viernes, 18 de noviembre de 2022

ASS (53): Somos hombres, ¿no?

    

    


Tras su jornada de prácticas, Pedro descansa totalmente desnudo en el dormitorio de la casa que ocupa Eliezer en Castilla. Tocan su puerta. Despierta y lo primero que nota es que su pene está duro como piedra.

No siente roche de taparse la erección así que se levanta y abre la puerta; total, allí solo viven Eliezer y él…

¿qué tal susto!

“Bu-bu-bue…”, dice un chico fornido cubierto por un un uniforme de sereno.

Pedro se queda congelado allí, con la puerta abierta, y el pene duro.

“Su-su-su… don Eliezer me mandó para ver si necesita ir a alguna parte”.

Pedro lleva una de sus manos hacia su miembro erecto para cubrirlo, sin mucho éxito.

“No”, responde tragando saliva y aliviándose del susto. “Me quedaré aquí”.

“Ah, entonces… puedo retirarme, si gusta”.

“¿Qué hora es?”, se pregunta Pedro, ya con su pene semi-erecto. Voltea hacia la mesa de noche.

El sereno le mira las nalgas lampiñas y redondas, firmes y bien formadas. Ahora su pene es el que comienza a ponerse duro.

“Va a ser las cinco”, reacciona Pedro, ensimismado.

“entonces, me regreso a la base, si usted no tiene problemas”.

Pedro se pasa la mano por la cara. Su pene ya no está erecto ahora, pero una gota de líquido preseminal rueda por su muslo derecho, producto de la lubricación interna de su miembro.

“¿qué harás en la base?”

“Aburrirme esperando órdenes”, responde el sereno, con una ligera sonrisa.

“Ah, perdona que esté calato y…”

“No, joven, no se preocupe… es normal… somos hombres”.

“Pero estaba con la… con el… ufff”.

“Seguro estaba durmiendo rico, digo, profundo, y a lo mejor estaba soñando algo… ya sabe”.

Pedro sonríe:

“Mejor entra y cierra la puerta; no quiero que llegue mi tío y crea que tú y yo hemos…”

“¿Tenido relaciones?”

Pedro vuelve a sonreír:

“No es mi intención ofenderte”.

El sereno entra al cuarto y cierra la puerta tras de sí.

“No se preocupe, joven”, tranquiliza. ”yo sé que si entrara y sospechara eso, usted lo negaría totalmente”.

“¿Por qué estás tan seguro de eso…? ¿Me dijiste tu nombre?”

“Huamán. Todos me dicen Huamán en el serenazgo”.

Pedro se sonríe otra vez:

“¿Por qué estás tan seguro de que yo negaría que tú y yo tuvimos relaciones sexuales, Huamán?”

“Porque se nota que usted es legal, joven…”

“Pedro… Mi nombre es Pedro”.

“Usted es legal, joven Pedro… y… si hubiese sido verdad, yo no me avergonzaría… Por lo menos me culparían de haber tenido relaciones con un joven tan legal y… guapo, como usted, y no con alguno de esos choros y gente de mal vivir que capturamos”.

“Debería tomarlo como un piropo, ¿no?”

“Usted vea, joven Pedro”.

Entonces el sereno le mira la entrepierna. Pedro se da cuenta y baja su mirada también: su pene está erecto otra vez. A continuación, mira de nuevo a Huamán.

“Mejor voy a ducharme”, avisa Pedro con una media sonrisa.

“yo lo espero, joven. Con su permiso, me retiro”.

“Hazme conversación al menos… mientras me ducho… si mi tío llega, le diré la verdad”.

“¿También le dirá que lo vi con la pinga al palo?”, Huamán baja un poco el tono de su voz.

“A la mierda con eso… Tú estás en ventaja: estás vestido”.

“¿Quiere verme calato, joven?”, se arriesga Huamán.

Pedro lo piensa unos segundos.

“No sería mala idea”, responde.

El sereno sonríe y, sin esperar confirmación, se saca el polo entallado, revelando un pecho fuerte y masivo, quizás no con un abdomen definido pero sí plano, sin llantitas. Se desabrocha la correa de tela y se inclina a sacarse las botas. Entonces, se desabrocha el pantalón, se baja la cremallera. Al bajarse el pantalón, un coqueto micro-bóxer cachetero color blanco contrasta con la piel cobriza del muchacho. Y esas piernas, son simplemente dos troncos de árbol añejo, fuertes, anchos, velludos.

Aunque lo que llama la atención de Pedro es lo que aparenta ser un pequeño tronco que se marca en la tela blanca de la ropa interior.

Huamán se saca las medias, por fin.

“¿¡Sigo, joven Pedro?”

“Somos hombres… ¿no?”, sonríe el aludido.

Huamán se baja el micro-bóxer: efectivamente su pene está erecto… y no es tan pequeño como parecía. Mas bien es gordito y parece lubricar mucho a juzgar por el brillo del glande. Quizás necesita un poco de recorte en el vello púbico. Quizás no.

“ya estamos calatos los dos”, anuncia el sereno con una sonrisa cachonda.

“y con el pene erecto”, agrega Pedro.

“Somos hombres”, reitera Huamán.

El joven anfitrión vuelve a sonreír:

“Solo falta que tengamos relaciones sexuales”.

Huamán sonríe también:

“No me jodería”.

Ambos jóvenes se miran fijamente a los ojos. Entonces, Pedro ya no puede más con la excitación. Se acerca a Huamán, pega su cuerpo y lo acaricia:

“Tienes la piel suave”, le susurra.

“Tú también”.

Pedro, entonces, aproxima su cara a la de Huamán. Lo besa en la boca. Mientras las lenguas de ambos  combaten golosamente, sus manos recorren las espaldas y los culos mientras sus penes erectos se refriegan uno contra el otro.

Huamán, entonces, toma la iniciativa y empuja a Pedro a la cama logrando acostarlo boca arriba. Luego, descansa toda su humanidad encima de ese terso cuerpo.  Pedro abre sus piernas y está dispuesto a sentir cómo la masculinidad del sereno se puede hundir en su culo, cuando…

“¡ya vine!”, se oye desde el pasadizo.

Pedro y Huamán se dejan de besar y se miran sudorosos y estupefactos.

Y para terminar, te dejamos con un video porno gay.


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