P era el más tranquilo de los 4 hermanos. Creo que era un perfecto desperdicio de hombre: moreno, buenos hombros, buenos brazos, buen culo, buenas piernas... por el bulto, siempre me dio la impresión de que también buena pinga; pero nada de nada con el sexo... no al menos mientra´s vivía en el campo.
¿Entienden por qué pensaba eso: el cuerpo ideal en la actitud nada ideal?
su vida consistía en entrenar, jugar los fines de semana en un club de segunda división y trabajar en la chacra de sus viejos, porque eso sí, los viejos los explotaban a los 4 como querían, y luego los veías en cuanto evento social había dándose apretones de manos o besitos con la élite local.
A veces me encontraba a P en el canal, tomando un baño, siempre con su calzoncillo Stripper.
Como dije, tenía buen cuerpo, en parte, gracias a trabajo de gimnasio cuando pasaba temporadas en la ciudad.
Nunca se le conoció enamorada, ni agarre, ni hablaba de esos temas.
Eso, hasta que recientemente me lo encontré cambiado.
Para comenzar se había teñido su negro cabello de rubio, se había estilizado y manejaba un abanico en las manos. Un Loco Mía algo trasnochado.
Me lo encontré en una discoteca cerca de mi casa. Me pasó la voz, y nos pusimos a tomar algunas chelas.
Me contó que, gracias a uno de sus hermanos, se había puesto un negocio que no prosperó, que nunca me dijo de qué se trataba ni me dio la gana de saberlo.
seguía agarrado.
A eso de las dos de la mañana, decidí irme a descansar. Me estaba despidiendo de él, cuando me invitó a ir a la casa de su hermana. Lo dudé pero finalmente acepté la invitación.
Cuando llegamos no había nadie´.
Sacó un par de chelas más y comenzamos a tomar.
- Puta, aquí hace calor.
- Sí. Parece que tu hermana no ventila esto.
- Yo sé cómo resolverlo.
se levantó y abrió las ventanas. Algo de viento fresco entraba por entre las cortinas. Luego, antes de sentarse, como si estuviera en el canal donde solía bañarse, comenzó a desvestirse. Se quitó un polo manga cero, un jean pitillo, y se quedó en una ropa interior inusual: un bikini plateado muy pequeño.
- ¿Y eso?
- Me lo compré en Gamarra. ¿Te gusta?
- Sí. Más o menos.
- Mira el detalle.
Se dio la vuelta, y me quedé de una pieza. no era bikini, sino un hilo dental. Una tira de tela plateada se perdía entre sus morenas y redondas nalgas.
Se volteó de nuevo.
- ¿Y tú qué estás usando ahora?
- Un calzoncillo... normal.
- ¿A ver?
- No es necesario que te lo enseñe.
- ¿Y cómo yo?
Siempre creí en la equidad, pero esto es surrealista por completo. Tras algo de duda, me desvestí, y me quedé en ropa interior.
- 'Ta chévere tu calzoncillo. ¿Dónde lo compraste?
- Por catálogo. En Leonisa. Bueno, Leo.
Se acercó y comenzó a tocar la tela, justo por donde mi paquete comenzaba a crecer. Dejé que continuara. Quería saber hasta dónde llegaría, y lo supe pronto.
Entonces su mano se posó sobre mi pene erecto ya para ese entonces.
- Estás armado, huevón.
- Disculpa.
- Normal... ¿Puedo verlo?
- Claro.
Me bajó la prenda hasta las rodillas, y mi palo saltó. se quedó viéndolo.
- ¿Puedo tocarlo?
- Claro.
P comenzó a manosearlo.
- ¿Ya te lo han chupado?
- Varias veces.
- Ah. ¿Quieres probar cómo la chupo?
- Claro.
Su boca comenzó a succionar mi pene, y en ese momento se me vino a la cabeza la idea de que era imposible que este pata agarrado, moreno, sexy, que debería estarme tocando el culo, me la estuviera chupando.
Minutos después, yo estaba acostado sobre el, en el sofá de aquella sala, moviéndome, besándole el cuello. Nuestros penes se rozaban y acariciaban. El suyo era de tamaño promedio pero venudo como el de su otro hermano, S.
Me puso sus poderosas piernas en mis hombros, y comencé a rozarle mi verga en la raja de su culo.
Luego nos pusimos en perrito, y mientras yo seguía masajeando mi miembro entre sus nalgas, sacó un condón, y me lo dio.
Su culo era estrecho.
Mientras me lo cachaba, él se movía y gemía como sólo los morenos saben hacerlo. Por eso no duré mucho.
Acabamos la otra chela y me quité a mi jato como a las 4 de la mañana.
Hace poco que regresé al campo lo vi, pero él o no me vio o se hizo el que no me vio.
Pregunté por él a otro pata que lo conocía, y me contó que estaba metido en el negocio del mango, pero que antes de dar trabajo a los obreros, él los llevaba a su cama.
Aún juega fútbol pero no tanto como antes.
eso sí, ya no se baña en el canal ni socializa con sus vecinos como antes.
- Es que ahora tiene plata. - me dice uno de sus amigos. - Así son cuando les cae algo de billete.
CONTINUARÁ...
©2012 Hunks of Piura Entertainment.
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