viernes, 13 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (25)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Az.

 

El musculoso Dante toma entre sus manos la verga de Miguel: un grueso y venudo trozo de carne trigueña, con algunas pequitas, de 17 centímetros. Algo de líquido preseminal aparece en la punta del glande conforme lo masturba.

El pene de Dante tampoco es pequeño. Casi como el de Miguel, y está al palo.

Dante se inclina para comenzar a chuparlo.

-          ¡No, Dante!

-          El modelo para en seco.

-           ¿Qué pasa? Pero si estás arrechísimo.

-           No. Mejor no. Es que… somos compañeros de trabajo. Aquí trabajamos.

-           Ah. Entiendo. Si quieres vaos a un telo.

-          Miguel repliega su cuerpo y se pone de pie. Su verga ahora está más cerca de la boca de Dante.

-           En otro momento. O en todo caso con Tito.

-          Dante entiende lo que Miguel le propone. Sonríe coquetamente.

 

-          Cuando la navaja está a punto de impactar en la cara de Renzo, alguien empuja a Orlando bruscamente contra la pared, estrellándolo. Ahí mismo lo contiene con el peso de su cuerpo.

-          ¡Suéltame reconchatumadre! ¡Te dije que me sueltes, hij’eputa!

-          En el forcejeo, la persona que salva a Renzo, apenas vestido con polo, short y zapatillas, se incorpora un poco y da un puñetazo a Orlando, haciendo saltar la navaja.

-          Dos obreros se apresuran a reducir a Orlando, y a separarlo del súbito salvador: es Tito.

-           ¿Estás bbien?

-           Bien, ingeniero.

-           Estás sangrando.

-          Renzo y Tito miran una mancha roja en su polo. El muchacho se arremanga, descubriendo sus formados abdominales y levantados pectorales. No hay ninguna herida.

-           Si no eres tú, ¿entonces…?

-          Los dos miran a Orlando que está detenido sobre el suelo, vociferando. Tito se le acerca: un gran tajo mana sobre la frente del peluquero.

-          A lo lejos se oye una sirena de la Policía.

 

En la oficina del Sindicato, aprovechando que no hay nadie, Vinicio toma una ducha. Para variar, no está solo. Un muchacho alto, moreno, grueso pero no obeso, está detrás suyo, clavándole su gruesa estaca de carne.

Ambos gimen, hacen sonar adrede sus cuerpos húmedos, hasta que el activo ruge y bota todo su semen dentro del culo del dirigente.

-          ¡Qué rico, huevón! Zacarías se quedó corto al recomendarte.

-           Pero a ese huevón le gustan los que duran como una hora.

-           Ah, ese mierda no sabe lo que se pierde contigo.

-          El moreno saca su pene, le quita el condón con cuidado de no ensuciarse con los rastros de caca que hay.

-           Oye, y no querrás trabajar en la obra de la escuela?

-           No, no le voy a eso. No me pagan bien en el concejo, pero mi trabajo es más descansado. Pero no me molesto si me gano algo.

-           ¿Algo por hacer nada?

-           ¿Y la leche que gasté? Tiene precio.. así como mi silencio.

 

Al anochecer, en la casa de Juan, Tito y él tratan de que Renzo se calme.

-          Así que ese señor está templado de ti. ¡Increíble!

-          Juan alcanza un vaso con agua.

-           Mire, ingeniero, no es sólo con Tito. No es por hablar mal, pero Orlando alucina con todos los chicos del barrio, y es posesivo. Menos mal que no lo cortó. Quién sabe qué tenía esa navaja.

-           ¿Como qué, don Juan?

-           No sé. ¿Ha oído de los locos que asaltan con jeringas llena de sangre con SIDA?

-          Renzo, de pronto, recuerda a Gustavo.

 

Eduardo sale de la ducha cuando su celular suena. Es Wilo, quien lo pone al corriente del incidente de esa tarde.

-          ¿Dices que ya puso la denuncia…? No hagas nada. Que se joda.

-          Entonces, su timbre suena. Sólo se cubre con la toalla y va a la puerta pensando que es Renzo.

-          Al abrir, Jonás.

-           Buenas tardes, inge. Me enteré que el ingeniero Renzo tuvo un percance.

-           ¿Tú fuiste, infeliz?

 

Renzo acaba de pedir un taxi. Tito lo acompaña.

-          Gracias, Tito. ¿Cómo agradecértelo?

-           No es nada, Renzo. Si Coco no me hubiera avisado…

-           ¿Coco? ¿Cómo lo supo?

-           Cuando salía del gym, me dijo que vio a Orlando yendo a la obra. Estaba hecho un pichín. Al toque se me puso: si él no tiene nada que hacer en la obra… Pensé en ti.

-          Los ojos de Tito se fijan en Renzo. Se humedecen.

-           Si te hubiera pasado algo… sería mi culpa, Renzo.

-           Ya. Olvídalo.

-          El taxi aparece en la puerta de la casa de Juan.

-           Debo irme. Nos vemos mañana.

 

Media hora después, el timbre del apartamento de Eduardo suena de nuevo. Va a a la puerta y la abre violentamente.

-          ¡So reconch…!

-          Reacciona. Es Renzo, quien lo mira azorado.

-           ¿Pa-pa-pasa algo, Eduardo?

-          El musculoso no sabe qué responder.

 

(CONTINUARÁ)

 

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario