lunes, 12 de septiembre de 2022

El precio de Leandro 5.1: el interés de Darío


Ese martes por la mañana, Darío se dedica a ordenar una casa que no es la suya, ni la de Leandro; la de Roberth. Todo es un tiradero donde hay ropa, papeles, unas botellas de cerveza, algunos preservativos usados.

“No cambias en absoluto”, comenta el modelo.

Del otro lado, Roberth está sentado frente a su computadora procesando las fotografías de Leandro.

“Si estás haciendo todo esto para bloquear la carrera de tu nuevo romeo, pierdes tu tiempo”, advierte el fotógrafo. “Tú tampoco has cambiado en absoluto”.

“No, para nada; además ahora es diferente”.

“Sí, como también fue diferente la vez anterior, la vez anterior, la vez anterior y la otra vez anterior”.

“No me ayudas mucho, Roberth”, reclama Darío con tranquilidad. “Además, sabemos que Aníbal es un drogadicto, Carlos es un vividor, Pepe es un delincuente y Rico es un puto. Ni siquiera sabía de dónde venían. Leandro no es igual, no luce igual”.

“Tú sabías que Aníbal fumaba hasta césped seco, que Carlos ya tenía lista de clientes, Pepe es tan delincuente que ahora trabaja para tu viejo y, que yo recuerde, Rico te había dejado en claro que lo suyo era lo porno pero aún así tiene negocios contigo, y no te olvides de Elías”, continúa Roberth mirando la pantalla de la computadora. “Por lo demás, coincidimos en que Leandro parece tener otro aura”.

“Elías nunca quiso ser modelo y ni lo menciones que me recuerda al estúpido de Madero”, refunffuña Darío. “definitivamente, Leandro es diferente y su madre es un amor”.

Roberth deja de ver el monitor y voltea a observar a Darío como si tuviese un resorte en la nuca:

“¿Qué tratas de decir?”

“Que conocí a la mamá de Leandro; ayer estuve en su casa”.

“¿Que hiciste qué, Darío? Ay, Dios. Sí has cambiado… para peor”.

Darío se justifica:

“Es que pensé que ese chico me estaba engañando, Rob.”

“¿Y para eso tenías que hacerle visita domiciliaria?” Roberth regresa a mover el ratón y balancear una sombra en una de las fotos de Leandro.

“El caso es que me dijo la verdad sobre él y sí merece que lo ayude”.

“Le produjiste su sesión de fotos, Darío, y el producto se vende solo; deja que ahora él la luche”.

“Hay mucha competencia, Roberth. Una cosa es tener contactos por todo sitio, otra cosa es empezar de cero”.

“Bueno, es tu tiempo, tu plata y tu esfuerzo. Solo te voy a aconsejar lo mismo que te he aconsejado en otras ocasiones, y que te lo dije delante de Leandro: deja que tome sus propias decisiones, no interfieras; dale el impulso pero deja que él decida cuán alto quiere llegar. No le des el pescado; enséñale a pescar”.

“eso lo tengo claro, Rob”.

El fotógrafo sigue moviendo el puntero en la pantalla de la computadora, y probando variaciones cromáticas.

“Solo te voy a pedir un favor adicional, Rob: ya sé que tú serás el director del nuevo catálogo de Lawrence’s, así que…”

El fotógrafo vuelve a ver fijamente los ojos del modelo. No es difícil adivinar la intención. 

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