hace algún tiempo me quedé cuidando la jato de unos amigos, que se fueron de vacaciones a otro lado.
La rutina de todas las noches era ir como a las diez, ver algo de tele, y meterme en la cama.
Pero esa noche de sábado no pude dormir. Por más que vi tele, me revolqué en la cama, y traté de relajarme para descansar, no pude.
Fui a la biblioteca de la casa, y cuál sería mi sorpresa al encontrar una vieja revista porno entre los libros. Porno hetero, pero porno al fin y al cabo.
La comencé a hojear, y a enfocarme en las fotos de páginas completas, donde sementales metían sus grandes vergas en las chuchas de las modelos.
Supondrán que, lejos de poder dormir, me desperté aún más, y no sólo mi cabeza, sino adentro de mi pantaloneta.
Decidí no masturbarme, y mas bien, subí al techo de la casa, con la esperanza de que el viento fresco me relajara.
Al llegar al descanso y poder ver a la calle, me di cuenta que estaba vacía. Al fondo, la plataforma deportiva estaba casi oscura y sin la gente que pelotea todos los días.
De pronto, me llamó la atención algo en la tribuna: dos personas en arrumacos. afinando más mi visión, pude percatarme que eran un pata y una jerma. Ambos se besaban, abrazaban. Una cita romántica, me dije, y regresé a tratar de dormir.
Prendí la tele de nuevo, revisé la porno y la dejé en la mesita de noche... una hora y nada de pegar los ojos.
Probé de nuevo con el viento fresco, y regresé al descanso de la escalera. La calle seguía vacía, la plataforma también. En la tribuna ya no estaba la pareja, pero sí un bulto raro, como acostado.
Era un poco mas de la medianoche, y me quedé viendo a aquel bulto. No se movía. Me preocupé, y creí que debía ir a investigar. Claro que me arriesgaba a cualquier cosa, pero, más pudo mi curiosidad.
Tomé la llave, un cortauñas (por sí las moscas), y salí. En cinco minutos estaba junto a la tribuna. Se trataba de un hombre que parecía dormido. Me acerqué más y lo toqué para verificar que de veras estuviera dormido. El pata se despertó asustado.
"¿qué haces aquí?", le dije.
"Nada. Duermo".
"¿Aquí? ¿Y si te pasa algo?"
"Siempre me he quedado dormido acá y no me ha pasado nada".
Connversando, me enteré que él vivía del otro lado de la ciudad, pero se había hecho tarde y ninguna mototaxi pasaba por ese sitio.
"¿Por qué no vienes a la casa que estoy cuidando? Hay espacio para que te quedes dormido, además el frío te puede joder".
Lo pensó un rato, y aceptó de mala gana.
Al ponerse de pie, me di cuenta que era un poco más alto que yo, de rostro agradable, y voz afable. Estudiaba Educación Secundaria, y su especialidad es la Química.
Llegamos a la jato, entró. Mi plan era acomodarlo en el mueble que estaba cerca a mi, pero era muy chico para su estatura.
"Mas bien vente a la cama".
"Pero tú estabas durmiendo allí".
"Puedo acomodarme en el mueble".
Quedamos en que se quedaría hasta antes de amanecer, cuando las primeras mototaxis llegan por ese barrio, y se pueda ir a casa.
Caminó hasta la cama, y se encontró con la revista porno.
"¿Y esto?"
"No sé. Lo encontré en la biblioteca".
La hojeó.
"¿Estás seguro que me fuiste a buscar porque creías que necesitaba un lugar abrigado?"
"Bueno, sí.
La verdad me sentí descubierto, porque una de las razones que me animó a buscarle era la posibilidad de aventura, y el pata no estaba nada mal.
"¿Bueno, si te ofendo, disculpa".
"Oye, dime la verdad: tú quieres otra cosa, ¿no?"
"¿Otra cosa?"
"Claro... como lo que pasa en esta revista".
"Como te dije, no era mi inten..."
"Normal. No te paltees".
Se acercó a mi, y me tomó de los brazos. Comencé a sudar frío. Me los acarició entonces.
"Abrázame", me dijo.
Me estreché contra su pecho fuertemente. Él aprovechó para acariciarme la espalda, me levantó la barbilla y me besó en la boca. Fue un beso dulce, diferente. Su lengua y la mía luchaban sin violencia, como si danzaran juntas.
Pude sentir que, debajo de su jean, tenía su palo duro, pero no podía precisar cuánto. El mío estaba latiendo a mil.
Me sacó el polo; hice lo mismo: él tenía un grandioso torso, no masivo, pero sí muy bien formado, con unos pectorales prominentes, brazos marcados, cuadritos en el abdomen, y un vello muy ralo.
Me siguió besando y me sacó el polo, dejando mi cuerpo marcado algo velludo frente a él.
No esperé más. Le desaflojé la correa, el botón del jean, le bajé el cierre, y empujé su pantalón hacia abajo. Él me dejó que mis manos exploraran sus firmes glúteos, mientras metía sus manos dentro de mi pantaloneta, y la hacían bajar.
Vestidos sólo con nuestra ropa interior, nos echamos en la cama. Él estaba encima mío, y no paraba de besarme en los labios y el cuello.
Se revolcó conmigo hasta quedar bajo mi piel.
"Explórame". susurró.
Con mi boca, le besé el cuello, el medio del pecho, los pectorales, le chupé sus tetillas, sentí su estremecimiento en su abdomen, y llegué a su pinga, que seguía cubierta debajo de su calzoncillo. Usando mis labios se lo quité, y una verga de buen tamaño (unos 17 a 18 cm) saltó.
Sin que me lo pidiera, se la chupé a fondo. Hacía que su trozo de carne entrara y saliera de mi boca como el mejor manjar, mientras él gemía despacio.
Le lamí las bolas, y aprisioné en mi boca cada testículo.
No me dejó bajar más, porque su culo era grandioso.
Regresé con mi boca hasta encontrar sus labios. Volvió a revolcarse hasta yo quedar debajo suyo, se arrodilló y me quitó mi calzoncillo. Se acostó sobre mi, y progresivamente me fue levantando las piernas hasta que su miembro punteaba mi ano suavemente. sentía su cabecita húmeda, y me preguntaba si me aguantaría su pájaro.
La respuesta vino en los minutos siguientes, cuando poquito a poco comenzó a metérmela. Por alguna extraña razón no me dolía.
Él no dejaba de besarme, e indicarme que si sentía dolor, sólo me concentrara en sus besos y que respirara profundo. Creo que eso impidió el dolor.
Acostado sobre mi, se meció tan rápido como pudo y por largo tiempo. Sus manos no dejaban de explorarme, y las mias menos.
Jadeó con fuerza, hasta que cerró los ojos, levantó su cabeza, e hizo el gesto más arrechante que vi en la cara de un pata. Dejó de mecerse, y, al mismo tiempo, mi leche se proyectaba sobre mi pecho.
Volvió a besarme.
Pasamos el resto de la madrugada juntos, desnudos, yo durmiendo sobre su pecho.
A eso de las 5, se duchó, y le abrí la puerta para que se fuera.
admito que averigüé sobre él hasta saber cómo se recurseaba, dónde estudiaba, y llegamos a hacernos patas, pero nunca más volvimos a irnos a la cama.
Las últimas veces que lo vi, nos cruzamos en un cine porno, y ahora sé que anda ejerciendo su profesión por Lima, luego de haberlo hecho por acá.
Sé también que lo hizo con varios chicos, incluso de pasivo. Bueno, eso es lo de menos, pues en lo que a mi concierne, ha sido el mejor amante que tuve, aquel chico que encontré en una tribuna.
© 2011 Hunks of Piura Entertainment. ¿quieres contarnos tu relato? escríbenos: hunks.piura@gmail.com. Recuerda siempre practicar sexo seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario