domingo, 11 de septiembre de 2022

Ser Rafael 5.1: Operación Alejamiento



Al día siguiente y de última hora, invité a Laura para que almuerce en mi casa.

Claro que me exponía a que mi madre y ella me hicieran blanco de bullying, pero mi seguridad estaba en juego, así que el sacrificio era un mal necesario.

Fui hasta su casa a recogerla, previa escala en una farmacia para comprar otro paquetito de condones.

Como seguía esa relación, era una inversión útil. Lo que sí, no tenía idea de qué pretexto esgrimir esta vez si ella me pedía prescindir de la protección.

Al llegar a recogerla fui atendido por su madre, quien me hizo pasar a su sala pues Laurita aún no estaba lista, para variar. Y eso que le había avisado con una hora de anticipación.

Para su mamá no fue tiempo muerto porque se dedicó a conversar conmigo.

“¿Cómo sigue la señora Haydeé?”

“Bien gracias, doña Amalia. Con favor de Dios, bien… gracias”.

“¿Y qué tal tu trabajo?”

“Ah, sin problemas. Todo perfecto”.

Y así por el estilo tuve que absolver el clásico cuestionario que te hace la madre de tu enamorada para garantizarse que no eres un muerto de hambre y que tienes armonía familiar, clave para una eventual convivencia bajo un mismo techo.

El interrogatorio de la señora era manejable; si hubiera sido el padre, cada respuesta vendría acompañada de ‘esa hija es la luz de mis ojos’ o ‘debes cuidarla porque es tu deber’.

Solo quedaba ser paciente y amable.

Laura apareció al fin. Se despidió de su madre; su madre se despidió de mí. Partimos hacia mi casa.



el almuerzo dominical fue cebiche mixto y causa de atún, con el toque que solo las manos de mi madre eran capaces de darle.

Durante la comida, se aplicó el mismo interrogatorio al que antes fui sujeto. Quiero decir, esta vez de mi madre a Laura.

A mi enamorada no pareció incomodarle, a pesar que muy disimuladamente yo le indiqué mediante gestos a mi madre que ya parara.

Cuando terminamos de comer, Laura y yo nos pusimos a conversar un rato en mi sala. Como mi madre se había ido a su dormitorio, le mostré algo que había encontrado en el diario. Le pasé la página completa.

“¿Halcones vence tres a dos a Sport Verdes?”

“Qué? No, Laura. Lo que está marcado con plumón”.

Ella lo halló al fin. Se trataba de un aviso de empleo para una profesional de su perfil.

“¿El Popular está buscando personal?”

“No. Por la herramienta que piden es el BGU”.

“Sería chévere postular; el caso es que yo estoy contenta con mi trabajo”.

“¿Contenta trabajando para el gobierno? Por favor, Laura. Es un sector nada competitivo”.

“Pero puedo marcar una diferencia. Puedo cambiar esa imagen”.

“Sí. Tú solita. Bueno, yo creo que podrías postular a esa convocatoria y hacerla”.

Laura releyó el anuncio, y al fin accedió.

Saqué mi lap-top y se la di para que buscara su hoja de vida y aplicara al puesto. No tuve ningún problema en prestarle mi computadora. No tenía nada que ocultarle, así

que, si en uno de mis descuidos, ella quería espiar cualquier indicio de infidelidad, no encontraría nada.

Me senté a su costado.

Al fin, ella terminó de actualizar el documento y lo envió.

en ese momento, mi madre apareció vestida para salir.

“Voy a ver a tu tía Leonor. ¿Puedes irme a ver a las seis?”

Eso era dentro de tres horas y media, más o menos. Acepté.

Mi madre se despidió de Laura y de mí. No dijo nada más. Evidentemente nos estaba dejando solos.

Cuando doña Haydeé se encontraba a calculada distancia considerable, no perdí más tiempo y comencé a besar apasionadamente a mi chica.

“Rafo, tranquilo. Tu mami…”

“Mi mami salió. Estamos solitos, mi amor. Nada nos va a interrumpir”.

Nada.

Nada, excepto el teléfono fijo de mi casa.

Fui a atenderlo dándole la espalda a Laura.

Era Elena, mi hermana.

“Rafo, en un mes me darán vacaciones del estudio, y adivina qué… ¡Me la pasaré en casa con ustedes!”

“Excelente, hermanita. Mira, aquí estoy con Laura y justo vamos a salir. Mamá no está. ¿Qué tal si te llamamos ahora en la noche?”

Elena entendió. Quedamos para hablar más tarde.

Cuando colgué, volteé a ver a Laura, pero ésta se había esfumado de la sala.

Comencé a llamarla. No obtuve respuesta. 

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