Francisco dejó de lado las dudas que habían recorrido su mente momentos antes mientras disfrutaba de una buena corrida al lado de Joao, y éste último alejaba de sí mismo toda inseguridad o temor perdiéndose en ese beso apasionado que el primero le correspondía.
Francisco hizo a un lado su skate y cruzó sus brazos alrededor de la cintura de Joao presionándolo contra su cuerpo, sintiendo como su pinga empezaba a ponerse dura nuevamente.
Joao disfrutaba de las caricias de su amante mientras lo sujetaba por el cuello.
Se separaron y se miraron profundamente por unos segundos. Entonces Francisco tomó su mano y lo condujo hacia el mueble.
-Ven, quiero estrenar ese mueble- le dijo Francisco con una sonrisa coqueta.
-Oe, pero que esto quede entre nosotros. Ni una palabra a nadie. Mi hermano me mata si se entera que soy maricón- agregó Joao seriamente.
-Descuida, tú y yo sabemos que aquí no ha pasado nada, ¿verdad?
-Jaja… entonces no perdamos tiempo-
Los amantes se fueron despojando una a una de sus prendas. Joao empujó a Francisco hacia el mueble y éste cayó sentado. Vio como la pinga de éste se notaba totalmente sobre el bóxer, reclamando su salida al exterior, y al mismo tiempo Francisco llevaba una de sus manos sobre su enorme paquete frotándolo y dándole a entender a Joao cuál era el paso siguiente.
Joao miró fijamente los ojos verdes de Francisco, los cuales lo tenían encantado, se deleitaba con la perfección de su cuerpo y empezaba a sentir como su temperatura corporal iba en aumento al igual que su erección.
Se arrodilló y acercándose a él le quitó el bóxer. Al instante, su pinga de 18 centímetros estuvo al descubierto.
-¡Chúpamela! Estoy arrecho y quiero follarte después…- dijo Francisco excitado.
Obediente, el muchacho posó sus labios sobre la pinga de su amante y empezó a succionar lentamente, de arriba hacia abajo, mientras que con una de sus manos la sostenía. Las expresiones faciales de Francisco denotaban el placer puro, al límite.
Joao le chupaba cada centímetro de su pinga, le pasaba la punta de su lengua por la cabeza y luego bajaba a los testículos para introducirlos en su boca y chuparlos mientras los estiraba un poco en un jugueteo espectacular.
-¡Sigue!, no pares, la chupas riquísimo…- decía Francisco en un esfuerzo por no gemir fuertemente.
-¿Te gusta?-
-Sí, cómetela todita, es toda tuya, sácame la leche…-
Francisco tomaba su pinga con una de sus manos y la golpeaba en los labios de Joao.
-Ven, sube al mueble y ponte en cuatro- le dijo mientras se ponía de pie.
Joao se despojó del bóxer que llevaba puesto y le dejó ver a Francisco su pinga totalmente erecta y húmeda por sus fluidos.
Se agachó en el mueble y sintió como la lengua de Francisco recorría sus nalgas y luego su ano. Por momentos lo mordía, y era lo que más lo excitaba.
-¡Oh! ¡Qué ricooooooo! Cómetelo Francisco…-
-Tienes un culazo, en un rato te lo voy a reventar-
Francisco continuó haciéndole un intenso beso negro a Joao. Disfrutaba cada segundo, y no dejaba que su lengua se perdiese ni un solo espacio de las nalgas y del ano de éste.
Joao gemía intensamente. No era la primera vez que experimentaba dicha práctica, pero sí que Francisco sabía mover su lengua. Además el hecho de que su mayor fantasía se estuviese cumpliendo lo excitaba aún más.
Francisco subía y bajaba entre sus nalgas, recorría su espalda, frotaba su pinga entre las nalgas de Joao y lo embestía simulando el más morboso sexo.
-Sigue chupándome el ano, muérdeme- le decía Joao extasiado.
-Tienes el hueco rosadito, me provoca cacharte todo el día-
-Entonces no esperemos más y empecemos-
Francisco se separó de Joao y buscó su pantalón. De su billetera sacó un condón, lo abrió y se lo dio a Joao.
-Pónmelo con la boca- le dijo con esa sonrisa pícara de siempre.
Una vez más Joao obedeció. Se puso el condón en la boca y se acercó a la pinga de Francisco. Puso el condón en la punta y con su boca ejerciendo presión empezó a extenderlo a lo largo.
El muchacho disfrutaba de una manera increíble la mamada del ya no tímido joven. Por su mente sólo pasaban ideas de cómo sería follar el rico culo que tenía Joao, lo cual ocurriría acto seguido.
Joao se dio vuelta y colocándose en pose de perrito estaba listo para que Francisco lo penetrara. Puso algo de saliva en su ano y sintió luego como la pinga de Francisco empezaba a introducirse. A medida que lo hacía, Francisco lanzaba un intenso gemido. Su respiración era fuerte y apretaba con sus manos la cintura de Joao acercándola a la suya.
Una vez dentro, Joao empezó a gemir. Se movía suavemente, mientras Francisco contemplaba como su amante disfrutaba de su destreza en el sexo.
-Ve más rápido- dijo Joao.
-Como quieras huevón, te voy a romper el culo- respondió
Dicho esto, empezó a dar fuertes embestidas mientras aumentaba la velocidad. Joao gritaba de placer, y el sonido del choque de los testículos de Francisco con sus nalgas lo volvía loco. Esta había sido su gran fantasía: tener sexo con el chico del cuerpo perfecto, al que tanto aborrecía pero que a la vez deseaba.
Francisco subió al mueble y ahora penetraba con más fuerza a Joao.
-Métemela, métemela- exclamaba Joao
-¿Te gusta? Dime si te gusta cómo te cacho-
-Me encanta-
-¿Cómo dices?-
-Me encantaaaaa, cáchame fuerte-
Al acercarse al oído de Joao, éste aprovechó a darle un beso mientras Francisco disminuia poco a poco la fuerza de sus embestidas.
-De costadito Joao- le dijo
-Fóllame y no pares huevón, quiero tu pinga dentro de mí-
-Jajaja, ¿bien arrecho estás no?- le susurró al oído
-Tú cáchame y no digas nada jaja-
Los amantes se acomodaron una vez más en el mueble y mientras se besaban, Francisco empezó a penetrar con fuerza a Joao, quien con una de sus manos lo sujetaba por la espalda y lo apretaba más contra su cuerpo para sentir aún más adentro su pinga.
-Oh, sigue- gritaba Joao
-¡Qué rico culooooo!-
El roce entre sus cuerpos, los sonidos que se producían, la escena sexual parecían sacadas de una película porno. Disfrutaban cada segundo como si fuera el último y los gemidos habían invadido completamente la habitación.
-Levántate, quiero que cabalgues- le dijo Francisco
-Huevón, es mi pose favorita-
-¿Te gusta cómo te cacho? ¿Es rico?-
-Quiero tu pinga el resto del día jaja-
Terminado el diálogo, Joao empezó a sentarse lentamente sobre la pinga de Francisco, quien miraba atentamente cómo su palo se perdía en el culo de su amante. No había diferencia alguna con el trasero de una mujer. Joao trabajaba mucho aquella parte de su cuerpo y definitivamente los resultados saltaban a la vista.
Poco a poco fue aumentando la velocidad en su acción y otra vez el golpe de sus testículos contra las nalgas de Joao se oía fuertemente. Estaba muy excitado y pronto a llegar al clímax.
-Sigue, sigue, sigue- gritaba Joao.
Francisco lo tomó por el cabello y deteniéndolo empezó rápidamente a follarlo.
Su pinga iba de adentro hacia afuera del culo de Joao con gran rapidez y mientras tanto balbuceaba morbosas expresiones al oído de Joao.
-Me vengo, me vengoooo- le susurró al oído
Francisco sacó su pinga y mientras Joao se arrodillaba empezó a masturbarse.
Joao, ya arrodillado esperaba ansioso los chorros de leche en su boca
-¡Abre la boca! Te voy a llenar de leche…-le decía Francisco.
-Dámela, dámela-
-Ah, ahí va, ahí va, oooooh…-
De pronto, un chorro de leche espesa y blanquecina cayó en la boca de Joao quien probaba su sabor y jugaba mientras tanto.
Tomó la pinga de Francisco y la volvió a introducir en su boca, chupándola muy satisfecho.
-¿Te gustó?
-Me encantó, cachas como los dioses-
-Tú tienes un culo que me vuelve loco, que rico culo por Dios-
-Lo puedes tener cuando quieras, ya sabes la condición…-
-Relajado huevón… Jajaja-
Ambos se sentaron nuevamente en el mueble, sonrientes y satisfechos luego de la intensa jornada. Joao tenía un nuevo amante, y a la vez había realizado su mayor fantasía. No había sido cosa del destino, sino que sólo había sido necesaria la decisión de ambos de avanzar al siguiente nivel.
-Oe, se me hace tarde para mi reunión… tengo que irme-
-Ya, normal, me cambio al toque y bajamos por ahí-
Cuando Francisco se estaba poniendo de pie, Joao lo detuvo, lo miró fijamente y se enamoró de su angelical rostro. Se disponía a besarlo cuando de pronto escuchó el claxon de un carro.
Miró confundido hacia la calle, y ahí estaba el servicio de taxi que había solicitado minutos antes. Se hallaba vestido de manera distinta, con el cabello ordenado y su ropa no tenía muestras de haber sido arrancada con fuerza. Estaba sentado en una de las bancas que había en el pasadizo de acceso al edificio.
El viento de la tarde lo había arrullado y se quedó dormido. Sólo atinó a sonreír al darse cuenta que toda aquella experiencia sexual había sido fruto de su imaginación.
Se puso de pie, tomó sus cosas y al salir, fijó su mirada atentamente en Francisco, quien aún se hallaba en el parque, sin camiseta y con su cabellera rubia al viento.
Escrito por Sebastian para Hunks of Piura Entertainment. Siempre practica sexo seguro. Los nombres son ficticios. Contacta al autor a sebastian.hunk90@gmail.com
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