡Tavo!

-          Así desnudo, se levanta.

-           Amor, por fin.

-          Gustavo está en la cocina con un gracioso delantal haciendo desayuno. No viste nada más.

-           Me parece que cierto ingeniero se hizo tarde para trabajar.

-          Ambos sonríen. Gustabo se acerca a besar a Renzo.

-           Vamos a bañarnos. Hoy comienza una etapa distinta.

 

Pasa el domingo… llega otro lunes. El movimiento en la obra es frenético, a primera hora de la mañana.

La escuelita ya va tomando forma. Varios de sus muros ya están en pie, y una vez que esa estructura esté lista se comenzará el techado, quizás en un par de semanas más.

Cuerpos masculinos trigueños y morenos, de músculos marcados, se preparan para otra semana de esfuerzo.

Gustavo deja a Renzo en la puerta de la oficina en el salón comunal. A hurtadillas, lo despide con un beso en la boca, aunque con poco éxito. Algunos obreros se ganan con el pase, pero no joden al joven ingeniero, quien ha demostrado justicia y firmeza en el trato que les da, sin perderles el respeto y sin dejarse perder el respeto. Cosa rara, pues a diferencia de muchos de sus colegas, Renzo es el empleado más popular y querido de la obra.

Al entrar a su oficina, encuentra todo como lo dejó Tito. Suspira. Sonríe solo.

Antes de que la melancolía lo invada, prende su computadora y revisa los pendientes del día.

Entonces, Eduardo ingresa acompañado de un chico simpático, delgado, formado.

-          Inge, buenos días. ¿Listo para la semana?

-           Sí. Ahora comienza lo bueno, Eduardo. Ese techado me tiene ansioso.

-           Es por eso que te tengo a este tigre, que te ayudará a reducir tus niveles de ansiedad. Él será tu nuevo asistente.

-          El muchacho se acerca, y estrecha la mano de un extrañado Renzo.

-           Mucho gusto, ingeniero. Soy Lucas.

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

 

 

A las tres de la tarde, en el terminal, Dante espera a Tito, pero no aparece. Tiene los dos pasajes a mano, con destino a Lima. Al fin, llaman por los altavoces para abordar. Nada con Tito. Dante sube al autobús asumiendo que tendrá que viajar solo.

El vehículo comienza a rodar. Dante prefiere cerrar la cortinilla. No vale la pena ver afuera. Pone música en su celular, se aísla mediante sus audífonos, cierra sus ojos.

El autobús se detiene, pues le tienen que abrir el portón del terminal. Entonces, Dante siente que alguien ocupa el asiento vacío del costado. Abre los ojos, incómodo.

-          Disculpa. Mamá me tenía loco dándome recomendaciones.

-          El compañero de viaje es Tito.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario