martes, 10 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (22)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

Ese domingo por la mañana, Renzo visita a Gustavo, quien luce mucho más recuperado en su cama de la clínica, con una rala barba por los días que se mantuvo inconsciente. Nadie más está en la habitación.

-          Así que sólo lo sabemos tú y yo, Gustavo.

-           Perdóname… nunca… quise…

-           No, amor. Ya deja de pensar en eso. No sabías. En todo caso, ambos debimos averiguarlo antes. Pero no es momento de hallar culpables, sino de ver soluciones.

-           Esa en… fermedad… no… tiene… cura.

-           Pero sí tratamiento. Podemos hacer el tratamiento juntos. Tú serías mi soporte y yo el tuyo.

-          Gustavo mira a Rennzo, y sus ojos se humedecen de la emoción.

-           Ren… zo… dime… que… no estás… no estás conmigo… por lástima.

-           Gustavo, mi amor. No. ¿Cómo podría estar contigo por lástima? Estés o no infectado, siempre estaré a tu lado.

-          Renzo se aproxima con cuidado, y da un beso seguro en la boca de su enamorado. Los labios de ambos chicos se humedecen con cálida saliva.

 

A eso de las diez de la mañana, Eduardo despierta desnudo en su cama y con un leve dolor de cabeza. No está solo. A su costado, un homnbre tan alto como él, atlético, cabello corto, blanco, también desnudo, ronca a ratos. Siente algo duro y húmedo en su cadera. Al levantar la cobija, se percata de que el pata tiene la pinga dura y babeando.

Se levanta al baño, toma una ducha ligera, y se coloca una toalla. En la sala hay una botella de whisky casi vacía. Sólo queda lo suficiente para un vaso. Al costado, la hielera tiene agua derretida al fondo. Lleva todo a la cocina. ¿Hay algo para desayunar? No tiene ganas.

Al regresar al dormitorio, el hombre sigue durmiendo. Levanta la cobija. Su pinga sigue dura.

Eduardo acerca su mano al miembro, y comienza a acariciarlo suavemente por unos segundos. Lo deja.

-          Sigue. Se siente rico.

-           Carajo. Pensé que estabas dormido.

-           Te moviste vien anoche. Te voy a visitar más seguido, especialmente luego de lo que descubrí anoche.

-           Ya pues, huevón. Tampoco soy banco.

-           Tranquilo, Jáuregui. Ese cheque cubre el cupo… por este mes. ¿No quieres cachar de nuevo? Estoy arrecho.

 

Antes del almuerzo, Gustavo recibe una visita no esperada en su habitación.

-          No pedí enfermera.

-           Lo sé. Soy encargada de laboratorio. Mire, su… pareja… se hizo unos análisis.

-           Sí… me lo dijo.

-           Me alegra ver que su recuperación es veloz.

-           Buen… estilo de vida.

-           Don Gustavo… me preguntaba si querría repetir su test ELISA.

 

El sport Colina es el equipo de la barriada, cuyo orgullo es haber ingressado a la segunda división. Juan juega en él todos los fines de semana como delantero, aunque, como ha estado fuera de forma, esta vez estará en defensa. Tito ingresó hace unas semanas, y tendrá el honor de tomar la posición de su tío.

Ese domingo, el SC –cualquier parecido con el sporting Cristal, incluyendo el color celeste de su camiseta, no es pura coincidencia- juega en casa. La barriada tiene un coliseo más o menos amplio. Toda la población comienza a darse cita.

En los vestidores, el cuerpo de Tito se destaca por su perfección. Algunos dicen que no es el cuerpo ideal para pelotear, debido a su masa muscular, pero a él le da lo mismo.

No termina de colocarse su suspensor, cuando un compañero le pasa la voz. Alguien lo busca en la puerta. Rápidamente se pone el short y la camiseta.

Al salir, encuentra a Orlando.

-          Ya sé quién es ese infeliz de Renzo. Es el ingenierito de la obra. Si crees que ese pituquito me va a hacer la competencia, te equivocas Tito. ¡Te equivocas!

-          Tito se queda perplejo. Cuando voltea para reingresar al vestidor, se encuentra con Juan.

-           Te dije que te cuidaras de él.

 

Más tarde, por la noche, Vinicio, Ezequiel y una dirigenta están de regreso a Piura. Pero Vinicio viaja aparte. En el pasillo. A su costado, un chico flaco, pero formado, medio mmoreno, viene escuchando música. Como la película ya acabó, apagan el televisor, y hay una tenue luz en toda la cabina de pasajeros.

Vinicio se arropa en la cobija que le dan en el autobús. Igual el muchacho del costado.

Minutos más tarde, siente algo raro en su fuerte pierna, que lo saca de su entresueño. Es una mano. Es la mano del compañero de asiento. Poco a poco la mano llega hasta su paquete, y comienza a sobarlo sutilmente. La verga de Vinicio no tarda en ponerse dura.

Con mucho sigilo, el dirigente se baja el cierre lentamente, y libera su miembro.

Por una hora, la mano del muchacho lo masturba hasta que ambos se quedan dormidos.

Al llegar a Piura, antes de bajarse. Ambos intercambian teléfonos.

Ya con sus equipajes en mano, cuando Ezequiel se queda a solas con su líder, es imposible comentar lo evidente.

-          ¿La próxima víctima, compañero?

 

Aunque a su médico no le hace gracia, Gustavo recupera su celular. De pronto, éste vibra. Es Renzo.

-          ¿Amor?

-           Hola Tavo. ¿Te desperté?

-           Descuida.

-           Ya estoy en el avión. Salimos en diez minutos. Sólo quería decirte que te amo. Estaré aquí el próximo fin de semana.

-           Tranquilo. Ahorra.

-           Ya lo tenía presupuestado. Tranquilo. Todo va a salir bien.

-           Feliz viaje. Te amo.

-           Te amo más.

-          Gustavo descansa de nuevo, pero no por mucho tiempo, pues probará su primer desayuno en serio, tras casi dos semanas de pura alimentación endovenosa.

-          Cuando termina, la encargada de laboratorio ingresa, y pide que los dejen a solas.

-           Señor Gustavo. Algo inesperado. La prueba que le tomé ayer… salió negativa.

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

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