viernes, 16 de septiembre de 2022

el precio de Leandro 5.5: Ya tengo inquilinos


El desayuno tiene claras de huevo cocidas, algo de tostadas, queso, café y yogurt.

“Me disculpará la invasión, doña Adela”, justifica Darío.

“Descuida, hijito”, tranquiliza la señora. “Leíto me presenta a sus amigos, pero casi ninguno se pasa tiempo con nosotros; solo vienen, visitan, se van. Aunque, ¿cómo se llama ese chico que conociste, el que hace taxi, hijito?”

Leandro suda frío. Carraspea.

“Mamá, tampoco es que tengamos un lugar para ofrecerles”, desvía el tema. “Ya ves, con Darío nos hemos tenido que acomodar como sea”.

“Ya te dije que no es incomodidad para mí”, aclara el apuesto modelo.

“Pasa aquí una semana y hablamos siete días después para ver si opinas lo mismo”, sonríe el otro galán.

“Te tomaré la palabra”, reta Darío.

“Tú eres bienvenido a esta casa siempre que lo desees, hijito”, tercia cortésmente Adela.

“¿Y esta casa es de ustedes?”, Darío toma delicadamente el primer sorbo de café caliente.

“No, es de un primo que no está en el país y que nos la encargó para cuidarla”.

“¿Por dónde está?”

“Ay, no sé. Debe ser… Winnie Coopper, Winnie Pooh, Winni algo”.

“¿Winnipeg?”, adibina Darío.

“Exacto”, sonríe Adela.

“¿Y hay la posibilidad que regrese a reclamar la casa?”, continúa Darío.

“Bueno, si primero logra superar el reclamo que tiene la justicia contra el, quizás”, interviene Leandro.

“¿Cómo así?”, se extraña el supermodelo.

“Bueno, Darío: haces las cosas mal, la justicia te busca, te vas del país y no puedes regresar hasta que se pase el tiempo de restricción, o algo así”.

“Prescripción”, vuelve a definir Darío.

“Tu tío no es un delincuente, Leíto”, Adela se pone seria. “Te lo he repetido cientos de veces”.

“Bueno, no viene al caso; mientras se le busque y eso que hizo no pres… como se diga, seguiremos en esta casa”.

 


Tras dejar a Leandro en el Estadio Municipal, Darío regresa a la Torre Echenique y se detiene en el tres cero uno. A los pocos minutos llega Wílmer, el portero de turno:

“¿Me llamó don Darío?”

“Sí, Wil. ¿Sabe si alguien ha pedido alquilar este departamento?”

“No, don Darío. Nadies”.

“Perfecto, Wil. No lo alquile. Ya hay quién lo ocupe”.

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