jueves, 23 de agosto de 2012

La Parcela (14): Esta noche, ¿Benny?

Aquel primer sábado por la mañan

Aquel primer sábado por la mañana, el sol había amanecido con cólera, obligando a que todo el mundo estuviera bajo sombra la mayor parte del tiempo.

Para Raúl fue una mañana distinta. Estaba aplicando el fertilizante con Pancho, bajo la supervisión de Nando. Notó que mientras con Nando la conversación y las bromas eran las mismas de todos los días, algo raro pasaba con Pancho, pues apenas si le dirigía la palabra. “Quizás el calor”, pensó. No se explicaba por qué lo inquietaba ese silencio tan inusual, al menos con él.

Aquel sábado se iba a trabajar hasta mediodía, luego de lo que todos tendrían libre hasta el lunes a primera hora.

Pancho rechazó quedarse a almorzar aduciendo que tenía que visitar a una tía, y el bus para ese pueblo pasaría en cualquier momento.

Justo antes de sentarse a la mesa, Raúl habló a solas con Jano pidiéndole permiso para quedarse el fin de semana en la parcela.

-         ¿No irás a casa, como todos?

-          Es que… yo no tengo a dónde llegar en Piura.

-          ¿Y dónde vivías antes de venir acá?

-          Alquilaba un cuarto, y…

-          Mira, vente con nosotros. No te vas a quedar aquí solito.

-          ¿Y no se queda Wilfredo?

-          Sí, pero… vente con nosotros. Hay espacio en la camioneta. Confía en mi.

 

Ya en Piura, Jano dejó a David en la puerta de su casa, y a Nando en una avenida donde tomaría un carro. Como la vez que recogieron el mini-gimnasio, se negó a que lo llevara a su casa.

En la ccamioneta sólo quedaron Raúl y Jano.

-         ¿No tienes familia acá, cierto?

-          No. Están en el Bajo Chira. Pero, ya que estoy acá puedo viajar a Sullana y llegar hasta casa.

-          ¿Hace cuánto que no vas a verlos?

-          Hace meses… desde que vine a vibir acá. Es que me la pasaba cachueleando y…

-         Nando lo miró esperando la finalización de la frase, pero vio cómo los ojos de Raúl se llenaban de lágrimas.

-          Oye, mira, te invito a que vengas a mi casa. Sólo vivimos mamá, la empleada y, bueno, yo.

-          Es que… no quiero causar…

-          Nada de eso. A mamá le encantará hablar con alguien más que la empleada. Créeme.

Cuando Raúl iba a insistir, la camioneta se estacionó en la residencia de Jano.

Adentro, su madre recibió a Raúl amablemente, mientras que saludaba cariñosamente a su hijo.

Raúl se alojó en uno de los dormitorios del segundo piso al costado del de Jano.

-         Es el cuarto de mi hermano que vive fuera. Espero que estés cómodo.

-          No debiste. Pero… gracias.

-         El resto de la tarde, como Jano se lo dijo, la madre comenzó a conversarle la historia de la familia, de cómo se conoció con el padre de Jano, de cómo comenzaron y los militares les quitaron una hacienda, de cómo recomenzaron y cómo llegaron a adquirir la parcela, cuando Jano apenas tenía tres años de edad.

-          Qué bueno que Janito esté al frente. Así evitamos que otra vez nos la quieran quitar, como pasó cuando la compramos.

-          ¿Otra vez los militares?

-          No. Digamos que el papá de Jano tuvo sus cosas por ahí, y salió una mujer a querer quitarnos la tierra. Pero, ya se resolvió, y nunca más nos molestará.

Tras cenar, estar un rato en Internet, y ver televisión, Raúl se sintió cansado y se fue a dormir como a las diez. A esa hora, Jano se estaba vistiendo para salir a la calle. Bajó y se encontró con su madre.

-         ¿Otra vez fuera?

-          Voy a ver a mis amigos. No me demoro que mañana debo hacer cosas acá en la casa temprano. No te preocupes que no trasnocharé.

-         jano salió a encontrarse con sus amigos de la fiesta de la noche de cumpleaños, y se fueron a la discoteca gay. Ocuparon una mesa y comenzaron a pedir trago. Allí también estaba el cumpleañero.

- ¿Crees que haya sexo en vivo?

-          A lo mejor.

-          Ay. Ojalá que salga Benny. Lo hace rico.

-         Jano miró hacia el escenario, como alertado ante tal pedido, pero ese espacio estaba vacío.

-         Fue al baño luego, y al regresar a la mesa, pasó por la barra.

-          ¿Sabes si esta noche actuará Benny?

-          Parece. No sé, causa.

-         A medianoche, dos chicos con la piel brillante, como si tuvieran aceite, pero extrañamente coloreados, se apoderaron del escenario y comenzaron a realizar una performance erótica. Ambos estaban desnudos, luciendo cuerpos que sólo se consiguen con suplementos, mancuernas y barras. Ambos tenían un tono bronceado artificial de la cabeza a los pies.

-         De pronto, Jano se fijó en uno de los dos, y notó la prominencia del trasero, una característica que le parecía muy familiar, que ya había visto varias veces. En medio de la naciente ebriedad, meneó la cabeza para asegurarse que estaba identificando correctamente al modelo, quien erectó su pene, como de unos 18 centímetros, y se lo dio a su compañero para que se lo chupara.

-         La multitud daba grititos nerviosos y alaridos de excitación, y el personal de seguridad tubo mucho trabajo para que más de un espontáneo no pudiera subir a darse un festín.

-         Cuando el que hacía de activo se disponía a penetrar al otro modelo que estaba en veinte uñas sobre el escenario, Jano decidió irse dejando todo atrás.

El resto de la madrugada se la pasó en un bar del centro de Piura bebiendo por beber, y sin razón aparente.

A las tres y media de la mañana estaba tan borracho, que uno de los mozos le ayudó a tomar taxi. Había apagado su celular.

Quince minutos después hizo esfuerzos supremos para no hacer bulla al caminar, ya dentro de su residencia. Incluso llegó a quitarse las zapatillas. Subió las escaleras mecánicamente, pues de su cabeza no pudo quitarse la imagen del modelo de la discoteca. Pasó frente al cuarto donde había alojado a Raúl. Se detuvo. Respiró hondo, dudó un minuto, sacó su llavero e ingresó a ese espacio.

Raúl dormía boca abajo, descubierto y totalmente desnudo. Lo contempló con la poca luz que entraba por entre las cortinas.

Jano se desnudó por completo, y se echó sobre la espalda de Raúl, quien se despertó asustado.

-         soy yo. Tranquilo. Hagamos el amor, ¿sí?

-         Raúl no supo qué hacer, y dejó que la boca de su anfitrión le besara la espalda desde la nuca hasta la raja del culo, que le separara las nalgas, que le hiciera un intenso beso negro, que le recorriera las piernas hasta llegar a besar las plantas y los dedos de los pies.

-          Voltéate.

Raúl acató la orden, se puso boca arriba y sintió cómo Jano regresaba por sus piernas hasta lamer sus testículos y comenzar a chupar su pene. Raúl no sabía a qué sensación darle más prioridad, si al temor o al placer.

Sintió cómo sus 18 centímetros entraban y salían de la boca de Jano, e hizo esfuerzos para no gemir, por temor a que lo escucharan en el resto de la casa.

Luego de unos diez minutos, Jano se acostó sobre Raúl, y lo besó profundamente en la boca, por varios segundos.

-         Tienes rica pinga. ¿Has hecho el 69 alguna vez?

-          Sí. Varias veces.

-          Hagámoslo.

Ambos se aferraron a las nalgas del otro mientras se daban una gran mamada. En esa pose, se revolcaron sobre la cama cuantas veces quisieron. Jano alucinó estar con el chico de la disco, con el policía de sus sueños, con el policía del cumpleaños, con…

-         ¡Las voy a dar!

-         Raúl soltó la verga de Jano y dejó que su leche caliente le inundara el pecho y el abdomen.

-         Jano jadeó un par de veces, y se deshizo de la pinga de Raúl, regresó a su realidad, se levantó, se puso su boxer.

-          Disculpa. No sé qué me pasó.

-         Así, semi-desnudo, Jano dejó el cuarto.

-         La primera claridad de las cinco de la mañana se asomaba por la ventana, pero insuficiente para iluminar la perplejidad en el rostro de Raúl.

 

(CONTINUARÁ…)

 

©2012  Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido o semejanza con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Contacta a los autores: hunks.piura@gmail.com

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