miércoles, 28 de septiembre de 2022

el precio de Leandro 6.3: Sexo no simulado


Leandro estuvo a las seis de la mañana del día siguiente en una esquina de la Torre esperando a Rico. Una hora después, ambos estaban pasando por maquillaje ya en la locación, una casa de campo camino a la sierra. La sinopsis del videoclip no es nada del otro mundo: una mujer tiene su pareja oficial pero sueña con otro hombre al que idealiza, y ése sería el papel de Leandro. La primera escena que le tocó rodar fue harto incómoda porque debía estar acostado encima de la cantante sobre el frío suelo del porche y porque no solo estaba siendo vigilado por Roberth y Rico, sino por dos asistentes, una maquilladora y un productor. La tortura duró cerca de media hora. La segunda escena que le tocó grabar se hizo en la vieja bañera de la casa, más llena de espuma que de agua. Todo lo que tenía que hacer es estar sumergido y sentado detrás de la cantante ocultando su cara de la cámara bajo el pretexto que le besaba el cuello. Por lo reducido del espacio, solo estaba Roberth haciendo correr la cámara sobre un trípode-dolly que iba suavemente entre un lado y otro.

“¡Corten! ¡Queda!”, grita el fotógrafo. “Esperen que retiremos un poco de aparatos para que puedan salir”, instruye al talento metido en la bañera.

Un asistente entra y ayuda a desmontar la cámara y el trípode, llevándoselo en menos de cinco minutos; entonces otra asistente entra con una toalla para ayudar a que Luna Estrella salga del agua con espuma.

“Rica escena”, le alcanza a susurrar a Leandro, quien se sonroja al máximo.

La cantante sale del agua cubierta en la toalla y se retira. De inmediato Roberth entra con otra toalla para lograr la salida de Leandro.

“Yo sé que el agua está rica, pero no pensarás quedarte allí todo el día”, reta el fotógrafo.

“¿No está viniendo nadie más?”, pregunta el muchacho evidentemente incómodo.

“No. ¿Necesitas que venga alguien?”

“¡No! ¡Ni cagando!”

Al levantarse Leandro, Roberth entiende la tensión: el modelo se ha excitado mucho. Cosas de novatos, piensa.

 


La última escena es la más desafiante para el equipo. Luna rettoza con su novio real, encarnado por Rico, y cuando acaba con éste, comienza a hacerlo con su novio de fantasía, encarnado por Leandro. Los tres más Roberth están en uno de los dormitorios, el más grande, junto a una cama de cromo forjado. El tamaño del lecho hace que el futbolista recuerde inevitablemente la del penthouse. Tras el enésimo retoque de maquillaje, Roberth explica la coreografía y adelanta que lo hará desde diferentes ángulos, por lo que se tendrá que repetir la acción muchas veces, de tal modo que haya suficiente material para las dos versiones: una sutilmente erótica en la que se lucirá más el rostro de la cantante, y otro más softcore con muchos desnudos y escenas de sexo simulado.

“¡Acción!”, ordena Roberth, y Rico comienza a moverse sensualmente sobre Luna, quien finge (en teoría) disfrutar el acto. Leandro espera totalmente desnudo a espaldas del fotógrafo. “¡Cambio!” Rico libera a Luna y Leandro camina hasta el borde de la cama, para acostarse sobre la mujer y moverse con más vigor, a lo que ella responde con mayor entusiasmo. Al lado de ambos, el personaje de Rico duerme plácidamente.

“Corten, voy a tomar otro ángulo”, indica Roberth.

Leandro deja de cimbrarse. El roce y el movimiento le han vuelto a jugar otra mala pasada.

“Discúlpame, no tengo experiencia en esto”, susurra.

“No me importa”, sonríe pícaramente Luna. “Sé cómo arreglarlo”.

La cantante hace un raro meneo de caderas y Leandro siente que toda su masculinidad está ingresando de verdad en las entrañas bajo su piel.

“Házmelo rico”, le dice al oído, jadeando.

“Vamos y… ¡acción!”, vuelve a ordenar Roberth.

Leandro se olvida de cualquier pudor y deja de actuar para la cámara. No se detendrá hasta que el clímax se lo marque antes que las órdenes del director.

 

A las seis de la tarde, los dos modelos regresan a la ciudad. En el horizonte no se ve ningún sol que se oculte.

“Las recontracagué”, se repite Leandro tras contar por tercera vez lo que pasó durante el rodaje.

“¡Bah! No te hagas tanto problema. Ella misma te lo permitió”, le tranquiliza Rico.

“Huevón, ni siquiera tenía un puto forro, Suponte que quede preñada y la canción”.

“¿Y crees que ella se dejará preñar así de fácil? Esta noche se tomará una de esas píldoras de emergencia y asunto arreglado. Además, Rob no te llamó la atención, ¿o sí?”

Leandro niega con la cabeza.

“Míralo del lado positivo: mañana tenemos un jugoso cheque que recoger y cobrar”.

  

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