miércoles, 10 de agosto de 2022

Ser Rafael 1.4: Igual me lo caché a pelo


¡a la mierda! ¡Ya estábamos aquí! ¿Para nada?

Le escupí saliva y lo fui penetrando poco a poco. Me excitó más ver su cara tratando de contener el dolor.

Luego, Juan se acostó boca abajo, proyectó su trasero y dejó que se lo asaltara sin compasión. Todo el tiempo gemía, jadeaba y se quejaba virilmente. Jamás se afeminó, y puedo decir que eso me excitó más aún.

No recuerdo en qué momento acabé, pero sí estaba completamente sudado.

Prendimos la televisión.

“Eres un toro, mierda”, me dijo.

“¿Te gustó?”

“Me encantó”. Él sonreía de un modo empalagoso, como si huhbiera logrado un objetivo largamente esperado. Algo me decía que debía ponerme alerta, pero no hice caso.

Nos besamos de nuevo.

“Te mueves bien, también”, reconocí.

“Gracias… Y, ¿a qué te dedicas?”

“Chambeo en lo que salga”, le mentí.

“Yo trabajo viendo cuentas en un estudio”.

“Ah, chévere”.

“¿Vives cerca?”

“No. Lejos”, mentí otra vez.

“¿Si te haces tarde para regresar?”

“Me quedo acá”.

“¿Solo?”

“Si te vas, busco a otro pata”. Me reí pícaramente sin ánimo de ofender.

“entonces, me quedo todo el tiempo que sea necesario”.

“¿La piensas aguantar toda la noche?”, desafié.

“Comenzando ahora mismo”, me replicó, y volvió a besarme por todo el cuerpo. Y el ritual de sexo oral con posterior apareamiento se repitió otras dos veces más.

Cuando terminé por tercera vez, cerré los ojos con la intención de descansar unos diez minutos.

Cuando los abrí de nuevo, el cuerpo desnudo de Juan seguía a mi costado, profundamente dormido.

Volteé a ver mi reloj en la mesita de noche.

“¡Por la gran puta!”

Era las cuatro y media de la mañana. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario