sábado, 12 de noviembre de 2011

Nuestros viejos templos

Antes que la Internet nos facilitara los contactos, el mejor lugar para hallar patas eran los cines XXX. Eran, porque ahora no son ni la sombra de lo que en su tiempo representaron para quienes queríamos algo más que séptimo arte.
Lo curioso del asunto es que mientras en la pantalla chicos cachaban con chicas, en las bancas –básicamente ocupadas por patas- la cosa sólo era entre hombres: mamadas en los asientos, en las esquinas, la pared del fondo, y, claro está, los baños.
Algunos más osados se daban el lujo de culeadas a vista y paciencia de todos; pero, en realidad, el cine era el preludio “para irnos a otro lado”.
La aparición del DVD, que se democratizó más que el VHS, y las descargas por Internet se han ido trayendo abajo a estos antros del sexo, especialmente en las dos capitales más importantes del departamento: Sullana y Piura.

LAS PERLAS DEL CHIRA
Sullana tenía dos salas XXX: la Grau, en la calle del mismo nombre entre Tarapacá y Enrique Palacios, y LA Variedades, en la esquina de sucre con Enrique Palacios.
Casi toda la cartelera era italiana, y en la función de las diez de la noche, tanto la platea como el palco eran concurridos. Las tocadas de huevos y eventuales chupadas se daban en la platea, especialmente cerca del baño.
Alguna vez, este cine llegó a pasar una película con un segmento gay bareback, pero fue una de esas rarezas, porque el resto era básicamente straight. Aparte que a veces la pela era erótica, así que quienes querían ver pingas solían quemarse.
Hasta que un día, a mediados de los ’90, la audiencia dejó de ir y cada vez las bancas libres eran comunes.
La razón era que estaba ubicado en una calle ancha, de mucho tráfico, y enfrente de varios negocios y el concurrido club Jorge Chávez, entonces, quien quería pasar piola, no lo conseguía.
Finalmente quebró, fue demolido y ahora son galerías comerciales que se extienden hasta la vecina calle Ugarte.
El Variedades agonizó más lentamente. Tenía más concurrencia, pero debido a que la entrada era algunos céntimos más barata que el Grau, iba de todo, así que seguro no fue seguro, por lo menos no en su momento.
Cuando el Grau dejó de existir, éste fue el refugio de quienes querían sexo en la pantalla y en las bancas.
Además, a pesar que ocupaba una esquina, no tenía tanto tráfico, ni negocios abiertos hasta tarde, así que el anonimato estaba casi asegurado.
Pero la proliferación de locas que se dedicaban toda la función a comentarios infidentes sobre fulano o sutano alejó a la audiencia, y achicó el tamaño de la sala. De tener palco y platea, se redujo al palco pero con unas condiciones insalubres, por lo que simplemente no valía la pena ir.
Antes de eso, la platea sobrevivió por largo tiempo y, entre sus hitos notables, alguna vezllegó a pasar una porno mexicana… pero siempre hetero. Por cierto, aquí la mítica estrella Peter North llegó a tener su suerte de santuario, y junto a él, el no menos famoso T.T.Boy.
Como varios saben, Peter North en sus inicios fue Matt Ramsay, estrella del cine gay pre-condón, yy el segundo, según Wikipedia, llegó a incursionar en ese mundo…
La conversión de la Enrique Palacios en paseo peatonal ralentizó la muerte del local, pero sus últimas palpitaciones ya estaban contadas, al punto que, prácticamente ha dejado de existir.
Hoy todo el espacio está lleno de tiendas, una de ellas, paradójicamente de pelas piratas.

EL CAÑONCITO DE CASTILLA
En Piura, la sala XXX por excelencia es el Cine Castilla, situado en la avenida del mismo nombre cerca de la esquina con la Av. Cayetano Heredia.
También se dio el lujo de tener palco y platea, pero el deterioro de la primera obligó su cierre temporal a finales de los ‘90s.
Las proyecciones venían indistintamente de Italia (algunas con doblaje hecho en España) y de los Estados Unidos.
El Cine Castilla era el santuario de Rocco, el controvertido actor porno italiano que generaba algunas pifias cuando dejaba que las chicas le hicieran el beso negro, y no en una, sino en varias películas.
Mientras la platea se mantuvo, el baño era lo más tranquilo del cine, eventualmente invadido por patas que, con el cuento de orinar, iban y te sacaban la verga parada sólo para que el interesado elija. El detalle era que el trayecto de la sala a ese espacio implicaba que pasaras frente a la puerta principal.
Hasta que un buen día, la platea desapareció para darle paso a un restaurante, y es que la ausencia progresiva de público también se sintió aquí.
Entonces se reabrió el palco, y se acomodó el ecran para que todo funcionara en el segundo piso. Detalle: el baño quedaba justo detrás de la sala, y para llegar a él, no era necesario salir a ningún sitio.
Esto permitió que la osadíallegara más allá: si te aburría la proyección, ibas al urinario a ver o que te la vean, y, caminando unos pasos, sexo gay en vivo para ver o participar.
Claro que para ello tenías que esperar que la pela andara por los diez minutos de recorrido, como para no levantar tanto polvo (sic).
Ahora se ha recontraRreducido a una salita en un primer piso, con algunas bancas, y donde las locas no te dejan ver nada. Eso sí, la atención en la puerta es impecable y educada.
Ah, jamás el Cine Castilla pasó nada gay… pero si lo hace, ¿se salvará de su constante reducción? ¿será más estigmatizado que la gran puta? ¿sería una mala idea?
Por lo menos aquí, todavía no se ha escrito la escena final.

© 2011 Hunks of Piura Entertainment. Escríbenos: hunks.piura@gmail.com o deja tu comentario.

2 comentarios: