Cuando hablamos de sexo, mucha gente confunde límites con prejuicio, pensando que son la misma cosa, pero no es así.
Por definición, un límite es a donde algo llega como mucho, o como poco, y está determinado por la capacidad de aquello que se expande o se contrae, como por ejemplo, nuestra actitud frente al sexo.
Un prejuicio es una idea preconcebida que tenemos acerca de algo o de alguien sin contar con información comprobada.
Esto quiere decir, hablando de sexo y sexualidad, que tenemos la suficiente información para entender ambos conceptos en su dimensión real, sin apasionamientos, pero tampoco sin indiferencia.
No tener prejuicios implica tener un abordaje inteligente de la cuestión, y es aquí donde entran los límites.
Éstos tienen que ver más con las cosas que nos gustan o nos disgustan personalmente, y que tiene que ver con una cuestión de valoración personal.
Para ponerlo más sencillo, es probable que no nos escandalicemos por el matrimonio entre personas del mismo sexo, y aún creamos que es un derecho de ambas; pero, que nosotros lo hagamos, ya es otro tema. Podríamos hacerlo o no, pero eso no significa que seamos prejuiciosos, sino que, dentro de lo que conocemos, hay cosas que no aríamos porque ya sabemos de qué se trata.
allí radica la diferencia.
Lo que debes hacer siempre es buscar información acerca de todo para que sepas tomar decisiones y señales tus propios límites.
Hacerlo llevado por el prejuicio es la peor manera de andar por la vida y de tener un criterio muy corto respecto a cómo desarrollarse como individuo.
Fíjate en tu propio círculo y te darás cuenta de las diferencias significativas entre quienes tienen la mente más abierta y son más sabios que otros.
Tú decides si quieres estar en esa esquina, pero suele ser la mejor opción para ti y para el resto.
Y Y tras ofrecerte una información desprejuiciada, le ponemos límite a esta entrega aquí.
¿Preguntas, comentarios? Déjalos aquí o en hunks.piura@gmail.com
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