jueves, 27 de octubre de 2022

Ser Rafael 10.3: Contacto gringo


Al salir, prendí mi celular. Habían los típicos mensajes de la oficina, y algunos de amigos.

“Mira, Laura. El Tuco te manda saludos de cumpleaños”.

Laura tomó el aparato. Se alegró. Movió sus dedos con rapidez.

“¿Y éste? Te lo mandaron de una página web”.

Tomé de vuelta mi celular. Efectivamente. No era un número sino un código, y un mensaje raro: NDNPSQ. Puse cara de ignorancia.

Para fortuna ella no preguntó más; pero fue una jalada de orejas para mí mismo de no soltarle el celular sin verificar qué tengo en pantalla.

Antes de tomar el bus de regreso, volvimos a acercarnos a la playa para ver cómo el sol se ponía. Ambos nos abrazamos.

“Rafo, disculpa por insistirte con lo del matrimonio”.

“Ya, olvídalo. Disfrutemos este paisaje”.

Laura sacó su celular.

“¡Mejor le tomamos fotos!”

“Mejor que nos tomen la foto”.

Busqué quién podía hacernos el favor. Al voltear a mi derecha, sorpresivamente, apareció el chico de la tanga azul acero, aún vestido con su tanga azul acero. Lucía un poco bronceado.

Tragué saliva.

“¡Amigo, un favor!”

El chico se nos acercó.

“Puedes tomarnos una foto?”, le pedí.

Photo? Tu querer Photo?”, replicó.

“Yes!”, reaccionó Laura. “Please, take a picture of us with the sunset at the background”.

El chico asintió. Nos tomó varias fotos, y para mí fue difícil dejar de contemplarlo: ¡qué tal físico!

“Thanks…”, dijo Laura cuando él nos regresaba el celular.

“Al. My name’s Al.”

Entonces, sus ojos verdes me hicieron contacto visual.

Sentí un pequeño estremecimiento.

Perdí la noción del tiempo por varios segundos.

Cuando el bus iba cuesta arriba por el acantilado, me preguntaba cuál de esos puntos móviles cerca al mar sería el tal Al.

“Me dio su e-mail, Rafo”.

“Vaya. alguien estuvo haciendo relaciones internacionales”.

“¿No escuchaste que es especialista en conectividad?”

“¿Dijo eso?”

Laura me enseñó la dirección de correo electrónico del chico, que ella había grabado en su celular.

“Necesitas reforzar tu inglés”.

Regresé a mi casa a la hora de la cena. Estaba muy cansado.

Apenas comí, me fui a mi dormitorio. Me disculpé con mi mamá, y le dije que al día siguiente le contaría todos los detalles del viaje.

Ni bien me eché en mi cama, entré a redes sociales y busqué a Al. Allí estaba. Le mandé solicitud.

Iba a dormirme, cuando volví a tomar mi móvil. Llamé.

“Hola Eduardo, ¿todo bien?”

“Sí… ¿Pasó algo?”

“No mucho. ¿Por qué me enviaste ese mensaje?”

“¿Mensaje? ¿De qué hablas?”

“NDNPSQ. Dime que no fuiste tú”.

“Estás loco, Rafael”.

“No debimos. No pudimos…”

“Rafael, ya basta. Laura es tu enamorada. Respétala”.

“sí quisimos. ¿significa eso?”

“No debiste llamar, Rafael”.

“Pero no pude quedarme con la espina”.

Hubo un breve silencio.

“Rafael… ¿de veras quieres?”

Fui yo quien se quedó en silencio esta vez.

“¿Rafael?”

“Veremos, Eduardo. Veremos”.

Colgué.

Iba a dejar mi celular sobre mi mesa de noche cuando una alarma sonó. Regresé a ver la pantalla.

Al me había aceptado.

ndito inglés, ¿por qué no eres mi fuerte? 

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