viernes, 20 de enero de 2023

ASS (62): Así me la mamó, pero tú lo haces más rico

Damián pide a Juan reconstruir lo que pasó la noche que cachó con Paco.


“Nos cruzamos esa noche en la calle, me decía que venía de tomar unas chelas con unos amigos… creo que en el semental, o algo así”, relata Juan.

“¿Será el Cimarrón?”, interrumpe Damián.

“Sí, creo que sí”, replica Juan. “el hecho que venía algo picado, me hizo el habla, y, bueno… si se me estaba ofreciendo así, yo creí que podríamos venir aquí a pasarla bien. Total, ¿quién iba a enterarse?”

el peón y el policía están sentados en una mesa simple en la salita de la casa que Julio tiene en su parcela, cerca de San Sebastián. El dueño de la propiedad también está presente ese miércoles, ya pasadas las nueve de la noche.

“¿Te sirve esa información?”, pregunta Julio.

“va a cobrar relevancia en la medida en que paco despierte o podamos encontrar al mototaxista para corroborar datos”, explica Damián.

“¿encontrar al mototaxista?”, se extraña Julio.

“Pidió su alta desde ayer por la tarde y desde entonces su paradero es un misterio”, responde Damián.

“Lo que les digo es la pura verdad”, reclama Juan.

Damián estudia las agradables facciones del chico y le palmea el hombro:

“Mira, muchacho, aquí entre nos, yo sí creo que estás diciendo la verdad, pero si ese otro huevón va a hacer lo que pienso que va a hacer, lo mejor es que tengamos datos exactos para que Julio sepa cómo lo puede joder”.

“Perdone, don Julio”, baja la voz Juan.

“No es tu culpa”, responde el aludido, de manera tranquila.

“Lo que no entiendo es por qué quiere joderte de esa manera”, observa Damián a Julio.

El ex futbolista suspira y se estira sobre su silla.

“Cuando Sandro se hizo adolescente, se hizo hincha del equipo y lo veíamos apoyando en todos los partidos. Su viejo era socio del club y aportaba fuerte. Eso hizo que Sandro tuviera más acceso, incluso a los vestuarios. Tendría 15 o 16 años, y de pronto noté que rondaba mucho a los jugadores. Una vez lo descubrí cachando con uno de ellos en las duchas. Era José Luis. Sandro alucinó que el Pelu era su pareja y no lo abandonaba ni a sol ni a sombra. Tuve que hablar con su viejo para que nos lo quitara de encima porque ya estaba afectando nuestro rendimiento. Desde allí me cogió fastidio”.

“¿Y nunca lo pudo superar?”, inquiere Damián.

“No lo sé. Cuando Sandro cumplió 18 años, pidió adelanto de herencia a su viejo. Sandro fue siempre hábil para los negocios e hizo crecer su plata. Fue cuando se hizo socio. La huevada era que jugador que fichábamos, jugador que debía meterle pinga. Era fijo. Y cuando se le prendía a uno, no lo dejaba ni a sol ni a sombra. Hizo que uno de los chicos se separe de su mujer, y ya te imaginarás cómo fue eso. Me tocó ponerlo en su sitio. Empezó a decir que Pelu y yo éramos pareja, que hacíamos orgías con los otros futbolistas. Entonces le saqué su mierda”.

“¿Le pegaste?”

“Ya me había sacado de mis casillas y me había indispuesto con mi mujer… Me denunció… Menos mal que todo el equipo, incluyendo el cuerpo técnico, sacó la cara por mí y testificó diciendo que él era un acosador. Renunció como socio del club. La huevada es que eso te explica por qué me tiene cólera”.

“Ahora me quedan las cosas más claras”, comenta Damián. “Solo un detalle: ¿podrían mostrarme qué pasó  esa noche que viniste con Paco?”

“Mostrarle, ¿cómo?”, se extraña Juan.

“Hacer exactamente lo que hicieron esa noche ”.

Minutos después, Julio se desnuda por completo y entra al cuarto. Juan y Damián ya están acostados, calatos, uno al lado del otro.

“Comenzó a conversarme y a acariciar”, cuenta Juan.

“¿Cómo te acarició?”, averigua Damián.

“Me pasó la mano desde la tetilla hasta mi huevo”.

“¿Así?”

Damián pasa la palma de su mano desde el pectoral, suavemente, hasta detenerse sobre el pene semierecto de Juan.

“Así, así, exacto; entonces Paco comenzó a pajearme”.

Julio no pierde detalle de cómo Damián comienza a masturbar a su peón hasta que el pene se le pone bien duro. Su miembro también se pone bien rígido.

“entonces comenzó a chupármela”, indica Juan.

“¡Así?”

Damián se dobla como puede para iniciar el sexo oral.

“Tienes que parar el culo”, indica Juan.

Damián asume la posición señalada, lo que el peón aprovecha para acariciar las nalgas y masajear el ano del policía.

“La chupas mejor que ese huevón”, comenta el joven.

“¿Y solo cacharon Paco y tú?”, pregunta Julio mientras se masajea su pene duro.

“Sí, solo él y yo”.

Damián deja de mamar la pinga:

“¿qué pasó luego? ¿Le metiste tu pene?”

“Sí”, responde Juan muy excitado. “Se sentó encima de mi pinga”.

Damián toma un condón, le pone su propio líquido pre-seminal como lubricante, pues también se le ha parado el pene, unta ese mismo fluido al miembro de Juan, se coloca, pone la punta del glande en la entrada de su culo y comienza a tragárselo por atrás poco a poco.

“Aa la mierda”, reacciona el policía. “el tuyo sí duele”.

“Métetelo despacio”, aconseja Julio. Para qué te apuras si igual vas a gozar rico cachando?”

Damián sigue el consejo mientras respira hondo y lento y trata de expandir los músculos de su ano.

Ya con todo el pene dentro de su recto, el policía comienza a rebotar despacio.

“¡él cachó así?”, pregunta excitado a Juan.

“Sí”, dice el chico, bien arrecho, “pero tú te dejas cachar más rico”.

“¡así de rico, papito? ¿Así te gusta meter verga a un buen culito?”

“Claro que sí… y tu culito… está más sabrosito”.

Ambos gimen y jadean mientras Julio hace un esfuerzo para evitar que la leche se le salga mientras se sigue masturbando.

La sensación le parece tan deliciosa a Juan que no puede contener su orgasmo:

“Las voy a dar, carajo”, anuncia, y eyacula dentro del condón.

Damián deja de cabalgarlo poco a poco, pero su pene está bien al palo.

“¿Y él se pajeó sobre ti?”

“No”, suspira Juan, más relajado. “en realidad, le hice perrito, pero no se vació”.

Julio reacciona:

“¿Perrito, dijiste? O sea que siguieron cachando”.

Damián se saca el pene de su ano:

“¿Y cómo cacharon en perrito?”

“mirando a esa pared”, señala Juan hacia los pies de la cama.

“Eso lo puedo hacer yo”, anuncia Julio encaramándose, buscando un preservativo y poniéndoselo mientras Damián adopta la posición. Poco después, el pene del ex futbolista taladra el ojete del policía fiscal. Julio cacha como loco.

“¿Así se lo clavó?”, pregunta excitado a Juan.

“No, pero qué rico es verte dándole pinga a ese pata”.

Damián goza al sentir cómo esa pija le taladra el culo. Gime.

“agárrame piernas al hombro”, pide.

Julio se olvida de la reconstrucción de los hechos y le da gusto al policía. Adoptan la nueva posición. El ex futbolista vuelve a introducir su pene al ano del robusto efectivo del orden, en tanto éste comienza a pajearse:

“¿La damos juntos? Ya casi me vengo”.

“Yo igual”, avisa Julio.

“Vamos”.

Los dos reanudan la acción, solo que esta vez Julio bombea con más fuerza:

“Concha su madre, carajo, las voya dar, mierda… ¡las voy a dar,reconchasumadre!”

Julio eyacula dentro del ano de Damián, mientras éste apura su masturbación hasta que las ráfagas de su semen se disparan sobre su abdomen y pecho:

“Rico, carajo”, murmura Damián.

Tras lavarse y secarse, el futbolista y el policía salen de la casa en la parcela y están a punto de montar la moto que los regrese a San Sebastián. Es las once y media de la noche:

“Eres un pendejo”, sonríe Julio. “Todo lo que hiciste para que cachemos contigo”.

Damián no responde nada; solo sonríe. Ambos montan la moto. Cuando ya ven más cerca las luces de la ciudad… un camión sale de la nada.

“¿¿carajo!!”, advierte Damián tratando de controlar la motocicleta…

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