Todo comenzó de improviso.
“¿Dónde andas?”, me dijo mi pata por el celular.
Estaba con ganas de cachar, y no me hallaba.
“Aquí en mi jato, aburridazo, viendo tele”, le dije.
Ambos tenemos 19, y estamos estudiando en la U. esto pasó la primera semana de diciembre,, cuando estábamos en toda la huevada de los finales.
“¿Puedo ir a estudiar contigo a tu jato?”
“Ya pues… Justo ahora estoy solo”.
“¡Bacán! Así estudiaremos mejor”.
Llegó en menos de media hora, y nos metimos a mi cuarto. Como vi que traía un cuaderno, dije ¡mierda, éste viene a estudiar solo!.
“Mejor vamos a estudiar a tu cuarto, porque acá los carros nos hacen bulla”.
Fuimos.
“Oe, ¿tienes Internet para buscar una huevada?”
“Sí. Entra”.
Supuse que, en serio, se metería a buscar información, así que me eché en mi cama. Cerré los ojos un toque, y, cuando los abrí, mi pata estaba metido en una página de videos porno. Estaba viendo cómo se follaban a un pata.
“¿Qué mierda estás viendo?”
“Nada. Pensé que tú como las huevas”.
“Normal, loco. No hay gente”.
Entonces le subió el volumen a la compu. El actor en la pela gemía duro porque se lo estaba atravesando un moreno fornido.
Cerré los ojos de nuevo. ¿Querrá este pata?, me dije, porque lo que era yo estaba a punto de vaciarme con el solo sonido del video.
De pronto, sentí algo suave en mi boca. Era su verga. Estaba parada y babeando.
No me resistí al saladito en mis labios, los abrí, y se la comencé a chupar poco a poco, primero comiéndome la cabecita, y luego metiendo sus 16 centímetros en mi boca.
La pinga de mi pata es gruesa y venuda.
Se calateó el huevón, y se me subió encima, poniéndome la verga en mi boca otra vez.
Conozco a mi pata desde el cole, y siempre se destacaba porque participaba en las competencias de atletismo, además havía participado en una actividad de la U, así que tiene un cuerpo firme, formado, y digno de calendario, pero él no se anima, jaja.
Mientras se la chupaba, le daba pequeñas mordidas. En realidad sólo lo atenazaba con mis dientes.
“Despacio, huevón. Me vayas a lastimar”.
“No te preocupes. Es que tienes una verga rica”.
“¿Te gusta?”
“Me la pasaría todo el tiempo comiéndomela”.
“Entonces ahora te la vas a comer por el culo”.
Me quitó mi polo, me bajó mi short, mi boxer, y se acostó sobre mi. Me besó en la boca, me separó las piernas, y comenzó a mecerse sobre mi, cachándome.
La teníamos durísima.
Mientras me besaba, yo no paraba de acariciarle su espalda.
Se bajó sin decir nada, y regresó sacando un condón. Se lo puso.
Me levantó las piernas y trató de meterme su pinga.
Como hacía tiempo que no la veía, ni bien comenzó a meterme la cabecita, comenzó a dolerme como mierda.
Como pude, abrí mi cajón y saqué un sachet de lubricante, se lo puso, y me la clavó sin más.
El mierda se movía como condenado, y eso me arrechaba más. No paraba de acariciarle su espalda, de paso que nos besábamos, y él me pasaba la lengua por el cuello, y me succionaba las tetillas. Yo también le apretaba las nalgas, y de vez en cuando se las palmeaba.
Comenzó a gemir.
Me la sacó y me puso boca abajo.
Me la metió de un tirón y me hizo ver a Judas calato.
Se acostó todo sobre mi, y comenzó a lamerme y morderme la oreja. Yo me abría de piernas y levantaba mi culo para que la penetración sea total.
“¿Te duele, mierda?”
“Sí, carajo”.
“¿Te gusta, mierda?”
“Sí, mierda”.
“¿Te hago doler?”
“Sí. Me haces doler, pero me gusta, mierda”.
Entonces me la sacó y me la metió de golpe. Me hizo doler como la gran puta.
“¡Despacio, mierda!”
“¿querías pinga? Toma pinga, mierda”.
“Sácala mejor”.
El mierda de mi pata, en vez de hacerme caso, se movió más y más duro. Pero lueguito, bajó la velocidad. El culo me ardía.
“Disculpa amorcito. Tú me pones arrecho”.
Lo hizo despacio.
Luego volvió a ponerme piernas al hombro, y logró que sus besos me bajaran el dolor. Yo sentía que mi verga iba a explotar. Su manera de cachar es rica, deliciosa, es un propio puto.
Entonces, nos dimos la vuelta. Me senté sobre su pija, y comencé a moverme al punto que ahora él me pedía que lo haga despacio.
“Me haces doler la verga, mierda”.
“¿Querías mi culo, no? Goza mi culo, mierda”.
Como él seguía rogando que no lo hiciera tan fuerte, comencé a apretarle la verga con mis nalgas, y el huevón comenzaba a hacer gestos de dolor, pero luego jadeaba como perro. Eso me arrechaba más.
“No la aprietes, que duele”.
Mismos luchadores, peleamos por ver quién dominaba a quién hasta que quedamos los dos de costado. Entonces me la sacó, hizo que me pusiera en la pose de perrito, y me la volvió a meter. Mientras me besaba la espalda y me mordía la oreja, yo comencé a corrérmela. Él me tenía de los hombros para que ningún milímetro de su verga quedara fuera de mi culo.
“Las voy a dar”, me dijo.
Me las ingenié para zafarme, y fui al encuentro de su pija, le quité el condón, y comencé a chupársela, mientras con una mano se la corría al mismo tiempo, y yo también me la corría. Él comenzó a mover su culo para que su pene se metiera hasta mi garganta.
“Las doy, las doy, mierda”.
Me saqué su pedazo de carne, y allí nomás varias ráfagas de leche se estrellaron contra mi cara… leche caliente y abundante.
Me la esparcí, mientras de la mía salía otro gran chorro que fue a dar en la ropa que estaba bajo mi cuerpo.
Mi pata entonces me tomó de la cara, y comenzó a lamerla para probar su propio semen.
“Como siempre, haz estado de la reputa madre, y tu culo ha sido lo máximo”.
“Y tu pinga, como siempre, excelente”.
“Lástima que se acaba el ciclo, y no me creerán eso de que salgo a estudiar”.
“No te preocupes. Ya encontraremos un pretexto”.
Así comenzó diciembre. Gozándolo como otras tantas veces que lo hemos hecho en mi jato, su jato, o por ahí.
Yo salí bien en mis notas. Él no mucho.
Parece de que eso de que vendrá a que yo le enseñe, todavía se lo creerán. Y claro, estaré dispuesto a enseñarle… cómo pasarla bien cachando, follando y botando nuestro esperma de la pura arrechura.
© 2011 Hunks of Piura Entertainment.
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