viernes, 20 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (30)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

A lo largo de la mañana, Renzo hace lo posible por conversar directamente con Tito, pero cada que lo llama a su celular, o no responde o está apagado.

Terminada la supervisión de obra casi al mediodía, decide ir hasta la casa de Juan. Miguel lo atiende.

-          Tito no está, ingeniero. Se fue de acá.

-           Miguel, escucha, no quiero ser maleducado, pero me urge hablar con él. Sé que lo atacaron anoche, y en parte es mi responsabilidad.

-           Como le digo, ingeniero, no sé dónde está… y si lo supiera, no se lo diría.

-          Renzo entiende todo. Agradece y se va. Mientras regresa a la obra, hace un gran esfuerzo para que las lágrimas no le salten. Pero, ¿por qué? ¿qué está perdiendo realmente?

 

Orlando por fin despierta en la carceleta de la comisaría. Está desnudo sobre el suelo, con el cuerpo adolorido y amoratado. Se para con dificultad, y se sienta: un gran dolor le viene desde el culo. Se para de inmediato.

Un policía ingresa. Abre la reja.

-          ¿Y su ropa?

-           No sé.

-           Ya lo vienen a trasladar al penal.

-          Orlando se asusta.

-           ¿Al penal? ¿Por qué al penal? ¿Y los otros dos chicos?

-          El uniformado no entiende del tema. Cierra la reja de nuevo, y va a comentar el estado deplorable en el que se encuentra el peluquero. Cuando regresa con una muda de ropa, Orlando suplica:

-           Quiero ver al ingeniero Renzo. ¡Quiero ver al ingeniero Renzo!

-          Nadie le hace caso. En cuestión de minutos, es trasladado…

 

Justo antes de la hora de almuerzo, Renzo entra con unos papeles a la oficina de Eduardo. La cara del joven es distinta.

-          ¿Qué pasa, Renzo?

-           Alguien nos está robando material, Eduardo. Y es alguien de aquí adentro.

-          Eduardo abre sus ojos, suda frío. No sabe qué decir.

 

-          ¡Son unos imbéciles! ¿Cómo se les ocurre violar al sobrino de Tito?

-          Los dos matones corpulentos están en la oficina de Vinicio, a puerta cerrada. Acaban de salir de la comisaría, luego que el dirigente abogara por su libertad.

-           Es que el mariconcito ése nos pedía que lo humilláramos.

-           Estuvieron a punto de joderlo todo. Miren, les voy a dar plata para que se vayan lejos. También unos teléfonos para que contacten a un compañero en Trujillo. Hay unas obras nuevas, y van a necesitar fuerza de choque.

-           Don Vinicio… ¿podemos bañarnos?

-          En minutos ambos chicos de no más de 30 años, trigueños a morenos, de cuerpo masivo, están desnudándose en la ducha.

-          Cuando Vinicio llega, ambos ya están calatos bajo el agua, enjabonados. El dirigente no puede evitar verles las pingas grandes que, aunque dormidas, prometen adquirir dimensiones excitantes.

-           Háganse a un costado muchachos. Me bañaré con ustedes.

 

En la improvisada oficina en el salón comunal, Eduardo revisa los papeles que prueban el robo de materiales. Pero en vez de reparar en el cálculo de Renzo y Tito, pasa las hojas casi sin verlas, hasta que se encuentra con un papel diagramado en forma de carta.

-          ¿Presentas tu renuncia, Renzo?

-           No puedo seguir aquí.

 

En la ducha del Sindicato, uno de los dos matones clava su enorme pinga en el culo de Vinicio, quien entre el dolor y el placer, está en ángulo recto, lo que aprovecha para mamar la verga del otro chico.

-          ´´eso. Mueva así su culo. Qué rico.

-           Así, chúpala así. Eso.

-          Cuando el primer chico eyacula dentro del culo de Vinicio, le cede el turno al otro pata, quien se la clava sin más. Vinicio siente dolor: su ano ya está irritado. Se agarra del primer chico y trata de mamarle la flácida verga que tiene aún algo de semen en la punta.

-          El segundo chico se mueve con rapidez.

-           ¡Despacio, cojudo! Lo vas a dejar desculado, como al mariconcito, mierda.

-          El segundo chico sonríe ante el pedido de su compañero.

-          En unos minutos más, también llega al orgasmo.

-          Entonces los tres se dan un último duchazo, hasta que Vinicio sale.

-           Vístanse. Luego vengan a la oficina pa’ darles su plata.

 

Renzo y Gustavo almuerzan juntos. El ingeniero le cuenta lo último, y la decisión que ha tomado.

-          ¿Vas a regresar a Lima?

-           No. Ya lo pensé. Postularé a un puesto en la universidad. Quieren urgente un profesor para los primeros años. Siempre quise enseñar.

-           Pero eso nos tomará como cuatro o cinco meses. Mi contrato acaba en tres.

-           No. Es sólo por un par de meses. Regresaremos a Lima juntos; además, tendré tiempo para atenderte en tu tratamiento.

-          El joven abogado traga saliva. Se supone que tendrían que ir juntos para ver si Gustavo califica para un tratamiento antirretroviral. Pero, si el abogado no está infectado, ¿qué dirá para evadir la mentira? ¿Cómo justificará que no quiere revelarle la verdad a Renzo para evitar que se vaya de su lado? Pero si ya no hay Tito… quizás es momento de decir la verdad… ¿o no?

 

Unas horas después, al terminar una sesión de dibujo en el taller donde trabajan Miguel y Dante, aparece Tito de improviso.

Miguel se sorprende. Dante se alegra.

-          ¿Te acuerdas eso que me dijiste para ir a Lima…¡ ¿Cuándo podríamos irnos?

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

 

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