domingo, 9 de octubre de 2022

ASS (47): Un nadador en toda su plenitud

El doctor Talledo, olvidándose de cualquier principio ético, acaricia el pene de Julián.



El cuerpo desnudo de Julián sobre la camilla del doctor Talledo parece un regalo de los dioses del Olimpo: enormes pectorales a juego con una gran espalda y unos brazos bien moldeados, una cintura muy pequeña, grandes piernas torneadas, y en medio de ellas, un pene flácido de dimensiones promedio descansando sobre un par de generosas bolas. De reojo, Talledo ha notado que el culo de su nuevo paciente no es enorme como el de Flavio o Marcano, pero redondito y cumplidor como el de Alejo, Miguel, o el propio Enrique.

“Tu examen externo parece normal: no veo nada excepto el cuerpo de un nadador en toda su plenitud, pero…”

“¿Pero qué pasa, doctor?”

“El PREP es una droga relativamente fuerte; de hehcho podrías sentir alguna incomodidad los primeros días que la tomas, pero nada del otro mundo hasta que te adaptas… Mi problema es que no haga interacción con… con los que tomas para recuperar masa muscular”.

“Doctor, si se refiere a lo del estanozolol, es falso: no he perdido cabello, como dentro de mi régimen, duermo ocho horas corridas sin sobresaltos… mis huevos no se achicaron, se me para el pene con normalidad y firmeza”.

“¿En serio?”, averigua Talledo más por curiosidad personal que por preocupación médica.

“Claro… Si me estimulo, puede notarlo”.

“¿Cómo te estimulas, Julián?”

“Bueno… Me lo toco, o si veo a dos personas teniendo sexo, o cuando tengo sexo… usted sabe, lo normal… Usted me dice y yo se lo puedo comprobar ahorita”.

“Haremos una pequeña prueba”, avisa el médico, quien, olvidándose de cualquier principio ético, acaricia suavemente el pene de Julián. “Relájate”.

Poco a poco, el miembro del nadador va alargándose aunque aún sigue flácido. Julián cierra los ojos.

“Anoche me lo chuparon rico”, comenta el atleta.

“¿Te gusta que te la chupen?”

“Me encanta”, suspira el chico sonriendo y con los ojos cerrados.

Talledo no espera más. Se inclina. Él mismo mama la picha de Julián.

“Wow… Qué rico”, sigue susurrando Julián. “Qué rico”.

Efectivamente, el pene se pone duro y grueso.

“Qué rico la chupa, doc”.

“¿Quieres eyacular ya?”, consulta el médico en un descanso.

“Me contengo, pero… siga, siga”.

Talledo sonríe. Detiene la fellatio, va a su escritorio y saca un frasquito. Se lo pone en la mano al nadador.

“Entra al baño, lávate bien la pinga y luego te pajeas pensando en cómo te la chupé. Quiero que eyacules aquí dentro”.

“¿qé va a hacer con mi semen?”

“Exámenes de rutina… confía en mí”.

Julián se desconcierta un poco, pero… acata. Dentro del baño, será fácil elegir alguno de sus recuerdos más recientes: aquella mañana con el español velludo en su departamento de Lima, la escena de la orgía que vio apenas llegado a casa de Enrique en Los Ejidos, la prueba que le hicieron con Flavio la noche anterior. Pasa todas esas imágenes en su cabeza como si fuese una película. Su pene se pone duro. Se pajea. Cinco minutos después, eyacula dentro del frasco. No lo profuso que quisiera, pero hay una buena cantidad.

Aún desnudo, Julián sale del baño y entrega el frasquito cerrado al doctor Talledo.

“¿Cuánto tiempo tomarán los resultados?”

“Para mañana a esta hora ya debemos tener datos, querido Julián”.

El nadador sonríe y busca su ropa. Encuentra su slip y justo al ponérselo, se queda viendo al médico:

“¿Puedo decirle algo, doc, pero no se ofende?”

“En absoluto, Julián; puedes confiar en mí”.

“La chupa riquísimo”.

Talledo sonríe. Mientras rotula la calcomanía que pondrá como sello en la tapa, se pregunta a qué sabrá la leche del nuevo talento de ASS.

Cuando Julián regresa a la sala de espera, nota que en el asiento hay un chico guapo, musculoso, viendo su celular. Se detiene unos segundos. Entonces, la puerta del consultorio médico se abre.

“Pasa, Alejo”, anuncia Talledo.

El chico se levanta y entra.

“Alejo, Alejo”, se repite Julián en voz baja para no olvidarse. Entonces, su cerebro hace sinapsis.

Al bajar a la calle, donde enrique lo espera en la SUV que está aparcada en la vereda del consultorio, y acomodarse, no espera mucho.

“¿Tendré escenas con el tal Alejo?”.

“Ah, ya lo cachaste al güey”, responde enrique despreocupadamente.

“No, aún no me lo cacho pero… si se presenta”.

Enrique sonríe y entiende que usó la jerga desacertadamente:

“Que ya lo viste al güey”.

“Ah, sí, y me pone para una escena”.

“Podría ser una escena de guerra de espadas en la piscina: Alejo es activo”.

“No importa”, dice Julián. “Si me lo pides, hasta le hago beso negro”.

“¿Y que te lo haga?”

“Déjame pensarlo… ¿de cuánto hablamos, enrique?”

El productor y actor sonríe. Tendrán que esperar a que Alejo salga de su consulta. Es probable que el viaje en la SUV pueda arribar a algunos acuerdos.

Mientras tanto, dentro del consultorio, Talledo mama la pinga del actor y escort musculoso. Toda hasta la garganta. Se la saca de la boca:

“Tengo condones y estoy limpio: ¿me la metes al toque?”

Alejo sonríe:

“Se supone que usted…”

“Te pago tu tarifa”.

Alejo vuelve a sonreír:

“Trato hecho”.

Talledo se baja su blanco pantalón y su bóxer de licra mientras el escort se pone el forro. Meter su pinga en ese agujero casi no necesita lubricante. El médico gime ahogadamente mientras se pajea hasta venirse en otro frasquito de muestras. El espasmo del músculo anal advierte a Alejo que ya no debe mecerse más. Menos mal que solo perdió un poco de líquido preseminal. Nada más.

Y para terminar, mira un video porno gay.

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